Capítulo extra [9]

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LUCY.

Observé como mi padre agachaba la cabeza mientras suspiraba profundamente, como si esta situación le resultara de lo más incómoda. Sin embargo, pensándolo bien, que su sobreprotegida hija le dijera que había encontrado a su Compañero de Vida en un vampiro que le sacaba siglos de edad, era como mínimo un enorme contratiempo.

–¿Cómo sabes que es Tobías? –preguntó mi padre seriamente, frotándose las sienes con lentitud. 

 –Porque lo sé –respondí aclarándome la garganta mientras jugaba con mis propias manos. Cuando mi padre se enfadaba, me ponía nerviosa; cuando se ponía serio, me daba miedo. Era como ver a una estatua observarte fijamente mientras sabías que podía leerte la mente–. Sé que es él, lo noto dentro de mí, en mi corazón... Siento como si lo hubiera sabido desde hace mucho, mucho tiempo, pero... No logro comprender por qué. Yo no conocí a Tobías hasta que me regaló el collar en mi fiesta de cumpleaños, ¿verdad papá? ¿O sí?

Mi padre clavó aquellos ojos rojizos en mí, y yo sentí como ocultaba todas sus emociones dentro de él. Mi estómago se apretó con fuerza cuando él volvió a suspirar y negó con la cabeza.

  –Esta conversación no deberías tenerla conmigo, Lucy. Debes hablar con Tobías... Él te explicará todo lo que necesites –su tono era molesto, y entendí que para él, esto era un enorme inconveniente. Entonces, él apartó el rostro y clavó su mirada en el escritorio mientras abría la puerta del despacho con la mente–. Será mejor que te vayas, hija. Este tema no me incumbe, créeme.

–Papá, necesito saber más sobre él –insistí, intentando que volviera a prestarme atención–. Al menos dime quién es él. ¿Por qué todos vosotros le conocéis? ¿Por qué Derek y los gemelos le conocen? ¿Por qué todos salvo yo?

 En ese momento, alguien tocó la puerta con los nudillos, rompiendo el tenso silencio que se había extendido entre mi padre y yo. Mis mejillas se encendieron por un segundo mientras imaginaba que había sido Tobías quien había tocado la puerta, pero cuando me giré me sorprendí al ver a un joven criado mirando a mi padre con nerviosismo.

  –Señor, tenemos un problema... A-alguien acaba de entrar al palacio, y no he-hemos podido detenerla... De-desea hablar con usted, señor.

Mi padre frunció el ceño y se levantó al instante del escritorio. 

  – ¿Detenerla? –susurré yo en cuanto mi padre salió rápidamente del despacho, ordenándome que no me moviera de aquí. Sin embargo, la curiosidad era mayor que el miedo al castigo que mi padre pudiera infringir, así que salí a los pocos segundos detrás de él.

¿Quién se habría atrevido a entrar en nuestro palacio? Y sobre todo, ¿cómo había podido hacerlo? Yo había pasado meses estudiando los cambios de los guardias, planeando la forma en la que encontrar una brecha en la seguridad... ¿Cómo había podido alguien hacerlo de manera tan fácil?

Cuando bajé las escaleras, me quedé petrificada al ver media docena de guardias rodeando a una pequeña chica de mi edad, con un largo cabello rojo que caía en largas ondas hasta la mitad de su espalda. Sus grandes ojos verdes se quedaron clavados en mi padre, el cual estaba varios escalones por debajo de mí, observando a la chica estupefacto. La chica, en cambio, sonrió amablemente.

  –¿Podríais pedirle a sus guardias que dejaran de amenazarme? –su voz sonó casi musical, como si cantara–. Me están incomodando.

–Es lo que suele ocurrir cuando te cuelas en un palacio, Hada–la respuesta de mi padre me dejó sin respiración. En ese instante, repasé con la mirada a la joven chica y no pude creer que fuera una hada... ¿Dónde había dejado el vaporoso vestido, las flores, y las brillantes alas? Me fijé en los pantalones vaqueros que llevaba, junto con la chaqueta de cuero y los tacones altos... Casi parecía mas humana que otra cosa.

Sin embargo, cuando la mirada de la hada se oscureció hasta el punto de volverse negra, mi corazón se apretó. Con un chasqueo de dedos, los guardias que la rodeaban se quedaron paralizados. Entonces, caminó entre los hombres y se acercó hasta las escaleras, alzando la mirada hacia mi padre.

–Mi reina quiere veros, señor. A vos y a vuestra familia. Desea incluir a nuestra especie en los Tratados de Paz, ahora que hemos vuelto. 

  –Lleváis siglos escondidas en vuestro mundo, hada. ¿Qué es lo que buscáis aquí? 

El hada se quedó paralizada por un momento; pude ver el miedo en sus ojos, como si no quisiera responder a la pregunta. Los segundos parecieron eternos mientras buscaba la forma de responder a aquella pregunta sin desvelar los secretos de su raza.

–¿Es que deberíamos buscar algo? Este mundo ha estado bajo nuestro poder desde hace milenios, vampiro. Los humanos llevan narrando historias sobre nosotras desde mucho antes que supieran de vuestra existencia. Fuimos considerados diosas, y así queremos volver a sentirnos... ¿Por qué querríamos buscar algo en un lugar que siempre ha sido nuestro? 

 Mi padre se quedó en silencio mientras observaba los profundos pozos negros que eran sus ojos, demostrando un poder ancestral. El hada me dirigió una rápida mirada junto a una pequeña sonrisa y me guiñó el ojo mientras se giraba, caminando lentamente hacia la puerta de salida.

–Dentro de tres noches, bajo el árbol más viejo del bosque, mi reina y yo nos reuniremos con los Alfas de las Manadas y con vos, mi señor –el hada paró bajo el umbral de la enorme puerta, y le envió una última mirada a mi padre–. Y le aconsejo que aparezca a nuestra cita. Mi reina no es conocida por saber aceptar un no como respuesta.

Al momento en el que el hada desapareció, los guardias cayeron al suelo, tosiendo y temblando por el enorme esfuerzo que habían hecho para liberarse, sin éxito. Bajé rápidamente a ayudar a los que pude mientras varios criados me ayudaban; sin embargo, cuando volví a clavar la mirada en mi padre, este ya no estaba. 

Me mordí el labio con fuerza y suspiré, entendiendo ahora por qué las hadas suponían una gran amenaza: eran los seres más poderosos que existían, y por lo visto, lo más caprichosos.

Me estremecí con fuerza y deseé que aquella reunión se resolviera sin ningún inconveniente. 

LAMENTO MUCHÍSIMO LA ESPERA. LO SIENTO, DE VERDAD. NO SÉ COMO HE PODIDO ALARGAR TANTO EL MOMENTO DE PUBLICAR, PERO NO HE TENIDO TIEMPO PARA NADA. ¡LO SIENTO!

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora