Déjame Odiarte [27]

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Llaman a la puerta. Veinte minutos de retraso. Debería haberle advertido que la paciencia no es uno de mis fuertes. Menos mal que vivimos solamente a un par de minutos.

Camino hacia la puerta y, al abrirla, me lo encuentro apoyado en ella con una guitarra colgada al hombro. No sabía que tocaba.

Oh claro, no sé nada de él.

—Hola William. —intento por todos los medios mantener la calma. Él levanta una ceja al mismo tiempo en el que se incorpora y su mirada recorre todo mi cuerpo.

—Siempre que pronuncias mi nombre completo es por algo malo.

—Tú mismo lo has dicho—y mis ojos se clavan en los suyos mientras yo voy pensando internamente en cómo matarlo por hacerme perder el tiempo—. Por cierto, ¿sabes la hora qué es?

—Oh, eso.

—Sí, eso. —y lo poco que me queda de calma se evapora cuando su respuesta es una sonrisa burlona—. ¡No tienes excusa!

—Señorita Grey —Ágata llama nuestra atención provocando que nuestra conversación quede en el aire. Después de informarme de que mi padre quiere hablar conmigo, se despide de nosotros al mismo tiempo en el que yo me vuelvo a girar hacia él, quien sigue manteniendo esa sonrisa.

—¿Qué? —pregunto cortante mientras él entra en casa como si nada.

—Señorita Grey. No sabes lo bien que suena eso. —y su susurro en mi oído es capaz de provocarme en escalofrío.

Comienzo a subir las escaleras pensando en qué demonios puede querer mi progenitor en estos momentos. Sé que Will me está pisando los talones por los inoportunos comentarios que no para de soltar.

—Bonitas vistas.

—¿Quieres que te tire por las escaleras? —maldigo por tener que tenerlo justamente detrás mía, así que cuando alcanzamos el segundo piso, espero unos segundos para tenerlo al lado.

—¿Papá? —llamo antes de abrirla sin esperar una respuesta de su parte.

—Kimberly, tengo que... —pero se detiene cuando observa que no me encuentro sola. El tono con el que se dirige a él provoca que me sorprenda y que Will se tense a mi lado—. ¿Qué haces aquí, chico?

—Vengo a hacer un trabajo con su hija, señor. —Will mantiene la calma mientras continúa su seca conversación con mi progenitor. A ninguna de los dos le agrada la idea de encontrarse aquí.

—¿De qué es el trabajo? —pregunta como si de verdad le importase. Sé que solamente lo hace para molestar.

—Música —respondo antes de que alguno de los dos pueda añadir algo más—. Tenemos que coger una canción, cambiarla a nuestro gusto y cantarla. Tenemos demasiado trabajo, así que, ¿qué es lo que querías?

—Oh, nada. Ya te lo comentaré más tarde —responde lentamente recorriéndonos a ambos con la mirada—. Por cierto, no pensarás ensayar en la habitación, ¿verdad?

Lo observo extraña como si acabase de decir la mayor insensatez del universo. ¿Acaso eso importa? Pero aún así, decido contestar con una repuesta simple.

—No, pensaba ensayar en el salón. ¿Por qué?

—¿No vamos a tu habitación? —ahora es Will el que pregunta. Tanto mi padre como yo lo observamos sin poder evitar pensar mal. Y con razón, Will siempre tiende a llamar la atención.

—Will vamos, que no tenemos tiempo. —tiro de él y lo saco de allí antes de que mi padre lo acabe matando con la mirada.

La vergüenza que siento ahora no se puede comparar con nada.
Ambos caminamos en silencio dejando atrás la segunda planta para dirigirnos al lugar en el que vamos a ensayar. Y sí, sigue sin ser mi habitación.

Déjame Odiarte ©Where stories live. Discover now