Capítulo 56: "El Príncipe en apuros"

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—Señorita

— ¡Señorita!

— ¿Ah?— se sobresalta Rebeca de su pequeña siesta —Diga— dice restregándose los ojos

—Disculpa pero tiene que ponerse el cinturón de seguridad porque ya vamos a aterrizar— pide la aeromoza con un gesto amistoso de protocolo.

Ella asiente y estira de la cinta, cuando termina desvía su mirada hacia su amigo que ignoraba la situación con los auriculares puestos y el rostro acostado sobre la ventanilla del avión —Cris— palpa su hombro —Cris ponte el cinturón que ya vamos a llegar— el chico estira de la cinta hasta cerrar el broche sin decir ni una sola palabra, manteniendo su distante silencio.

Desde que comenzó el viaje, la actitud de Cristian ha sido diferente, no hablaba mucho, tan solo se quedaba sentado en la ventana observando las siluetas coloreadas y fosforescentes que percibía su distinguida visión, adivinando los nombres de cada cosa que lograba distinguir. No actuaba con antipatía, tampoco estaba amargado, era tristeza, si, solo tristeza, se le notaba en su semblante y Rebeca lo sabía, por eso no se lo reprochaba.

Ella tampoco estaba de ánimo para entablar una cálida conversación para sobrellevar las horas de un largo viaje más sin embargo no era de su costumbre hablar mientras viajaba, al menos que haya algún tema de su interés que lo quiera relatar pero ¡¿qué más hay que relatar?!, estuvieron juntos casi un mes, no hay otra cosa diferente a la cual deban conversarlo. Para que hablar en este momento, solo está el silencio, si, el seco pero reconfortante silencio entre ambos, a veces el silencio es mejor consuelo que las palabras.

Pero a pesar de todo, Rebeca era la de mejor ánimo, intentando de no seguir pensando en la vieja situación, decide proponerle —Oye Cris— el presta su caída atención hacia ella —El vuelo es dentro de una hora, si quieres vamos a pasear un rato. Nos merecemos aunque sea un poco de distracción

Él asiente con el ánimo débil.

Mientras caminaban Cristian notaba que muchas siluetas estaban en parejas y agarradas de las manos como simples enamorados pero no era la excepción, Rebeca sostenía la suya, no lo había notado antes. Enseguida escuchan un violín acompañado de un piano entonando una melodía romántica —Suena hermoso— dice muy maravillada — ¿No es hermoso?— aprieta con anhelo su mano.

—Sí, es hermoso— suelta el joven conmovido ante tal gesto de ella.

— ¿Bailamos?

Cristian frunce el ceño — ¿QUE? Pero... nadie está bailando

—Lo sé— sonríe —Pero no importa

Mientras se movían torpemente en todo el medio del pasillo, dando vuelta, tratando de seguir con sus pies cansados más algunos pisotones la sinfonía que escuchaban, algunas personas se quedaban de pie observándolos, cosa que le causaba mucha vergüenza a Cristian —Pfss... nos están viendo— le susurraba al oído —eso no lo sabes— le responde ella en un tono jocoso —¿Por qué?

—Pues, estas ciego o ¿A caso no te acuerdas?

Enseguida Cristian despegó una carcajada hasta quedar rojo —Si— suspira de la risa —es verdad, lo único que sé es que ando siendo un espectáculo del ridículo con una paleta de helado como tú— sonríe —No— menea la cabeza—Estas siendo el ridículo con una LINDA paleta de helado, señorito ¿Qué te parece?— le guiña el ojo y Criss vuelve a reír cosa que le regocija a ella.

La música cada vez se hacía más lenta y ellos poco a poco se unían más, los centímetros de distancia se volvieron milímetros hasta quedar en nada. Era por fin el momento, la hora de la verdad, debía declararle su amor, ya no quería seguir esperando otra interrupción, ya no quería ser solo su amigo sino algo mas pero en esta circunstancia, las palabras lo iban dañar todo, él lo sabía, tan solo le quedaba ese gesto de declaración, un beso, si, el beso que definirá el sí o el no, el beso que le abrirá las puertas a su corazón, ese puesto siempre ha tenido su nombre "Rebeca" la única chica que logró flechar su corazón.

Prototypa II -Versus-Where stories live. Discover now