Capítulo extra [10]

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TOBIAS.

Entré en aquellas viejas cocinas en las que había pasado la mayor parte de mi vida, y no pude contener una sonrisa cuando vi todos aquellos rostros de las personas que consideraba mi familia. 

Ellos no se habían dado cuenta todavía de mi llegada, y aproveché aquellos segundos mientras recordaba el enorme giro que había pegado mi vida en aquella cocina, cuando me ofrecí para servir a Amalia en lo que necesitaba... Y en todo lo que vino después. Quizá, si no me hubiese atrevido a ayudarla, mi vida habría sido muy distinta, y en estos instantes habría estado trabajando con ellos, como un sirviente más. 

Sin embargo, no me arrepentía de nada: gracias a todo lo que pasé conseguí un enorme poder, y con él, la oportunidad de ver el mundo... y de proteger a las personas que me importaban.

En ese instante, ella apareció ante mis ojos, todavía sumergida en sus quehaceres. Con una enorme bandeja en sus manos y con un pañuelo atado a su frente, observé como mi madre lanzaba órdenes a todos los demás. Sin embargo, cuando notó que estaba ahí, su cuerpo se paralizó.

Mi corazón se aceleró cuando vi sus brillantes ojos rojos, húmedos por las lágrimas. Mi garganta se apretó mientras le sonreía débilmente, acercándome a ella. Habían pasado años desde la última vez que la vi: las misiones que el Rey me había ordenado cumplir mientras aprendía a controlar mi poder habían impedido que pudiera volver a verla, pero ahora había vuelto... Y estaba aquí.

  – ¿Tobías? –susurró ella, dejando la bandeja sobre una enorme mesa–. ¿Hijo?

Sin poder decir nada, asentí levemente. Al instante, ella se lanzó a mis brazos y me apretó con fuerza, como si no pudiera creerlo.

–¡Dios mío! ¡Has vuelto por fin! –ella se separó de mí mientras se reía entre lágrimas, agarrando mi rostro entre sus manos–. Mírate, por favor, cuánto has crecido... ¡Y qué guapo estás!

Me eché a reír mientras volvía a apretarla en un fuerte abrazo. Cuando nos volvimos a separar, fue el turno de todos los demás para saludarme. Uno a uno, saludé a todas aquellas personas que lo habían sido todo para mí.

Pasé toda la mañana allí, con ellos, contándoles todo lo que podía sobre mis viajes, hasta que llegó un joven sirviente con el rostro desencajado por el miedo.

  –¡Un hada! ¡Hay un hada en el castillo!

Mi cuerpo se tensó al instante mientras el joven vampiro nos contaba lo que estaba ocurriendo en el vestíbulo del palacio: una joven hada había paralizado a varios guardias, y estaba encarándose con el rey y la princesa. 

En cuanto fui capaz de procesar lo que había oído, mi corazón se paralizó por unos segundos. Me levanté de la silla y salí con rapidez de la cocina, mientras oía como mi madre gritaba mi nombre; sin embargo, yo no podía pensar en otra cosa que no fuera alejar a Lucy lo más rápido posible de aquella hada.

Cuando llegué al vestíbulo, tuve que contenerme para no lanzarme hacia ella y abrazarla con fuerza, pues el peligro ya se había ido. Repasé a Lucy con la mirada, observando como ayudaba a uno de los guardias a recuperarse, y supe en ese momento que no aguantaría mucho tiempo más cerca de ella sin decirle quien era.

Suspirando de alivio al saber que ella se encontraba perfectamente, me alejé de allí con el único objetivo de encontrar a esa hada y de preguntarle qué demonios hacía aquí.

* * * * * * * * *

Salí del palacio sin ser visto, persiguiendo el débil rastro de poder que la joven hada dejaba tras de sí. Mientras la perseguía por el bosque que rodeaba la ciudad, me di cuenta de que ella sabía que la estaba siguiendo. Maldije entre dientes.

