Déjame Odiarte [22]

1.4K 92 20
                                    

El lugar donde me encuentro lo tengo que compartir con siete personas más. Es pequeño, téticro, huele mal y, para rematar, unos hierros de metal impiden nuestra salida.

Nunca pensé que lo diría, pero he pasado la larga noche en la cárcel.

Todavía recuerdo la presión que las esposas ejercían en mis muñecas, pero por suerte, no duraron demasiado ya que en el instante en el que nos metieron en el coche, nos las retiraron sin decir nada.
Y digo nos porque me he pasado todas estas horas pegadas al ojiazul como si yo formara parte de él. Seguramente piense que soy peor que un grano en el culo. Por alguna extraña razón, todos los agentes parecían tenerle algo así como respeto, y tenía la sensación de que yo era la única persona que no entendía absolutamente nada. Y nadie parecía estar dispuesto a pararse y relatarme qué es lo que pasaba.

Uno de los vagos recuerdos que conservo de la noche de ayer —además de vomitar todo el alcohol— es la insistencia de Will ripitiéndonos una y otra vez que no nos encontrábamos en la “verdadera prisión”. Aunque eso sí, nos trataron como tal.

Recuerdo también la voz alterada de Olivia al enterarse del lío en el que me había metido. Una agente nos dio la oportunidad de realizar una única llamada, y como en esos momentos no podía recordar ningún número, el de mi hermana fue el primero que logré marcar.
Will declinó la oferta de realizar la llamada, exponiendo que, seguramente, “ya se habrán enterado”.
Tampoco se paró a explicarme qué significaba eso.

—¿Has dormido bien? —su voz provoca que vuelva a la realidad, volviendo a notar la fría pared de este incómodo cúbito. Se aproxima a mi lo justo para comenzar a notar cómo su calor corporal se junta con el mío.

—Peor que nunca.

—Pronto saldremos de aquí, te lo prometo.

—No debería haber hecho caso a Ryder —ese pensamiento se me escapa sin querer; me encuentro tan cansada que ya no puedo controlar ni lo que pienso—. Soy una idiota.

—Lo eres —responde de forma instantánea ganándose una mirada de reproche por mi parte—. ¿Qué? Deberías haberme hecho caso a mi, pero eres una cabezona.

—¿Qué fue exactamente lo que pasó? —esa pregunta lleva carcomiéndome por dentro todas estas horas— ¿Cómo me encontraste?

—Cuando nos dimos cuanta de que estábamos en peligro, abandonamos la carrera y dimos vuelta —su tono parece tranquilo, pero sé que le da rabia no haber podido demostrar sus dotes al volante—. Te encontré perdida y sin poder moverte, así que te agarré e hice que reaccionaras. Por cierto, ¿desde cuando bebes?

Su pregunta me pilla por sorpresa, pero por suerte, soy capaz de contestar a tiempo.

—No lo hago. La última vez fue en lo que denominaría mis años oscuros; mi novio me volvió adicta a todo ese mundo de las fiestas y el alcohol.

Sin embargo, ayer había vuelto a recaer en ese asqueroso mundo otra vez. Y todo, porque no era capaz de entender a la persona que se encuentra a mi lado.

—¿Novio? —mi mirada de sorpresa se junta con la de él. De lo que he dicho, ¿se ha quedado solamente con ese dato?

—Ahora exnovio —corrijo—. ¿Te impresiona que pudiera salir con alguien?

—No sabría responderte —y su respuesta parece sincera—. ¿Y por qué motivo lo dejásteis?

Will de verdad parece interesado. Pero a mi aún no me gusta hablar de mi vida anterior a esta. Lo que pasa en Chicago, allí se queda.

Déjame Odiarte ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن