Capítulo Trigésimo Octavo: Francia.

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Joanne la había permitido salir a tomar un poco de aire fresco. Después de casi medio año, la pelirroja veía algo más que las cuatro horrendas paredes en las que estaba confinada. Joanne sabía que después de la poción de su padrino, la cual había tenido un éxito total, el moreno no perdería tiempo para probarla. Y al hacerlo en el estado de la pelirroja, la probabilidad de que muriera era muy elevada. Así que siendo solidaria con la chica Weasley, muy entrada la mañana liberó sus manos y pies y abrió la fría puerta.

Esperaba que Dean no se diera cuenta. Ella sabía que estaba haciendo el mal, pero de alguna manera se lo debía a Dean. Aunque supiera todo lo que él había hecho.

Regresó con la pelirroja a la fría habitación. Fue justo a tiempo pues su padrino llegó sólo un momento más tarde. Ginny caminaba pérdida en la habitación, Joanne apuntaba todas sus reacciones. Dean condujo a la pelirroja para realizarle unos breves estudios, no es como si le importará tanto, pero confiando en que la poción servía, no quería a la madre de su futuro hijo tuviera problemas. Deseaba un heredero más que nada.

Dean se llevó la mano a la boca y miró horrorizado a la pequeña Weasley; cuando había salido del Mundo Mágico tomó un curso de medicina y gracias a su inteligencia, logró pasar los exámenes y graduarse. Así que sabía que tan horribles eran las enfermedades muggles. Viendo aún la llama que la varita hacia gracias al hechizo privelam, y teniendo una expresión incrédula, dejó descansar a la futura madre de su hijo.

Salió y ahora pensaba en una manera en la que su heredero no tuviera VIH/SIDA.

La preocupación, evidente en su rostro.

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-Jóvenes Aurores - dijo Robards. - Recientemente nos han llegado reportes de unas pociones que se comercializan en el mundo muggle, no sabemos quien pone en peligro el anonimato del Mundo Mágico, pero es nuestra prioridad. Los Aurores más cualificados guiarán la misión. Los datos están aquí - levantó sus manos en las cuales tenía unos pergaminos. - El ministro Kingsley ya ha sido puesto en aviso sobre esto. Posteriormente se podrá en contacto con el primer Ministro muggle. Confío en que ustedes podrán encontrar una solución a esto. Los magos y brujas dependemos de ustedes. Se les proporcionará el equipo necesario.

Harry estaba preocupado. Era la primera misión que el tenía la cual consideraba algo riesgosa. Si bien tenía la preparación necesaria no sólo en lo académico, sino también mentalmente (escapando de Voldemort y sus mortifagos cada año en Hogwarts), le preocupaba un poco porque el bien sabía que algunos mortifagos se habían fugado. Y podrían ser ellos.

Se necesitaba experiencia para crear pociones. Y quien quiera que lo estuviera haciendo, claramente no planeaba nada bueno.

Le mandó una nota a Draco. Él era lo que le preocupaba. Le había prometido a su rubio regresar temprano a Grimmauld Place para estar a tiempo en la comida. No quería dejarlo esperando.

Dragón:
Robards nos ha asignado a una misión un tanto peligrosa. Al parecer, algún idiota está haciendo pociones ilegales y las está comercializando en el Mundo Muggle. Prometo llegar lo más rápido posible.

Te amo.
Tuyo, Harry Potter.

Mandó la carta con una lechuza, confiando en que Draco no se preocuparía.

Al parecer, era poca la información que tenían en el Departamento de Aurores, nada más que el lugar y un breve frasco que Harry conocía muy bien, eran recuerdos. Sin poder disimular su asombro, notó que del suelo salía una especie de pensadero gigante.

Todos los Aurores metieron la cabeza.

Inmediatamente, las brujas que Harry Potter había visto hablar de Ginny Weasley y de su desaparición, hablaban con Robards acerca de la chica que habían visto cerca de la entrada al Ministerio de Magia. Describían perfectamente a la sospechosa y hacían hincapié en lo que habían ido tras usar Legeremancia, tal y como el moreno había escuchado, la sospechosa sabía mucho del Mundo Mágico.

Sintió un jalón, propio de cuando un recuerdo acaba.

No sabía muy bien que harían. Estaba emocionado, aunque un poco aterrado. Pensaba que después de la caída del señor Tenebroso no habrían más problemas, al perecer estaba equivocado.

Los diez Aurores que había sido asignados a la misión, tomaron un cepillo de dientes, cada uno siendo un traslador. Potter sintió un jalón desde el ombligo.

Aparecieron en un estrecho callejón. No había personas, pero había algunos letreros de los comercios cercanos. No pudo distinguir lo que decían, hasta que un joven que empezaba a odiar se le acercó. Mucho a su parecer.

-Alexander ¿Qué ocurre? - preguntó con molestia -

-Es... Estamos en Francia, Auror Potter. - contestó el chico temeroso.

A Harry lo invadió la preocupación por Draco. No quería que su rubio novio intentara cosas. Bien lo conocía.

Ruidos de tambores y trompetas comenzaban a escuchar. Fuegos artificiales (que Harry por supuesto conocía, más no los Aurores que instintivamente agarraron su varita) tronaban creando estruendos.

Gente de todas las edades pasaban frente a ellos, con unas vestimentas algo coloridas. Solo así Harry recordó que llevaban la túnica. Por el rabillo del ojo vio como un anciano muggle los veía con curiosidad, antes de llamar la atención de otras personas.

Harry en un hechizo silencioso, transformó la ropa de los diez en vestimentas similares a las de los muggles. El muggle (que había llamado a unas cinco personas) los miró con curiosidad, antes de voltear y seguir con la marcha.

-Excelente trabajo, Potter - murmuró el mago que guiaba la misión.

Harry solo asintió.

Cada uno de los Aurores transformaron sus varitas en las banderas que llevaban los muggles y poco a poco se fueron incorporando a la marcha, que Harry no sabía que festejaban.

Alexander cerca de Harry, algo que puso incómodo al Salvador del Mundo Mágico.

Todas las luces de la calle se apagaron. Alexander tomó el brazo de Harry y lo condujo hacia donde los demás Aurores estaban.

Todos los muggles comenzaban a gritar.

-¡Avada Kedavra! - grito alguien en la multitud. Los muggles corrían despavoridos. Una intensa luz verde cegó al chico e incluso ojos verdes.

Solo así Harry se dio cuenta.

Se trataba de una emboscada.

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Hechizo Privelam: Antes de que Dean secuestrara a Ginny, el había probado sus pociones en muggles desafortunados. Luego de que cinco se murieran seguidamente, decidió inventar un hechizo que le permitiría ver más con exactitud, que complicaciones había y corregirlas.

Me gusta inventar hechizos.

¡Brujas y Magos!
Este Drarry Fanfic llega a su final, aproximadamente unos diez capítulos, quisiera daros las gracias por el tiempo que le han dedicado a esta obra mía. Honestamente jamás creí que alguien llegaría a leer esto.

Os adoro :'D

Atte: LilyPotterMalfoy7

Inesperado [Drarry]Where stories live. Discover now