Llegué a un pequeño claro del bosque, donde un enorme árbol había caído años atrás. Mirando a mi alrededor con cautela, noté que la presencia del hada estaba allí... Muy cerca.

  –Vaya, vaya... Qué agradable sorpresa encontrarte aquí –la dulce voz musical inundó el lugar, y mi cuerpo se tensó cuando la reconocí. Gruñí entre dientes y maldije en voz baja. ¿De todas las hadas que había en aquel mundo, tuvo que venir ella?–. Pero si está aquí mi joven vampiro... Dime, ¿has recuperado ya aquello que tanto ansiabas?

Girándome y clavando la vista en el árbol del que procedía la voz, tragué saliva mientras del tronco empezaba a salir una esbelta figura femenina. Había sido un error comenzar a seguirla sin pararme a pensar en la enorme ventaja que el hada tendría en el bosque. Ella había estado jugando conmigo, riéndose de mí.

  –¿Qué demonios estás haciendo aquí, Faye? –mi voz salió entre dientes mientras su figura salía completamente del árbol, dibujándose su contorno. 

Cuando clavé mi mirada en la suya, me di cuenta de lo mucho que había crecido desde la última vez que la vi: la joven princesa había alcanzado la madurez en pocos años, convirtiéndose en una hermosa mujer. Sus ojos verdes brillaron con diversión mientras me recorría con la mirada.

  –He venido a hacerle una visita al rey... y a su preciosa hija –un gruñido salió de mi garganta al oír como nombraba a Lucy. Sin embargo, ella me ignoró y continuó hablando–. Mi madre tenía razón en cuanto a ella, tiene un poder espectacular–sus ojos volvieron a clavarse en los míos–. Has elegido bien, vampiro.

Apreté los dientes para no lanzarme sobre ella. Después de todo lo que había aprendido sobre aquellos seres en cuanto al poder se refería, no quería que ninguna de ellas se acercara lo más mínimo a Lucy. No podía permitirlo.

  –¿Por qué ahora, Faye? ¿Por qué tu madre no decide quedarse en aquel maldito reino que creó para vosotras? Si volvéis...

Los ojos del hada se oscurecieron rápidamente. Sin querer apartar la mirada, noté el enorme poder que empezó a fluir por su piel, demostrando la enorme energía que poseía. 

–Este es nuestro reino, vampiro. Este, y no otro. Nos obligaron a abandonarlo cuando comenzaron a quemar y a destruir nuestros bosques, pero estamos hartas de observar como hacéis desaparecer todo lo bueno que hay en este mundo. Vamos a volver, queráis o no, porque es nuestro derecho y no vamos a permitir que nos lo arrebatéis. 

Observé como ella fruncía los labios, como si hablar de todo aquello le pusiera furiosa. Sin embargo, notaba algo distinto en su comportamiento: ella estaba ocultando algo más bajo todo aquello... La verdadera razón por la que habían vuelto. Entrecerré los ojos y ladeé la cabeza, observándola fijamente.

  –¿Esa no es la única razón, verdad?–susurré entonces.

Los hombros del hada se tensaron y masculló algo en un idioma tan antiguo como el propio mundo. Cerrando los ojos, ella se giró y comenzó a alejarse de mí. Aunque intenté seguirla, noté como mi propio cuerpo se paralizaba. Maldije entre dientes, sabiendo que jamás conseguiría soltarme de su poder en el bosque, cuando ella era más poderosa.

  –No olvidéis nuestra cita, vampiro. Dentro de tres noches, bajo el árbol más anciano de todo el bosque... Y no olvides traer a aquella preciosa híbrida. Mi madre estará encantada de conocerla.


LAMENTO MUCHÍSIMO, MUCHÍSIMO, MUCHÍIIISIMO LA TARDANZA. 

El próximo capítulo aparecerán por fin Tobías y Lucy ^^ Espero que os guste.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now