Capítulo 21: Involucrado parte 2

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Cristian se hallaba perdido, chillaba del dolor entrecogiéndose en el suelo, a su alrededor caminaba el sujeto que lo atacaba, esperando a que se recuperara para luego atacarlo como si fuera un simple juego para el — ¿Qué esperas? ¡Levántate!— ordena sonriendo lascivamente, el joven observa en varias direcciones recostando su labio en el piso hasta que se acordó que debajo del sofá se esconde un bate de beisbol que tenía tiempo de ser olvidada —Espero que siga ahí— susurra en aliento.

Él sádico hombre le patea el costado izquierdo con una simpatía perturbadora — ¿Te duele mucho?—sonríe— No te preocupes dentro de poco abandonaras el dolor— precisa con alegría. Cristian forzosamente se levanta, soportando el dolor que cargaba—Oh, vaya. Bravo no pensé que tuvieras las pelotas para encararme— aplaude con ironía. Cristian no perdía de vista el sofá que estaba a su espalda, esperaba el momento exacto para zafarse y llegar al bate—Bien es hora de que terminemos nuestro juego ¿No lo crees?— comenta con un placer inmoral, llevando su mano sobre el mango de la pistola que cargaba en su cinturón, ahora Cristian tenía menos oportunidad, debía ser más rápido que él o morirá.

Nervioso y muy desesperado se lanza a correr como si fuera atacarlo, grita lo más que puede a ver si lo asusta, el sujeto se desliza a la izquierda para zafarse de su agarré sin poder desenfundar su pistola. Se hallaba emocionado, podía lograrlo hasta que siente un fuerte golpe en su estómago que le acertó con la rodilla el oficial como si fuera un ninja, cae al suelo y tose recuperando el aire —HAHAHAHAHAHA...—Lo observa con placer y triunfo—Crees que con ese gritico histérico me ibas a asustar— Cristian andaba templado de miedo, le pisan su espalda y le jalan el pelo levantando su cabeza, siente el aliento del hombre en su oído que le decía —Este jueguito se terminó y no te preocupes por tu cuerpo, mis perros se encargaran de él— le suelta, se escuchan un chasquido metálico y de repente suena el piso de arriba, fuertes golpes vibrando las paredes—¡Qué carajo!— exclama el sujeto mirando el techo y con la pistola en la mano.

Cristian aprovecha la distracción y se dispara corriendo, de un salto se recuesta en el sofá y rueda al suelo, cuando llega observa de un vistazo su empolvorado bate cubierto por telarañas—Bien— profiere en aliento—Maldito gusano, no he terminado contigo— amenaza el tipo apuntando con su pistola, esperando a que salga, da unos cuantos pasos adelante y rodea el mueble, Cristian jadeaba de nervios y sudaba de frio con sus dos manos aferrado en el bate como a su vida, escucha los pasos y ve su sombra proyectarse en la pared, lo tenía a unos cuantos centímetros, traga saliva como si bebiera de ella y empujara sus miedos, se arma de valor y en cuestión de la nada se va la luz y oye unos disparos—¿Qué demonios?— inquiere alterado el escalofriante hombre.

Era su oportunidad, se levanta y de un brinco le golpea la mano y le añade otro pero directo a la cabeza como si bateara un balón duro, el tipo andaba tieso y temblando, no ha caído si no estremecido, era muy duro, cuando está a punto de extender un tercero este se arrodilla y sede a los efectos del noqueo. El pecho del joven se contraída a gran velocidad y el sonido de su aliento se escuchaba acelerado, se mantiene en su posición de ataque por unos segundos hasta que baja sus brazos con alivio. Regresa la luz y un silencio de intranquilidad lo acompañaba, a pasos cortos y suaves, guardando discreción, se aproxima a las escaleras observando el fondo de arriba, se mantenía oscuro y lo que ve lo atemoriza a tal punto que levanta su bate para recibir lo que venía.

En la oscuridad brillaban unos ojos rojos envueltos en una sombra negra más oscura que el fondo apagado, acercándose más y más, Cristian retrocede unos pasos, tenía mucho miedo, se le veía en la mirada pero no sede al pánico y lo enfrenta— ¿Quién eres?— grita manteniendo su bate de frente, le temblaba el pulso y su corazón reventaba en latidos, por dentro presentía quien era y una fría sensación le invadía el pensamiento. El sombrío se acerca poco a poco, bajando las escaleras con una normalidad avasallante, el velo negro de la oscuridad se descubría desde abajo, hasta que escucha —Soy yo— era una voz familiar pues es Mac—Amigo soy yo—extiende sus palmas. Cristian sigue retrocediendo con unos ojos intranquilo pues ve a su mejor amigo manchado de sangre— ¿Por qué me miras así?— pregunta confuso, él señala su ropa con tanta perturbación que le costaba mantener el dedo tranquilo—¡Mírate!— Mac observa su camisa y abre sus ojos impresionado—¿Qué sucedió?— inquiere nervioso —Tú dime ¿Qué pasó?

Prototypa II -Versus-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora