[37] Búsqueda.

7.3K 815 43
                                    

DIANA.

Caminaba rápidamente por el bosque, siguiendo las grandes zancadas de Rick y apretando con fuerza su mano, que estaba ahuecando la mía. Sentía el estómago revuelto ante la expectativa de conocer al padre de Rick; sobre todo, de conocerlo en el estado tan furioso y agresivo que estaba describiendo Alan en ese momento.

  –Ha estado a punto de arrancarme un brazo cuando me he acercado a él –decía Alan, con un tono cenizo y sombrío, como si le doliera pensar que su Alfa pudiera haber hecho algo así–. Ni siquiera con los cachorros es capaz de tranquilizarse, y ninguna mujer ha querido que tu padre se acercara a los críos... Nadie puede acercarse a él para inyectarle un tranquilizante, por eso tuvimos que recurrir a ti.

Rick escupió una maldición que hizo que parpadeara sorprendida. Jamás lo había visto así, como si cada palabra que escuchara destrozase algo dentro de él. Mirándome de reojo, pude ver algo preocupación en su mirada. Mi corazón se apretó por ello. 

  –Cuando lleguemos, quiero que mantengas segura a Diana –le dijo seriamente Rick, sorprendiéndome–. Mi padre le atacará sin pensárselo cuando no reconozca su olor, sentirá que es una amenaza para la manada y hará lo imposible para eliminarla.

  –Como ordenes, Alfa –le respondió Alan al instante, mirándome como si fuera algo delicado y muy importante. Tuve que contener un bufido. ¿Por qué demonios pensaban que necesitaba protección? No era una loba indefensa, sabía cuidarme de mí misma... ¡Y no quería separarme de él!

Sin embargo, no dije palabra alguna. Después de ver el trato que recibía en la Manada de Marie, no quería desafiar el mando que Rick tenía aquí. Él se merecía el respeto que Alan le daba, y aunque me costó horrores no decir lo que pensaba al respecto, me mordí la lengua y guardé silencio.

El camino de regreso a la aldea fue un trayecto corto, pues Rick caminaba tan rápido que tenía que casi tenía que correr para seguir su ritmo. 

Cuando llegamos a la aldea, me di cuenta de que la paz que había reinado hacía un par de días, ahora había desaparecido. Las calles estaban vacías de ancianos, mujeres y niños. Lo único que se veía era a un enorme grupo de lobos reunidos y preparados. Cuando Rick se acercó a ellos, todos fijaron sus miradas en él. Sin embargo, Rick solamente clavó su mirada en el que estaba más adelantado que los otros; tras varios segundos de confusión, recordé que era el lobo que me había fulminado con la mirada cuando aparecí aquí por primera vez... El lobo que recorría los alrededores.

Al instante, el lobo se transformó en un hombre adulto. Sus rasgos eran angulosos, fríos y serios, y aunque me incomodó darme cuenta de que no llevaba aquella tela que resistía a nuestra transformación, a nadie más pareció molestarle.

  – Alfa –saludó entonces el lobo, con una voz ronca y pastosa, como si llevara años sin pronunciar palabra. Cuando clavó su mirada en la de Rick, la vergüenza pareció manchar sus rasgos–. Lo lamento, Alfa. No pudimos contenerle más... Es demasiado fuerte para nosotros. Simplemente rompió las cadenas y huyó hacia el norte. No nos atrevimos a seguirle, pues nos habría matado si lo hubiese notado.

Rick apretó los dientes con fuerza y negó con la cabeza. 

–Eso no importa ahora –Rick me soltó entonces la mano y dio un paso al frente–. Lo único en lo que tenemos que pensar es en atraparlo.

–¿Cómo lo haremos? –preguntó entonces Alan.

–No lo sé–confesó Rick con la mandíbula apretada–. Mi padre lleva en estos bosques toda su vida. Conoce cada detalle de este lugar a la perfección, y que esta maldita maldición haya aumentado sus instintos y sus cualidades le convierte en alguien imposible de atrapar.

 Los lobos se quedaron en silencio mientras la verdad caía sobre ellos. Al parecer, el padre de Rick era un ser único... En todos los sentidos. Sin embargo, recordé lo que habían dicho mientras veníamos hacia aquí y mi garganta se secó al ver una posibilidad.

  –Rick –susurré con le estómago apretado, llamando la atención de todos. Los ojos plateados de mi Compañero me miraron fijamente, casi sorprendido de que me hubiese atrevido a hablar–. Creo que sé la forma de que le atrapéis.

