Capítulo extra [8]

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LUCY.

Contuve un enorme suspiro mientras sentía como los nervios recorrían cada célula de mi cuerpo al observar la enorme puerta de madera que tenía delante de mí, y que me separaba de mi padre. 

Tras haber estado meditando durante una hora sentada en el suelo de mi habitación, había llegado a la conclusión de que necesitaba contárselo. Necesitaba que me dijera quién era Tobías, necesitaba información sobre él... Y, a pesar de todo, no tenía ni idea de cómo iba a contárselo a mi padre. 

Cerrando los ojos, me preparé para la próxima discusión que iba a tener con él y que iba a suceder en menos de cinco minutos, y levanté la mano con intención de llamar. Sin embargo, mi cuerpo se quedó paralizado cuando la profunda voz de mi padre llegó hasta mí.

–¡¿Qué?!–gritó mi padre desde el otro lado de la puerta. Mi cuerpo entero se tensó al notar que estaba enfadado y preocupado– ¡Eso es imposible! ¿Cómo demonios ha ocurrido?

Mi respiración se cortó cuando escuché otra voz dentro de la habitación, pero hablaba tan bajo que no podía entenderlo. De pronto, empecé a sentir como la curiosidad me embargaba, y no fui consciente de que me había pegado lo máximo que pude a la puerta. 

Por unos instantes me sentí fatal por estar espiando las conversaciones privadas del rey, pero por otro, sentía tanta curiosidad y tanta adrenalina recorriendo mi cuerpo que no me importaba, pues lo único que quería saber era qué demonios había pasado para que mi padre perdiese los nervios... y quién era la persona que estaba ahí dentro. 

* *  * * * * *  *

TOBÍAS.

Contuve una pequeña sonrisa cuando escuché levemente el crujido de la puerta de madera, mientras Lucy se inclinaba sobre ella. Echando un vistazo a su padre, me di cuenta de que estaba tan escandalizado por las noticias que acababa de darle que ni siquiera había notado la presencia de su hija... Al menos, por ahora.

–Es imposible –repitió Damon, levantándose del asiento y pasándose las manos por el pelo, como si aquello pudiera aclararle las ideas–. Las hadas llevan siglos encerradas en su reino, negándose a entrar en contacto con cualquier otra especie. ¿Por qué demonios habrán decidido abrir los portales ahora, cuando la paz reina entre nosotros?

Me mordí la lengua para no responder a eso como quería, pues lo que pensaba de ellas no era demasiado bueno.En contra de todo lo que los humanos pensaban de ellas, las hadas no eran pequeñas criaturas de amable sonrisa y enorme corazón... Ellas eran bellezas guerreras inmortales, de carácter volátil y apariencia frágil, guardianas de los más oscuros secretos del mundo y de todas las verdades... aunque era muy difícil sonsacarlas. Con el paso de los siglos, habían aprendido a mentir sin mentir. 

  –No tengo respuesta para eso –dije, encogiéndome de hombros–. Solo sé que es cierto, pues yo mismo he visto como los portales empezaban a aparecer de nuevo. Sin embargo, no entiendo por qué se sorprende tanto, si usted ya lo intuía, ¿no es cierto? De no ser así, no habría ordenado que me alejara de aquí y de que las vigilara.

 Damon cerró los ojos con fuerza y se dejó caer de nuevo en el sillón.

  –Deseé que no fuera cierto lo que mi padre predijo antes de morir –susurró él, todavía afectado por la pérdida del antiguo rey–. Me dijo que...

En ese momento, el cuerpo del rey se tensó y un pequeño tic apareció en su mandíbula mientras sus rojizos ojos se clavaban en la puerta. Conteniendo una sonrisa, miré por encima de mi hombro a la vez que Damon abría la puerta de su despacho con la mente; Lucy apareció de repente, trastabillando hacia delante y evitando por muy poco caer al suelo. Cuando sus espectaculares ojos se calvaron sobre su padre, sus mejillas empezaron a arder por la vergüenza de haber sido pillada espiando una conversación privada.

