Capítulo extra [12]

6.3K 711 56
                                    

LUCY.

A duras penas pude contener un gemido de dolor mientras recibía al suelo con los brazos abiertos... otra vez. Las lágrimas casi acudieron a mis ojos cuando me golpeé levemente la cabeza, haciendo que me mareara por unos segundos. Al parecer, Derek no había mentido cuando me había dicho que no iba a tener ninguna piedad conmigo por haberle despertado, y estaba empezando a creer que había sido una mala idea.

  –¿Qué pasa princesa? ¿Ya estás cansada? Solo llevamos una hora... ¡Vamos! –le lancé una mirada asesina mientras le veía poner aquella arrogante sonrisa que hacía que me entraran ganas de patearle en un sitio muy sensible y delicado para él.

–¿Nunca te he dicho que te odio? –le gruñí entre dientes mientras me levantaba tambaleante. Sentí varios pinchazos en mis hombros y piernas, y supe que este estaba siendo el entrenamiento más duro que había tenido en años. Gemí con dolor y le miré con una mueca.

–Ahora sabes como me he sentido –dijo con orgullo, tensando su cuerpo de nuevo, preparándose para atacar–. Además, has sido tú la que ha venido buscándome... Aunque después de lo que me has contado, yo tampoco habría dormido mucho.

Resoplé mientras volvíamos al único tema de conversación que habíamos tocado desde que habíamos entrado al gimnasio. Después de haberle contado lo que sentía por Tobías y lo que mi madre me había dicho, Derek me había confesado que Tobías llevaba años visitando a las manadas y siendo recibido como uno más, aunque eso era muy extraño en los lobos. Y a pesar de que le había preguntado por qué, la única respuesta que había recibido había sido un encogimiento de hombros.

De pronto, vi como Derek se lanzaba sobre mí mientras estaba distraída, y sin poder evitarlo grité encogiéndome y protegiéndome con el brazos, esperando un golpe que nunca llegó. Con los ojos cerrados, escuché un gimoteo y un golpe contra el suelo, y cuando abrí los ojos me quedé sin respiración. Tobías estaba delante de mí, y Derek estaba tirado de espaldas en el suelo mientras se frotaba la cabeza con una mueca de dolor.

  –¿Era necesario pegarme en la cabeza? –gimoteó Derek mientras inclinaba su cuerpo hacia delante y se frotaba la parte frontal de la cabeza–. Deberías investigar de qué demonios están hechos esos nudillos, tío Tobías. 

Impactada, miré a Tobías que seguía de espaldas a mí, con los brazos cruzados y la cabeza levemente ladeada, como si estuviera decidiendo qué hacer con él.

  –Debería haberte dado más fuerte por haberle atacado así –le espetó él, lanzándome una rápida mirada por encima de su hombro. Mi estómago se apretó con fuerza y sentí como me abandonaba la respiración cuando aquellos oscuros ojos se clavaron en mí; me sentí tan expuesta que aparté rápidamente la mirada. 

¡Demonios, Lucy! ¡Tienes que ser valiente!  Y a pesar de las palabras de ánimo que me daba a mí misma, sabía que no podía. Cuando estaba delante de él sentía como me temblaban hasta las rodillas. Suspiré.

  –Estábamos entrenando –se quejó Derek, entendiendo rápidamente lo que me ocurría y llamando la atención de Tobías, que lo miró con el ceño fruncido–. Que sea la princesa no significa que sea de cristal, no le va a pasar nada por un par de moratones...

–No estabais entrenando –le cortó rápidamente Tobías mientras un pequeño tic se mostraba en su mandíbula, enfadado– cuando se entrena se le da la oportunidad a tu oponente de defenderse. Tú ibas en serio. Y eso no es propio de un Sucesor, Derek. Además, deberías preocuparte más por lo que te ocurriría a ti, si Damon se llega a enterar de que su hija tiene un ''par de moratones'' por tu culpa.

Derek agachó la cabeza mientras un leve sonrojo se extendía por sus mejillas. Levantándose del suelo, agitó la cabeza y resopló.

  –Lo siento –dijo secamente, mirándole con una mueca arrepentida–. Tienes razón. No estoy en mis mejores horas, la verdad. El sueño me vuelve estúpido y agresivo –sus ojos plateados se clavaron en mí–, perdóname, Lucy. Será mejor que me vaya. 