Rick frunció el ceño, confuso ante mis palabras. 

  –¿Cuál es? –preguntó Alan ansioso por saberlo–. Vamos, loba. No podemos perder el tiem...

  Rick gruñó entonces y miró fijamente a Alan. Su rostro se había vuelto frío al instante.

–No le hables así a mi Compañera, Alan. Nunca más, por ninguna razón ¿Lo he dejado claro? –dijo Rick fríamente, amenazándolo abiertamente. El lobo mayor que Rick tragó saliva y asintió. Cuando Rick clavó su mirada en mí, su expresión de suavizó–. ¿Qué tienes pensado?

Sentí el nerviosismo recorriéndome junto con la felicidad de que tomaba mi palabra tan en serio como la de cualquier lobo que había allí. Sin embargo, sabía que lo que le iba a ofrecer no iba a hacerle gracia alguna.

–Antes le ordenaste a Alan que me protegiera y que me mantuviera segura de tu padre, pues él pensaría que era una amenaza y me atacaría, ¿verdad? –mi garganta se comenzó a secar mientras el ceño de Rick empezaba a pronunciarse, entendiendo lo que quería decir–. Tu padre es un Alfa en toda regla. Aunque la parte animal le haya dominado, sigue existiendo aquella parte territorial que le hace atacar a cualquier extraño que se acerque a su territorio. He pensado que quizá podría seguirle lo suficiente como para que notase mi olor y me persiguiese.

–Es una buena idea –dijo entonces Alan, sonriendo ante la idea de que hubiese encontrado una solución. Una pequeña sonrisa se extendió por mis labios al ver que todos los lobos que habían allí me miraban asombrados... menos uno.

–De ninguna maldita manera, Diana –espetó entonces Rick, apretando los dientes. Su mirada plateada lo decía todo: esta más que furioso–. No voy a ofrecerte en bandeja a mi padre, no ahora que está descontrolado. Si te atrapa, no durarías ni medio minuto contra él. ¡Te mataría!

 Apreté los labios en una fina línea, frustrada.

–¿Y qué otra idea tienes en mente, Alfa? –le pregunté seriamente, con una ceja alzada y una mirada irónica–. Es la única forma que tienes de que tu padre vuelva. Tienes que dejarme hacer esto.

–Diana, creo que no estás entendiendo la parte esencial de todo esto: él te matará en cuanto te atrape –Rick casi gritó, furioso. Jamás había visto aquella mirada en él, como si estuviera tan asustado que solo pensase en defenderse de lo que le asustaba. Mi corazón se estremeció–. No voy a permitir que lo hagas.

–No puedes impedírmelo –sonreí con entereza, a pesar de que por dentro estaba temblando–. Soy la más rápida de los Sucesores. Puedo conseguirlo, Rick. Confía en mí.

Después de lo que Rick me había contado sobre lo que ocurriría si su padre desaparecía sin legar su posición de Alfa, no estaba dispuesta a permitirlo. 

  –No –se negó, tozudo. 

Yo me acerqué a él con el ceño fruncido y negué con la cabeza, alzando la mano y acariciando su mejilla. Su mandíbula se tensó cuando apretó los dientes. 

  –Sí –le entregué una sonrisa, aunque sabía que él estaba terriblemente enfadado–. Para él, seré una presa rápida y pequeña. Me estaré moviendo continuamente entre los árboles, así que no podrá abalanzarse sobre mí. Lo atraeré hacia donde vosotros me digáis, y antes de que me ocurra nada, tú estarás ahí. Sé que puede salir bien, Rick. De todas formas, no tienes más remedio que aceptarlo. Me necesitas para esto. 

Rick apretó los dientes y gruñó con furia, agarrándome el rostro con las dos manos. Sus ojos plateados brillaban furiosos y frustrados; por su expresión dolida, le costó un mundo pronunciar palabra:

–De acuerdo –gruñó él, acercando su boca a la mía. Cuando nuestros labios se rozaron, el susurro que salió de su boca me hizo estremecer, pues sabía que era cierto–. Pero como te dejes atrapar, como él te haga daño, le mataré. Y me importará bien poco las consecuencias que traiga consigo, ¿está claro?

Mi garganta se apretó con sus palabras. Cerrando con fuerza los ojos y sintiendo como una especie de vértigo me envolvía, asentí.

Segundos después, él me besó. 

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now