Déjame Odiarte [10]

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Voy a morir, lo juro.

—¡Oliva Grey! —chillo para que pueda escucharme—. Juro que como no pares ahora mismo, me siento aquí y no me muevo en todo lo que queda de día.

—¡Exagerada! —exclama ella mientras sigue andando. Mientras tanto, yo cumplo con mi amenaza y me siento en el caliente suelo— ¡Vamos! Ni siquiera hemos visitado ni una cuarta parte de la ciudad.

—¡Venga ya! Tenemos tiempo —argumento—, podemos visitar otras lugares otros días. Yo no sirvo para andar tanto, además, ¡me va a dar una insolación!

—¿Y qué quieres? —al final acaba cediendo y vuelve sobre sus pasos hasta llegar a mi lado— ¿Qué apague el sol?

—Deja el sarcasmo. —la fulmino con la mirada.

—Venga, levántate de ahí —me pide algo aburrida de mi—. Ahora, vamos a la playa.

—Luego nos vienen a recoge, eh —ya que tenemos a Alex, debemos aprovecharlo—. No pienso volver andando.

—Y luego tú eres mi hermana. ¡Si no te pareces en nada a mi!

—Claro que no, como no somos físicamente iguales... —respondo sarcásticamente.

—Bueno, eso de físicamente... Las dos sabemos que la mayor siempre se lleva la mejor parte. Ahora, levántate de una vez, vaga.

—Creída. —digo levantándome del suelo con su ayuda. Ambas comenzamos a caminar siguiendo el camino indicado.

—Al menos, te gustará la playa, ¿no? —comenta cuando ya podemos apreciar el mar de lejos.

—¿Estás de broma? —la miro incrédula— Si pudiera, me quedaría a vivir en ella.

Olivia, cómo no, enseguida piensa en responderme. Pero al instante, ella se calla y solamente centra su vista al frente. Genial, ¿qué le pasa ahora? Su cara cambia radicalmente; esta vez, a una de alegría. Empieza a saltar en el sitio y a darme golpes en el hombro cual niña pequeña.

—¡Olivia! —grito sorprendida— ¿Quieres parar? ¡Me haces daño!

Haciendo caso omiso a mis quejas sigue con sus golpecitos, mientras exclama toda emocionada:

—¡Están construyendo un escenario! ¡Oh, y los adornos! ¿Sabes qué significa eso, hermana? —grita en un tono que deja al descubierto su emoción.

—Pues obviamente no. Para de golpearme, pesada. —y por fin, me hace caso y se gira hacia mi.

—Fiesta. —se limita a decir. Su mirada se ilumina.

—¿Fiesta? ¿qué?

—Te lo tengo que explicar todo —suspira resignada como si de verdad le costase contarme lo que está aconteciendo ante nuestros ojos—. Dentro de una semana por desgracia, comienzan las clases, tú incluida, por cierto. Así que aquí siempre se hace una fiesta para despedir el verano. Justamente —añade señalando al frente—, esta fiesta que estás observando aquí. Y nosotras vamos a ir sí o sí.

—Olivia, no estoy para fiestas. —sentencio al instante. Ella me observa seriamente.

—¿Qué has hecho con mi hermana? —me cruzo de brazos sabiendo lo que viene a continuación. Hay facetas que nunca cambian— ¿Dónde está la Kim divertida que se lo pasaba genial bebiendo? ¿la has secuestrado y suplantado la identidad? ¿te la has comido?

—No seas ridícula —ella tiene la intención de contradecir mis palabras, pero no dejo que siga hablando—. Soy la misma. Simplemente, no me apetece ninguna fiesta.

Déjame Odiarte ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant