[38] ¿Persiguiendo... O perseguida?

7.4K 779 18
                                    

La tierra crujía bajo mis patas mientras corría con agilidad colina arriba, siguiendo el leve rastro que el enorme lobo había dejado tras de si. El aire frío hacía mucho tiempo que había congelado mis pulmones; mis músculos llevaban horas gritándome para que parara a descansar... Pero no podía. 

El anochecer estaba cada vez más cerca, y con ello, la hora del ritual. A pesar de que sentía como mi corazón se marchitaba a cada paso que daba, pues estaba buscando al padre de Rick para que le legara aquella maldición a su hijo, sabía que preferiría mil veces eso a lo que Rick me contó que les sucedería a todos ellos si la maldición no se legaba.  

Un estremecimiento recorrió mi columna mientras recordaba las sombrías palabras que Rick me había dicho mientras habíamos estado en la cama: ''Aquella anciana nos odiaba a todos, incluso a su hermano. Mi madre me contó que la locura había acabado con ella cuando pronunció la maldición, que había destruido su alma en el proceso de conseguir su venganza. No solo nos maldijo a ser salvajes e instintivos, sino que si la maldición no continuaba a lo largo de los siglos, ambas Manadas tendrían una muerte cruel y lenta, y ninguna alma podría descansar jamás, como la suya nunca lo haría por la atrocidad que estaba cometiendo. Nos sentenció a muerte a todos nosotros, a vivir una vida cruel y aislada de los demás... Y aunque me gustaría creer que la anciana había perdido cualquier rastro de razón pronunció esta maldición, no puedo evitar sentir odio hacia ella, pues se aseguró que no hubiese forma de acabar con este infierno... Nunca.''

El pensar que aquel podía ser el destino de Rick si no encontraba a su padre, me hacía temer de verdad. Preferiría mil veces vivir lejos de él, de su calor, de su voz y sus miradas, a saber que murió mientras podría haber hecho algo para remediarlo. 

Cuando llegué a la cima de la colina, no pude evitar echar un vistazo atrás. La visión del extenso bosque fue sobrecogedora; sin embargo, mi mirada se quedó clavada en el lago al que debía llevar al padre de Rick. Mi estómago se apretó al ver la enorme distancia que nos separaba, y por un momento llegué a pensar que no lo conseguiría. 

Negando con la cabeza para despejarla de cualquier pensamiento negativo, me negué a creer que eso pudiera suceder. Lo lograría. Por Rick, y por mí misma. Alzando la mirada hacia el cielo, clavé mi mirada en el sol, en el tiempo que me quedaba. Unas horas. Solo unas horas. 

Tenía que conseguirlo.

Con un gruñido, me giré y continué corriendo, esta vez con más velocidad que nunca. Interiormente, sonreí.

* * * * * * * 

RICK.

Habían pasado dos horas desde que Diana había salido corriendo tras el rastro de mi padre. Los nervios me quemaban por dentro mientras miraba el cielo que estaba a punto de oscurecer. Quedaba solo una hora antes de que las Manadas empezaran a reunirse aquí, en el lugar en el que ocurrió todo por primera vez. 

Mi mirada de paseó por la orilla del congelado lago; la tierra, de un color inusualmente oscuro, parecía recordar toda la sangre que la había manchado veinte años atrás. Mi garganta se apretó cuando un afilado aullido rompió el silencio del bosque. Una bandada de pájaros salió volando a la vez que Alan salía de entre los arbustos, convertido en un enorme lobo. Cuando se transformó en humano, sus ojos azules parecían brillar con nerviosismo e inquietud.

  –Diana está cerca. Dentro de poco se adentrará en el claro... Tu padre la sigue. Si no llegamos a tiempo, no sé si... 

Gruñí con fuerza y él se quedó en silencio. 

  –¡Protegerla a toda costa! –ordené furioso, sintiendo como el frío miedo se clavaba en mi estómago. Alan se transformó al instante en lobo y salió corriendo en dirección del claro al que Diana estaba dirigiendo a mi padre. Varios lobos le siguieron. El simple hecho de pensar que mi padre podía tener a Diana a su alcance, hacía que me estremeciera con fuerza. Todavía recordaba los cuerpos mutilados de las lobas que le pedí que asesinara. Cerré los ojos con fuerza. Girándome, miré a varios lobos jóvenes que estaban transformados en humanos, pálidos como la luna que empezaba a asomarse en el cielo–. Quedaos aquí. Si alguien de la otra Manada aparece, aseguraos de que no interfiere en esto. Mi padre no reconoce a nadie, y en cuanto huela a alguien ajeno a su manada, atacará. Incluso si es mi madre. ¿Lo habéis entendido?

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now