Déjame Odiarte [41]

1.2K 72 62
                                    

Cuando llego a casa, intento ser lo más sigilosa posible. Me van a matar, lo sé.

—Kimberly Grey Mackenzie, ya no sé qué más decirte para que cambies, ¿acaso tengo que encerrarte en lo alto de una torre y retenerte allí por años?

Esta vez entiendo su enfado. Mi actitud, desde luego, no ha sido la mejor. Por lo que dejo de lado la idea de oponerme a sus palabras. Ya tengo bastante con que solo esté enfadado y no me haya preguntado por la ropa que llevo puesta. Además, aún no estoy del todo bien y no me apetece discutir.

—Lo siento de verdad, Marc. No controlé el tiempo y decidí quedarme en casa de Matt —a ver, tampoco es necesario contar toda la verdad—. También estuve con Olivia, no es como si hubiera estado con extraños.

Él parece pensarse su respuesta. Finalmente, acaba suspirando y cambiando de tema completamente.

Creo que conmigo ya ha tirado la toalla.

—Priscila y yo tenemos que comentaros algo importante —elevo una ceja al mismo tiempo en el que le observo con cara de horror. La última vez que dijeron algo así no fue para nada bueno—. Queremos celebrar una fiesta: será mañana. Invitaremos a varias personas de confianza, no demasiados. Espero que vosotras también estéis ahí, seríais un gran apoyo para mi.

—Claro. Ahí estaremos.

Y sin esperar ni un segundo más, salgo disparada hacia las escaleras. Lo único que me apetece ahora es dormir.

—Anda, la desaparecida.

Justo cuando estoy a punto de abrir la puerta de mi habitación, Olivia sale de la suya.

—Eso digo yo, te fuiste de la fiesta corriendo. Estabas horrible.

—Qué raro, pensé que estabas demasiado borracha como para darte cuenta —Olivia se burla de mi. Una gran sonrisa adorna su rostro, la cual desaparece enseguida en cuanto su mirada va a parar a mi atuendo—. Kimberly, de dónde vienes.

Por unos pocos segundos, la idea de mentirle se me pasa por la cabeza. Pero, ¿por qué tendría que hacerlo? Will sólo me ayudó. Nada más. No hay nada de malo en ello.

—De casa de Will. —decido responder sin más.

—¿Estás de coña? —ella parece sorprendida, pero desde luego, yo lo estoy mucho más que ella—. ¿Me estás diciendo que has dormido en su casa? ¿en casa de William Evans? ¿estás loca?

—Oye, relájate Olivia. —intentando dejar el tema, intento meterme dentro de mi habitación. Pero la acción se ve interrumpida cuando Olivia se pone en mi camino.

—Creo que esto está llegando muy lejos. —sentencia.

—¿Esto? —me giro quedando frente a ella— ¿a qué te refieres con esto?

—A este tema con William, Kimberly. Ya basta, no sé a qué estáis jugando, pero ya está, no más. —cruza los brazos. Realmente parece enfadada.

—Somos amigos, Olivia.

—¿Los amigos se acuestan?

No tardo ni un segundo en formar una “O” con la boca. Su pregunta no tiene ni pies ni cabeza. Realmente estoy sorprendida, ¿cómo mi propia hermana está insinuando algo así? ¿acaso es consciente de lo que acaba de decir?
Espero pacientemente unos minutos, esperando escuchar algún intento de disculpa por su parte. Pero nada, ella sabe perfectamente lo que acaba de decir, y no tiene ningún reparo en rectificar.

—No puedo creer que hayas pensado que he hecho algo así.

—¡Vamos Kimberly! ¿Qué esperas que piense si te veo llegar por la mañana después de una fiesta con una ropa que no es la tuya? Además, no es que William tenga una muy buena reputación en lo que a las chicas se refiere. —una risa seca se escapa de sus labios— Nunca imaginé que tú pudieras caer en sus redes.

Déjame Odiarte ©Where stories live. Discover now