Encuentro

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-Parece que sabes manejarlo a la perfección- sonrió Christian.

-Estuve meses practicando- rió Dulce ¡Estaba feliz! Por primera vez Christian le habia dejado manejar su Kombi L1 por la carretera y aunque no podía aumentar los 80 kilómetros por hora porque sino el motor se fundía sentía que manejaba un auto de carreras. Eso era lo que le gustaba de La Comunidad. Con ellos todo era disfrute.

-¿En el convertible?-.

-No, Maite me ayudaba a sacarlo en las noches- admitió.

-¡Hey Dulce! Pensé que iba a ser nuestro secreto- dijo Maite desde la parte trasera.

Christian rió -Con total que no le haya pasado nada al auto está todo bien. Me alegro que hayas aprendido a manejar-.

Eso era otra cosa que le encantaba de ser parte de ellos. Nunca se recriminaban. Libres. Siempre.

-Gracias-.

Iban de camino a los basurales de la ciudad. Ahora se sorprendía de lo que la gente botaba y que todavía servía perfectamente. Siempre recolectaban cosas que le servirían a todos los de La Comunidad.

Centrados en la carretera de repente visualizaron a una persona a lo lejos y a medida que se fueron acercando se dieron cuenta que era un mochilero sentado a un lado de la carretera.

Dulce no pudo evitar pensar en que ella había estado en la misma situación hace un año y medio. Había cambiado tanto desde entonces. Su mentalidad había cambiado de foco. Ahora todo lo pensaba en comunidad y le gustaba. Pues todos los problemas que había tenido en el pasado ya habían quedado atrás, en la vieja Dulce. Y la nueva solo disfrutaba de la vida.

Poco a poco fue bajando la velocidad y puso las luces intermitentes. Siempre se paraban al ver personas en la carretera. Siempre ayudar, y nunca pedir.

Maite abrió la puerta trasera y Christian bajó el vidrio del copiloto.

-Hola- saludó Christian con una sonrisa.

-Hola- respondió el joven.

-Me llamó Christian ¿Vas a algún lugar en específico? Quizás te podamos llevar-.

-Estaría bueno -sonrió- Mucha gente no para por acá-.

-Bueno pero aquí estamos nosotros. Te ayudo a subir las cosas-.

Se bajó del auto y junto con Maite subieron su mochila. Dulce se quedó en el volante, pues si apagaba el auto tendría que esperar unos 10 minutos para que se volviera a prender nuevamente.

Cuando estuvo todo listo empezaron a andar nuevamente.

-¿Y a dónde vas?- preguntó Dulce mirándolo por el retrovisor ¡Dios! No se había dado cuenta lo guapo que era. Tenía el cabello rizado y un aro en allá oreja.

-En realidad no tengo la menor idea- le respondió mirándola a los ojos. La pelirroja que conducía le había llamado mucho la atención.

-¿Cómo así?- preguntó Maite curiosa.

-Tenía ganas de... viajar, salir de la ciudad e irme lejos de ahí y aquí estoy ahora. Así que me pueden llevar a donde quieran-.

-Un viajero tenemos aquí... -dijo Christian haciendo como que meditaba.

-Invitémoslo- propuso Dulce sin pensarlo.

-Lo podrias aceptar en tu hogar- la molestó Maite al ver el interés que tenía en el hombre de la carretera.

-Podria ser una buena idea. Así se pasa el frío de mejor manera- comentó Christian siguiendo la broma.

Dulce se puso roja y el también.

-No entiendo de qué hablan- admitió un poco avergonzado. Como un niño que no entiende el chiste.

-¿Te animarías a salir de la sociedad y vivir una vida libre?- preguntó Christian.

-Bueno, es eso lo que quiero en realidad- dijo cauteloso como quien no entiende la cosa.

-Entonces ven con nosotros. Si no te gusta te puedes ir luego. Es una invitación abierta-.

El hombre miró a Dulce tratand de averiguar si en su mirada podía confiar en ellos.

Ella solo esperaba a que dijera que sí. No sabía porque, solo era algo que ansiaba.

-Está bien- aceptó.

Todos rieron y a Dulce le saltó el corazón.

-Entonces bienvenido a La Comunidad. Yo me llamo Maite-.

-¿La Comunidad?- preguntó.

-Todavía quedan demasiadas cosas por entender. Pero te explicaremos en el camino. Primero iremos a recolectar unas cosas al basurero y luego iremos a La Comunidad. Ya veras como te encantará- explicó Christian ansioso. Le encantaba cuando llegaba gente nueva.

-Bueno, no hay problema- sonrió. Toda esta nueva vida le sonaba a aventura.

-¿Tienes hambre? Tenemos galletas y un poco de agua- le ofreció Maite.

-Muchas gracias, pero tengo Coca-Cola. Aunque aceptó las galletas-.

-¿Coca cola?- preguntaron los tres a los cuales les pertenencia la camioneta.

-Si-.

-Wow, no tomó hace años en realidad- admitió Christian.

Dulce sintió casi el sabor de la gaseosa en su boca ¿Hace cuánto no bebía una?

-¿Quieren?- preguntó ofreciendo una botella grande.

-Yo no gracias- negó Maite.

-Yo tampoco-.

Ambos eran veganos. Pero Dulce todavía no era ni vegetariana todavía. Aunque no había probado la carne desde que se había metido a La Comunidad ¿Así que por qué no?

-Yo aceptó- sonrió.

Lucas se la pasó y ambos se apretaron la mano más de lo necesario. Dulce tomó un poco y fue como la odisea para ella. Aunque demasiado dulce.

-Gracias- y se la devolvió.

-De nada- y le guiñó el ojo.

Dulce sintió como su corazón latía más rápido -¿Cómo te llamas?- preguntó curiosa.

El joven pareció pensárselo un momento, una nueva vida era lo que esta escogiendo. Lejos de todo lo que siempre odio. Empezaría de cero.

-Me llamo Lucas- sonrió.

-Mucho gusto Lucas, yo me llamo Dulce- le sonrió de vuelta.

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Para que entiendan. El auto de Christian es como el de scooby-doo jejeje

¿Qué les pareció el capítulo? Voten y comenten!!!❤❤

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