[23] Reunidos.

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RICK.

Apoyé la cabeza contra la pared y gruñí entre dientes cuando escuché como la ducha de la habitación de Diana comenzaba a sonar. Ni siquiera podía respirar mientras las palabras de Diana se clavaban profundamente en mi pecho; maldije el tener aquella audición, pues había sido imposible ignorar la conversación que la Loba Blanca y Diana acababan de tener. 

Ella se había rendido. 

Cerré los ojos con fuerza mientras contenía un grito de frustración y dolor. Me estaba volviendo loco el estar tan cerca de ella, necesitaba salir de allí. Lo necesitaba con urgencia. No podía pensar con claridad mientras sabía que la única mujer que alguna vez podría hacerme feliz se había rendido conmigo; le había hecho tanto daño que incluso había conseguido apagar aquel carácter de fuego que tenía. Entonces, recordé las palabras de Jake y el dolor se acentuó todavía más. Le había robado la felicidad, le había hecho daño a pesar de que lo único que quería era justamente eso. 

Maldije por lo irónico que era eso, y me levanté del suelo con rapidez. No podía seguir pensando en esto; había conseguido lo que buscaba: alejarla de mí. Protegerla. A pesar de haberle hecho daño, sabía que era lo mejor para ella. Y para mí.

Y a pesar de que me repetía constantemente aquellas palabras, cada célula de mi cuerpo estaba  gritándome que no fuese capaz de dejar las cosas así. Que entrara en su habitación y le explicara todo, que borrara su dolor. Apreté los dientes con fuerza.

  –No –susurré con la voz ronca mientras salía de la habitación; sin poder evitarlo, miré la puerta conjunta a la mía y maldije de nuevo a Damon. 

Cerrando los ojos con fuerza, me alejé rápidamente de allí. Necesitaba encontrar algo con lo que entretenerme, algo que me distrajera del dolor lacerante que parecía crecer cada vez más en mi pecho o del instinto que tiraba de mí y me ordenaba que cuidase de ella.

* * * * * * * * * *

DIANA.

Miré mi reflejo y noté un cambio positivo en mi aspecto; sin embargo, sabía que había algo realmente mal en mí. Repasé una y otra vez mi imagen, pero me cansé rápidamente cuando no encontré nada perturbador. Suspiré.

Cuando salí a la habitación, guardé las pocas pertenencias que había sacado de la maleta y acaricié el libro de cuero con cariño. A pesar de que aquellas preguntas seguían quemando en mi mente, no tenía fuerzas para buscarles unas respuestas. Lo único que quería era alejarme de allí y sanar mis heridas en paz, a pesar de que sabía que no había cura para ellas.

Cuando lo dejé todo listo, miré la hora y vi que quedaba poco tiempo para que mi padre llegara. Saliendo de la habitación, me tensé levemente cuando pasé por delante de su habitación y no escuché ni el menor ruido; no pude evitar pensar que él había decido hacerle una visita a la loba que había elegido. Mi corazón se agrietó un poco más.

Sin querer pensar en eso, empecé a bajar las escaleras mientras escuchaba el ruido de varias voces en el recibidor de aquella enorme mansión; al parecer, todos habían llegado por fin. Poniendo la sonrisa que llevaba varios minutos ensayando, bajé con mayor rapidez las escaleras y me lancé a los brazos de mi padre en cuanto pisé el suelo del recibidor e ignoré a todos los demás.

Escuché su carcajada sorprendida mientras yo hundía el rostro en su cuello, buscando un consuelo que él no sabía que necesitaba. 

  –Te he echado mucho de menos –dije en voz baja, intentando que no me temblara la voz. Su cabello negro rozaba mis mejillas y sus fuertes brazos me envolvían como una manta. Su olor, tan familiar para mí, reconfortó una parte de mi alma–. Muchísimo.

–Vaya, nunca te he visto tan cariñosa... ¿Ha pasado algo especial? –preguntó él con una sonrisa divertida pero con sus ojos brillando con algo de preocupación. Me maldije entre dientes y me solté de su abrazo. 

  En cuanto lo hice, me di cuenta de que todos tenían su mirada fija en mí. Sin embargo, solo Damon, Rebecca, Jake y Amalia sabían realmente todo lo que había ocurrido. Y esperaba que siguiese así.

–No–negué con la cabeza, forzando una sonrisa–.  Nada.  Solo estoy ganando puntos para el regalo de mi próximo cumpleaños.

Los ojos de mi padre se entrecerraron levemente y casi creí que había descubierto mi farsa; sin embargo, al instante sonrió y soltó una carcajada.

  –Eso ya me parece más normal –él me guiñó un ojo y abrió la boca para decir algo más. Sin embargo, fue interrumpido por la profunda voz de Lucan.

–Bienvenidos –el rey vampiro se acercó silenciosamente. Cada vez que le veía, su apariencia joven me hacía olvidar todos los siglos que aquel hombre llevaba sobre sus espaldas. Sin embargo, aquella mirada roja oscura me recordaba cuán poderoso era–. Lamento haberos hecho esperar. La sala de reuniones está lista.

Todo el mundo se quedó en silencio, sabiendo que el único tema que se debía discutir era algo incómodo para todos. La inesperada muerte de Corina y Marcella en extrañas circunstancias había creado ciertas tensiones entre la Manada de Jake y Marie, y eso era algo que no se podía permitir.

 Por eso se había decidido hacer esta reunión. 

Sin embargo, me molestó el saber que Rick no estaba presente; pese a que me maldije a mí misma por preocuparme por ello, no podía evitarlo. Si este problema no se solucionaba, las tensiones podrían generar problemas. Maldije entre dientes. ¿Dónde demonios estaba?

No obstante, no tardé mucho en encontrar respuesta. En cuanto entramos en la enorme sala de reuniones, mi corazón empezó a latir con fuerza y unas terribles ganas de llorar me inundaron cuando le vi sentado a la mesa. En cuanto entré, sus ojos se clavaron en los míos y mi garganta se apretó. No iba a aguantar allí, y lo sabía. No llevaba ni un minuto en la misma sala que él, y ya había conseguido que mi falsa expresión se agrietara. Maldije mentalmente a aquellos ojos grises que me seguían mientras todos nos sentábamos.

Sin poder evitarlo, su olor llegó hasta mí y me alegró saber que no había ningún rastro de Ariadna en su piel. Cerré los ojos con fuerza, hasta que una mano se posó sobre la mía. Clavando mi mirada en la enorme mano morena, alcé los ojos para encontrarme a Jake sentado junto a mí, con una expresión seria. Mi garganta se apretó y entrelacé mis dedos con los suyos; sin embargo, le lancé una mirada dudosa a Amalia, pensando que podría molestarle... hasta que me di cuenta de que estaba regalándome una sonrisa. 

Solté el aire lentamente y miré a Rick de nuevo. Sus ojos estaban clavados en la mano que tenía entrelazada con Jake, pero su expresión era tan fría como siempre. Maldije en voz baja.

–Bueno, ahora que por fin hemos vuelto a reunirnos –dijo entonces Lucan, cuando todos nos quedamos en silencio–. Es hora de que comience la reunión que llevamos meses preparando.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now