Capítulo 43: "Atrapado"

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 — ¿Cómo sigue?— inquiere una voz femenina.

—Está estable —dice Ernesto revisando su pulso —Pobre—suspira— tan fuerte fue lo que vio que se desmayó al instante ¿Verdad?

—Si— asiente —Cuando volví, le vi tirado en el suelo. Menos mal que fue a tiempo pues la casa ya no soportaba más.

—Comprendo— dice guardando su estetoscopio —Gracias al cielo que David mandó a un grupo de respaldo, si no, nunca hubiesen vuelto— se levanta de su banco.

—Por cierto ¿Cómo esta él?— inquiere la chica con un gesto fruncido

— ¿Quién?

Rebeca con una mirada apesadumbrada ve a su amigo diciendo —David

—Ah... si, bueno...— aparta su rostro— No supimos más nada desde que se fue.

— ¿Qué le habrá pasado? Oooh... Espero que esté bien— expresa con preocupación en sus ojos.

—Sí, eh, eh...él...— asiente con cierto nerviosismo — ¡Supongo que él está bien!, ese hombre es como el acero, casi indestructible— finge una sonrisa.

—No me interesa suponer eso, hay que buscarlo. ¡No podemos abandonarlo!

Ernesto se contrae de brazos guardando cierta tímidas ante una chica linda como ella, diciendo —Están en eso— hay un silencio entre los dos, Rebeca se queda pensando y el joven incomodo por no hallar un tema para hablar con ella, añade—Bi... bi... Bien, iré a ver al otro paciente ¿Co... co... Cómo es que... que... se llama?

—Su nombre es Mac...


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Mientras tanto, en lo más recóndito de la mansión, se hallaba un cuarto largo, húmedo, hediondo a sudor y aliento rancio como a orine seco y picoso. Oscuro a excepción de una luz que cubría solo el medio del pasillo, reflejando los tubos oxidados que envolvía las entradas. De ella sobresalían algunos dedos flacuchos que parecían huesos con color a carne manchado de carbón como una maraña de zombis vacilantes.

En ellas se abastecía de las personas más miserables y podrida de la sociedad humana; ladrones de todos los tipos, pandilleros, convictos, asesinos, traficantes, drogadictos y sicarios. Uno al lado del otro, mezclado como basura con agua de alcantarilla. Andaban inquietos, profiriendo vulgaridades e insultando a todos y exigiendo justicia o una explicación que nunca tendrán, otros golpeaban las rejas amenazando al responsable y algunos solo mantenían sus distancias con miradas inquisitivas como si tramaran algo.

Un pequeño grupo distingue los tatuaje de algunos pues eran rivales, se amenazan de cara a cara y otros incitando a la violencia los empujan y se echan a los puños. Detrás de esa maraña de golpes e insultos desenfrenados andaba David recostado en una esquina, entre abre los ojos despertando — ¿Qué sucedió?— se soba la frente amoreteada mientras arrugaba la frente.

— ¿En dónde estoy?— susurra con pesadez pues andaba adolorido.

—En la boca del infierno — profiere una misteriosa voz gruesa y rasposa de la oscuridad.

David frunce el cejo sin temor, observando cada sucio rincón hasta donde pudiera distinguir por la leve luz que llegaba — ¿El infierno?— inquiere enrarecido—Para mí parece una jaula de perros hambrientos.

La desconocida voz gime una risa profunda —Muy gracioso ¿Cómo te llamas?

—David Fernández— expone con lentitud.

Prototypa II -Versus-Where stories live. Discover now