  –¿Qué estás haciendo? –las palabras salieron de la boca del rey una a una, muy lentamente, como si estuviera conteniéndose para no explotar. Sus ojos se habían oscurecido mientras observaba a su hija, enfurecido.

–Yo... Pues... Verás... –Lucy empezó a balbucear cosas sin sentido, mientras intentaba encontrar una excusa que la salvara del enorme castigo que se cernía sobre ella. De pronto, ella clavó la mirada en mí y se sonrojó todavía más–. Quería hablar contigo sobre un... asunto, padre. 

  Mi curiosidad aumentó cuando ella apartó la mirada rápidamente de mí, como si le avergonzara admitir que tenía que hablar con su padre de algo. Inclinando levemente la cabeza, la miré embobado mientras ella movía las manos de un lado para otro, como si quisiera encontrar la forma de alejarse de allí.

–Habla –dijo entonces Damon, recostándose en su sillón–. Y hazlo rápido, Lucy. Tobías y yo tenemos muchos asuntos que resolver por ahora.

Los grandes ojos de Lucy se abrieron entonces, y empezó a negar con la cabeza. Sus mejillas habían alcanzado un color rojo brillante. Mi garganta se apretó y empecé a respirar entre dientes, intentando no captar su delicado aroma.

–Me gustaría hablarlo en privado, papá. Por favor –la voz de Lucy salió ahogada, como si no quisiera hablar delante de mí. 

  –Tobías es de total confianza –le respondió entonces, mirándola con cierta curiosidad. El rey nunca podía mantenerse mucho tiempo enfadado con su hija... Ni yo tampoco.

Sin embargo, eso no significaba que no pudiera sentirme herido por el hecho de que ella no confiaba en mí. Para ella, yo era un desconocido que había visitado el castillo un par de veces. Y a pesar de que lo sabía, dolió.

–No importa –respondí mientras ella intentaba encontrar la excusa perfecta para quedarse a solas con su padre–. Volveré dentro de media hora.

Damon clavó sus ojos en mí y pude ver como entendía lo que pasaba por mi mente. Con un suspiro, asintió y esperó a que saliera del despacho para cerrar la puerta de nuevo.

Sin embargo, mientras caminaba por el pasillo, no podía quitarme de la cabeza la imagen de Lucy mientras apartaba su mirada de la mía. 

*  * * * * * * * 

LUCY.

Mi corazón se saltó varios latidos mientras me reprochaba el haber apartado la mirada de la de Tobías mientras él salía del despacho. Sin embargo, no había podido evitarlo... y ahora, me arrepentía de haberlo hecho. Él era mi Compañero de Vida, estaba completamente segura de ello... Sin embargo, había tantas cosas que no sabía de él, que tenía miedo de equivocarme en todo.

Mientras mis miedos me envolvían, escuché como la puerta detrás de mí se encajaba. El pequeño sonido que produjo, me sacó de mi ensoñación.

  –¿Y bien? –preguntó mi padre, mirándome con más curiosidad que enfado–. ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?

Me quedé varios segundos en silencio, mientras pensaba las palabras correctas para explicarle todo lo que pasaba por mi cabeza. 

Mordiéndome el labio, me dejé caer en el sillón en el que minutos antes había estado sentado Tobías, y cuando el leve aroma del vampiro llegó a mí, encontré las fuerzas necesarias para decírselo todo a mi padre.

–He encontrado a mi Compañero de Vida –le solté, y al instante en el que lo hice, me maldije al ver como su rostro palidecía. Al parecer, había encontrado las fuerzas necesarias... pero no las palabras adecuadas–. Y es Tobías.

Segundos después, mi padre maldijo y apoyó los codos sobre la mesa mientras hundía su rostro entre sus manos. Parecía como si acabase de echarle por encima un jarrón de agua fría.

–Lo que me faltaba –gruñó entre dientes. 

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now