Cuando observé como Derek recogía sus cosas con rapidez mientras intentaba esconder una pequeña sonrisa, entendí al instante lo que había hecho. Con las mejillas encendidas le lancé una mirada asesina, prometiéndole con los ojos que me las pagaría. Él, a su vez, me lanzó un rápido guiño antes de salir del gimnasio, dejándome a solas con Tobías.

Sin decir nada, Tobías miró hacia el lugar por donde había desaparecido Derek con el ceño fruncido y resopló mientras ponía una mueca divertida.

–Y yo que pensaba que era tonto –dijo con un tono divertido, mientras clavaba sus ojos en mí.

Al instante maldije y me giré rápidamente, deseando salir de aquí. Tobías conseguía que toda la confianza que tenía en mí misma desapareciera, haciéndome sentir nerviosa y torpe, sobre todo cuando aquellos poderosos ojos que tenía se clavaban en los míos y sentía que podía leer cada secreto que ocultaba mi alma.

–Creo que de-debería irme –susurré con la cabeza gacha, intentando alejarme de él.

Sin embargo él no me lo permitió, y agarrándome suavemente del brazo me obligó a mirarle a los ojos. Mi corazón se aceleró cuando vi aquella mirada que parecía estar gritándome que me atreviera a encararle, a decirle todo lo que pasaba por mi mente.

–¿Por qué? –preguntó él con seriedad, soltando el agarre que tenía sobre mí y cruzándose de brazos mientras me encaraba. Estúpidamente me di cuenta de que llevaba ropa de calle, y por la leve humedad de su chaqueta y su cabello, supuse que había pasado la noche fuera bajo la leve llovizna. Durante unos segundos tuve la necesidad de preguntarle qué había estado haciendo, por qué había estado fuera a pesar de que el peligro desde la llegada de las hadas había aumentado, pero en cuanto continuó hablando, toda idea se esfumó–. ¿Qué ha cambiado de un día para otro? ¿Por qué me evitas?

–No te estoy evitando –respondí al instante, a pesar de que sabía que era cierto. Desde que había entendido lo que me ocurría con él, no había querido verle, no quería enfrentarme a él y descubrir que todo lo que sentía no era correspondido. Tobías alzó una ceja y me miró con una media sonrisa, sabiendo que mentía. Aparté la mirada, sonrojada–. No lo hago...

–Entonces mirame a los ojos, Lucy. No me apartes la mirada como si no lo soportaras, porque eres la única que siempre lo ha hecho.

Aquellas extrañas palabras susurradas se clavaron profundamente en mi alma, como si una parte de él me suplicara que no le abandonara. Sin poder evitarlo, alcé la mirada hacia él y me quedé sin respiración cuando sentí sus labios sobre los míos, únicamente rozándolos. Durante eternos segundos miré dentro de aquellos oscuros ojos, y por unos instantes sentí su corazón latir tan acelerado como latía el mío. Mi cuerpo tembló cuando él cerró los ojos y apoyó su frente en la mía, hundiendo su mano en el pelo de mi nuca y mordiéndose con fuerza el labio.

De repente, él se apartó varios pasos de mí y me miró con una pequeña sonrisa, mientras se lamía una pequeña gota de sangre que había manado de su labio. Mi respiración salió temblorosa de mis labios y tuve que contenerme para no maldecirle por alejarse.

–Perdona, no he podido evitarlo –su inocente sonrisa se amplió cuando le asesiné con los ojos. ¿Que no había podido evitarlo?–. Aunque no puedo decir que me arrepienta. Haría lo que fuera para que nunca me apartaras la mirada.

Mi garganta se secó cuando él suspiró y me recorrió con la mirada. Sentí un cosquilleo recorriendo mis labios mientras él fijaba su mirada en ellos.

–Será mejor que me vaya antes de que haga algo estúpido –susurró con un tono seco mientras empezaba a caminar hacia la puerta–. Nos vemos aquí mañana. A las ocho. No llegues tarde... O tendré que ir a despertarte.

Mis mejillas ardieron cuando pensé en algo estúpido, lo cual empeoró con aquella maliciosa sonrisa de despedida. Y a pesar de que me quedé en el gimnasio hasta mucho después de que él se marchara, no fue hasta que me hundí en mi cama cuando procese sus palabras.

–¿Vernos...? ¿A las ocho de la mañana? –gemí mientras hundía mi rostro en la almohada. Algo me decía que esta noche tampoco iba a dormir.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now