Déjame Odiarte [21]

1.8K 101 24
                                    

Tres días. Tres malditos e interminables días. Esa es la cifra que ha pasado desde la última vez que he visto la luz; porque desde entonces, me he pasado los minutos, las horas y los días encerrada en estas cuatro paredes. ¿Sabes qué hacer tanto tiempo encerrada sin poder salir para entretenerte? Yo tampoco.
He contado cada baldosa, cada libro y hasta me estoy pensando contar todos los pelitos de la alfombra como siga aquí metida.

Lo único bueno de todo es que al menos a alguien le ha hecho bien. Al parecer, ejercer presión a la fuerza en una zona dañada, no es una muy buena idea. Mi tobillo parecía una berenjena cuando me desperté en la tienda de campaña por culpa del dolor. Me alegró ver que la persona que me había ido a recoger era el caliente y sexy amigo–chofer de mi padre: era muy de noche y aún me encontraba demasiado dormida como para inventarme una buena excusa.
Eso sí, mi progenitor no lo ha dejado pasar, y ahora, me tiene controlada las veinticuatro horas del día.

Volviendo al tema de antes, me he pasado setenta y dos horas con el tobillo vendado y en reposo. Y no creo que tanto descanso —a la larga, porque a todo estudiante le gusta no ir a clase— sea muy bueno para alguien acostumbrado a una rutina.
Hasta se me ha pasado por la cabeza que la idea de salir andando al instituto no es tan mala.

Por desgracia —o por fin—, mañana volveré a comprobar si esa idea es tan descabellada como pienso, ya que hoy se acaba mi último de día de descanso. Y algo me dice que el infierno donde todos los secretos vuelan —también llamado instituto— ha estado muy activo estos días.


—Te estás quedando conmigo —afirmo decidida. Pero ella sigue negándolo—. ¿Me estás diciendo que han visto a la estrella del pop con ese cantante canadiense? ¿el que está buenísimo?ella vuelve a insistir igual de emocionada que yo—. Lo que daría conocer a Nancy y poder vivir lo que a ella le pasa.

—El problema es que se encuentra al otro lado del país —al instante, añade:—. Pero podemos ir cuando queramos, creo que el dinero no es un problema para nosotras.

Y esto demuestra que toda parte mala tiene su lado bueno.

Ambas nos encontramos cotilleando sobre todo lo que ha pasado estos días. Y aunque hay noticias que no son nada interesantes, otras se pasan de increíbles.

Sin embargo, dejo de prestarle atención cuando visualizo a lo lejos una mata de cabello castaño acompañado de un metro ochenta.
Mis piernas comienzan a andar inconscientemente sin que yo se lo haya ordenado. Dejo a mi pobre amiga con la palabra en la boca y me encamino hacia el recién llegado.
Pero cuando sus ojos conectan con los míos y observo que pasa a mi lado con un semblante totalmente serio y sin ni siquiera saludarme, mi sonrisa radiante se borra por completo.

¿Per–dón? ¿Qué mosca le ha picado? ¿Acaso huelo mal o tengo la gripe?
Me gustaría pensar que no ha pasado de mi por nuestro diferente grupo y entorno social, pero hay algo dentro de mi que no me permite desechar esa idea.

—No voy a preguntar nada porque ya tengo la respuesta —Peter mantiene el mismo semblante de sorpresa que yo. Al menos sé que esto no ha sido una alucinación mía—: William es idiota.

—Tremendamente idiota. —lo corrijo en un tono ¿enfadado? ¿indignado?

¿Él piensa ignorarme? Yo también sé jugar a ese juego. Y siempre dicen que el que ríe último ríe mejor.

— ¿Te acompaño a clase? —se ofrece cambiando rápidamente de tema.

Asiento intentando no pensar más en el tema de antes.

Menos mal que Peter sí que es diferente a todos los demás. O al menos espero de verdad que lo sea, ya que no me apetece llevarme una desilusión con él; parece que no le importa en absoluto lo que puedan decir o pensar de él. Me alegra pensar que se está volviendo un gran amigo, y sé que él sí merece la pena.

Déjame Odiarte ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang