Fin.

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Tres semanas habían pasado. Tres semanas en las que Harry intentó de todo para salvar a Astoria de ser besada. Pero ella se lo había dicho: No quería ser rescatada. Lamentablemente, su opinión no había sido tomada en cuenta sobre la naturaleza de los dementores. De haber sido así, la muerte de Astoria no sería tan tétrica.

Su hermana estaba desconsolada. No sólo había perdido a su madre, sino que también a su padre. El señor Greengrass, al enterarse de la muerte de su esposa, se suicidó en la soledad de su habitación, sin nadie que se diera cuenta.

Fue ella quién lo encontró. Colgado y con una simple nota en la que explicaba su deseo de estar con su compañera de vida. Y ahora, estaba a punto de ver cómo preparaban a su hermana para morir.

Era algo que ninguna persona tendría que pasar. Pero el ministerio se lo había notificado, eso tendría que estar en su memoria por si alguna vez se necesitaba el recuerdo.

Los señores Weasley también habían ido pero sólo porque Astoria se lo había pedido a Harry. Ella sabía que después de su muerte, difícilmente sabrían que había pasado con la Weasley menor. Así que, pidiendo su varita a Harry, había procedido a sacar cada uno de sus recuerdos en dónde estuviera la pelirroja.

Y, antes de pasar a la antesala dónde la esperaba un grupo de medimagos, se acercó a ellos para darles el frasco. Un frasco dónde verían todo acerca de su hija.

La bruja se dirigió a su hermana y sólo la abrazó, haciendo que prometiera que siempre buscaría la felicidad. Con lágrimas en los ojos, había asentido para después entrar en la sala, dónde vería a la última familia que tenía morir.

Vio a Harry y Draco junto con sus hijos en brazos. Repentinamente sintió envidia, pero al ver a su rubio amigo cargar a Scorpius con tanto amor desechó ese sentimiento.

Se acercó a ellos y silenciosamente pidió cargar al ser que había estado en su vientre. Las lágrimas que se negaba a soltar salieron a flote cuando sus ojitos la vieron atentamente, reconociéndola. El bebé acercó su cara al pecho de su madre y cerró sus ojos.

-Astoria... - le llamó - Aún puedo apelar...

La chica negó, con lágrimas en los ojos. Devolvió el bebé a los brazos de su padre y limpió sus mejillas, tomó a Albus, y le dio un beso en sus mejillas.

-Cuida bien de tú hermano - le había susurrando. A pesar de eso, Harry le había escuchado.

-Cometí muchos errores en mi vida. Siempre fui lo que mis padres querían que fuera. Siempre traté de buscar su aprobación pero era obvio que la favorita era mi hermana. Me duele dejar este mundo pero es castigo por mis acciones. Asesiné a mi madre e inconscientemente a mi padre. Dejé que Ginny se embarcará en una búsqueda estúpida por mi egoísmo. No le dije a nadie hasta que fue obvio su ausencia. Pero algo bueno pude hacer y fue tener un hijo... Un hijo que su padre cuidará con su vida - Miró a Draco seriamente y el rubio le devolvió la mirada, afirmando. Limpió sus ojos- Yo... ¿Les puedo pedir una última cosa?

Ambos asintieron de inmediato.

-Sólo les pido que le hablen de mi.

Sin decir más, dio la vuelta y entró a la sala. Varios medimagos la tomaron fuerte de los brazos pero ella ya no sentía.

Lo último que escuchó, fue el grito de dolor que salía de Draco. Ella lo extrañaría. Después de todo, siempre fue su apoyo más importante.

Vio a su hermana, quién estaba atada para evitar que desviara la mirada al momento del beso. Sólo le sonrió y con los labios le dijo cuanto la amaba.

Ella, con lágrimas en los ojos, había sonreído para confirmarle que le había entendido. Astoria le sonrió, ya podía irse tranquila.

Un medimago tiró de su túnica dejándola en interiores. Su cuerpo se estremeció pues hacía un frío infernal. Levantó la cabeza y vio con desagrado cientos de dementores. Las personas junto a ella mantenían un patronus corpóreo a su lado.

Inesperado [Drarry]Where stories live. Discover now