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Dulce estaba perdida. Había escuchado sobre La Comunidad porque Rodrigo les compraba marihuana a un precio mucho más barato que en la ciudad. Y por lo que le había contado sabía que era el lugar perfecto para ella.

Había tenido que hacer dedo por toda la mañana y ya era medio día, seguramente sus padres ya habrían notado su ausencia pero como ya tenía 18 y medio no le podían decir nada y la policia no podía hacer nada tampoc. Era una adulta pero ya habia madurado mucho en ese último año, o eso pensaba en ese entonces.

Pero ningún cartel, ninguna señal que dijera dónde estaba. Se había guiado por un estúpido mapa escrito por Rodrigo detrás de un menú cuando no estaba en las mejores condiciones, no sabía que había ingerido cuando se lo había hecho.

Sentía el sudor en su frente y como su piel quemaba. Además de que su mochila le pesaba a montones. No era una chica tan materialista ¡Pero no tenía ni la más mínima idea de que había tenido que llevar! No sabía específicamente como era el lugar y había traído hasta una carpa.

Decidió sentarse a comer un sándwich que se había preparado antes de salir. Quizás era mejor volver a casa y tratar de entrar en la escuela de Derecho. Algo más bien que había elegido por sus hermanas, pues su sueño en conjunto era formar un bufete de abogados junto con ellas. Y aunque su sueño ahora no tenía sentido, no había ninguna posibilidad de que tuviera probabilidad de entrar. Sus padres ya no tenían fe en ella, sus notas en ese año y medio habían bajado tanto que con el minimo se había graduado. Ni siquiera había dado la prueba... no mejor no volver. Sus padres la castigarían aunque tuviera la mayoría de edad y tendría que seguir trabajando en ese estúpido servicentro hasta encontrar algo mejor.

¿Y si se iba a un pueblo pequeño en el norte? Esos que han quedado olvidados por la modernidad y están llenos de memorias y humildad. Quizás era lo que necesitaba.

Solo necesitaba un cambio de aires, pues sabía que cuando cayó en el hospital había tocado fondo. No podía seguir así, pero no quería ser ayudada por nadie a salir de ahí.

Se terminó el sándwich y empezó a poner dedo para que la gente la llevara. Pero nadie ¡Nadie! La llevaba. Estaba dos horas esperando y todos o se hacían los tontos o iban llenos. De repente una van de los 60 vio que se asomaba a lo lejos y levantó el dedo como intento.

Milagrosamente el auto bajó su velocidad y abrió la puerta de atrás en donde se asomaron dos personas y el conductor asomó su cabeza por la ventana del copiloto.

-Hola -dijo el conductor- Me llamó Christian ¿Te llevamos a alguna parte?-.

Dulce miró a los tres. Vestían ropas coloridas y extravagantes. Tenían trenzas y raftas. Eran una de las características que le había dicho Rodrigo ¿Era posible? Bueno, no perdía nada con preguntar.

-¿Ustedes son parte de La Comunidad?-.

Todos los de dentro del vehículo rieron.

-Exactamente- sonrió Christian.

¡Los había encontrado!

Dulce le devolvió la sonrisa -Los estaba buscando a ustedes. Un amigo me contó de ustedes y me gustaría unirme-.

-¡Pero por supuesto que sí! Siempre hacen bien unas caras nuevas entre nosotros -sonrío una morena con unos pocos mechones azules y morados- Me llamó Maite y el de mi lado se llama Koko-.

-Yo me llamó Dulce y si estaría encantada-.

Luego de instalarla en la parte de atrás empezaron a andar nuevamente. Dulce ya se sentía cómoda entre ellos.

-¿Tienes hambre?- preguntó Koko ofreciéndoles unas galletas verdes.

-No gracias. Comí hace un par de horas- sonrió.

-Bueno Dulce primero iremos a la granja de Los Pereira a comprarles trigo y luego volveremos para el atardecer a La Comunidad- le comunicó Christian.

-Si no hay problema-.

-Bueno ¿Y tienes donde dormir?- preguntó Koko.

-Traje una carpa- contestó tímida.

-¡Excelente! Parece que alguien vino preparada. La Comunidad te va a encantar. Es como un nuevo mundo para todos- la animó Christian.

-Eso es lo que estoy buscando- susurró.

Llegaron justo como lo había previsto Christian. Al atardecer.

-¡Tenemos nueva integrante!- gritó Christian cuando todavía no se abría la puerta de atrás.

Dulce sintió como la gente se empezó a aglomerar afuera de la van. Estaba más que nerviosa ¿Cómo la irían a recibir? Rezó para que todos fueran tan simpáticos como Christian, Maite y Koko.

Se abrió la puerta y la ayudaron a bajar. Por primera vez se sintió como una reina. Todos la recibían con una euforia pacífica que Dulce nunca había vivido antes. Le daban abrazos, besos, la mano ¡Toda clase de recibimientos! Y a Dulce les dio ganas de reír con ellos. Se veían tan felices.

Miró alrededor. Habían carpas, chozas y hasta pequeñas cabañas. Se veían fogatas por alrededor y un huerto detrás. Al lado de la furgoneta se podía ver un convertible celeste. Se escuchaba cerca un río. Era un lugar muy hermoso y sobre todo armonioso.

-¿Te parece bien dejar tu carpa aquí?- preguntó Christian sacándola del ensoñamiento en el cual se había metido con el paisaje.

-Si, gracias-.

-Te ayudaré a hacerla-.

-Son todos muy amables- sonrió empezando a abrirla.

Dulce sabía que había encontrado el lugar correcto.

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El comienzo de todo... pronto vamos a entender muchas cosas y esto es para que nos vayamos introdujendo un poco con algunas.

Creo que ya saben un poco más lo que es La Comunidad no?

Este capítulo fue el primero que escribí y me hace muy feliz publicarlo al fin😂 espero les guste!!

Voten y comenten!!

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