Capítulo Trigésimo Sexto: Él

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-Creo que será mejor que uses Legeremancia conmigo. Solo te pido que tengas la mente clara...

Draco demoró muy poco en ver los recuerdos. Pero cuando lo hizo, solo fue a abrazar a Harry. Conocía demasiado a su novio para saber que aunque aparentara calma, por dentro estaba más que preocupado. Harry murmuró levemente un "lo siento" y abrazo más fuerte al chico de ojos plata.

Después de todo, no era su culpa que su novio fuera tan guapo. Eso lo tenía muy en claro.

-Después me encargaré de eso.- dijo Draco mirando a Astoria. Draco sabía que ella iría con el.

-Muy bien chicos, tengo una excelente noticia que darles... - Dijo Astoria mirando a Draco y a Harry - Cuando encontré al estúpido de Alexander, yo venía de San Mungo. Pase por unas pruebas... Serán los afortunados padres de un chico...

Draco y Harry corrieron a abrazar a la bruja. Era la noticia más feliz que les habían dado. Harry olvidó el beso y Draco olvidó la pelea con su padre. Ese era el momento más feliz de su vida.

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Joanne estaba asustada. La Poción que la habían dado a Ginny no pretendía matarla, sino sólo era para drenar su magia. Dean había tenido la idea pues si lo hacía, muchos magos la comprarían y su comercio sería enorme. En sus pasadas pociones había tenido un éxito que hasta el se sorprendió.

Cuando había salido del Mundo Mágico, no tenía idea de dónde ir. Y por supuesto era muy peligroso para el estar ahí . Era un muchacho escuálido pero pronto entendió como funcionaba ese mundo. Creó una mafia y al ser un mago fue más fácil. Tenía a muchas personas a su control. Había tenido un éxito rotundo y su fama se debía a sus tratos con los soplones. Había hecho millones de pociones que le habían enseñado en Hogwarts... Pero ya era tiempo de cambiar.

Después sus pociones como la Amortentia o la poción del olvido dejaban de rendir frutos. Si bien las personas las buscaban necesitaban algo más...

Fue ahí cuando apareció Joanne. A quien rápidamente entregó todo su amor y cariño. Era como su pequeña hermanita, aunque ella le decía padrino.

Joanne estaba dispuesta a todo. Y lo seguía estando.

Después de un tiempo, la mafia de Dean comenzó a ir en declive. Poco a poco perdía sus millones y sus socios lo abandonaban. La única que se quedó fue esa muchacha.

Thomas se estaba especializando en torturas. Torturas con pociones.
Y con la creación, el futuro de la magia. Joanne fue su voluntaria.

En uno se sus tantos viajes que hacía por el mundo, descubrió una especia de flor muy venenosa pero que tenía magia. Magia real. Los muggles que lo acompañaban obviamente no veían nada... La flor parecía tener vida. Danzaba y movía sus pétalos al compás de una melodía que no se podía escuchar. Era lo que Thomas necesitaba.

La Poción estaba hecha. Realmente no se necesitaba tanto, aunque dio ciertos problemas. Al principio decidió probarla con uno de sus desertores. La Poción terminó por matarlo. Así que, añadiendo un tranquilizante, esos efectos fueron contrarrestados y al fin la pudo probar en Joanne. La joven no titubeo y de un jalón tomo de ese pequeño vial. Estuvo en coma por dos días.

Despertó renovada. Una energía nueva. La Poción había salido bien. Dean pacientemente le enseñó todos los hechizos y le compro una varita.

Esa poción la guardaba celosamente.
Tiempo después, y tras una guerra con un Auror que lo había estado persiguiendo, decidió subir de nivel. El siguiente paso era drenar la magia.

Para eso necesito la sangre de squibs. Gente de familia mágica pero que no eran magos. Combinó la poción con la flor mágica y le agregó sangre de squibs y muggles. Claro que no era difícil conseguirlos.

Desafortunadamente, jamás la había probado y Ginny Weasley era su primera víctima. Y ahora, Joanne estaba visiblemente asustada. Aunque jamás había tenido un mal trato, Dean se enojaria mucho...

Un jadeo de la pelirroja la saco de su angustia. La sentó rápidamente en una camilla, pues se había desmayado, y comenzó a ver sus signos vitales. Sus ojos estaban al completo blancos, su piel más pálida y fría de lo normal. Temblaba mucho y tenía bajas de temperatura. Balbuceaba cosas sin sentido pero siempre claro un "Harry" Joanne estaba preocupada, no se suponía que eso hacia la poción. Y sabía que su padrino tenía más planes para Ginevra. Por lo que si moría, tendría graves repercusiones.

Dean entro azotando la puerta. Mató con la mirada a Joanne y ella solo pudo salir corriendo. Tenía miedo, había que admitirlo. Comenzó a ver a la bruja. Al parecer la planta y su poción iban por el camino correcto. Esas solo eran leves secuelas.

Ginny miraba sin ver, tenía convulsiones espantosas y se comenzaba a morder la lengua. Quería morir, había pensado en eso. Ya eran muchos los abusos que había sufrido. Se había resignado a nunca ser encontrada. Admiraba la idea del suicidio. Thomas se dio cuenta de eso y fuertemente inyectó en la bruja una sustancia viscosa. Ginny iba quedando profundamente dormida. Y en sus recuerdos, Harry.

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Harry se había ido hacia el Departamento de Aurores. Al parecer, tenían algo se trabajo con unos magos borrachos que molestaban muggles. Era su primera misión oficial y estaba muy emocionado cuando se había despedido de Draco.

Minutos más tarde, Astoria Greengrass entraba por la impotente mansión Black. Ambos sabían para que era. Con Harry de misión era imposible que los detuviera. El Salvador del Mundo Mágico conocía perfectamente a su rubio para saber hasta donde podría llegar.

Draco y Astoria llegaron por chimenea a el Ministerio. Draco recibía miradas llenas de odio pero bien las ignoraba. A él le valían menos que la mierda misma.

Astoria buscaba a Alexander entre la multitud. A ella no le era desconocido pero Draco nunca lo había visto. Por fin, el chico caminaba al paso de Robards. Sostenía pergaminos y documentos que a simple vista eran muy pesados.

-Ahí está - dijo con un odio palpable Astoria. Señaló con su mentón la dirección. Draco inmediatamente se dio cuenta quien era. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral y sintió ganas de vomitar. Jamás olvidaría ese rostro que pretendía ser amable e Inocente. Jamás lo olvidaría. - Draco, ¿qué pasa? - añadió visiblemente preocupada.

Draco había echado a correr. No soportaba verlo de nuevo.

Corrió a la chimenea y no volteo hacia atrás. Astoria conocía bien a su amigo por lo que decidió quedarse y terminar el trabajo por ella misma. Después hablaría con Draco.

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¿Si no despierta? ¿Si realmente murió? ¡Oh Dios! ¿Qué voy a hacer? ¡Dean me matará!

Joanne pensaba en eso mientras daba vuelta tras vuelta en la estrecha habitación donde Ginny Weasley había muerto. Su cuerpo estaba morado y con muchas marcas visibles. Joanne no podía con la culpa. Había pensado en el suicidio. Sabía que aunque Dean la consideraba su ahijada, no podría con la idea de que la pelirroja había muerto.

La necesitaba para otras cosas.

En su desesperación, un murmullo se oía desde el fondo de su habitación. Joanne se tenso.

-¿Harry?

Inesperado [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora