Capítulo 26

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-¿Te gusto?- preguntó Christopher al estacionar el auto.

-¿Qué cosa? ¿El viaje en auto?-.

-El almuerzo- le aclaro.

-Ah -le entró la risa floja. Es que se sentía como en un sueño y de repente se perdía en su felicidad- Si estuvo muy rico, gracias- le dio un beso en la mejilla y salió del auto.

-¿Qué te pasa?- preguntó Christopher cerrando la puerta.

-Es que estoy tan feliz que no me puedo concentrar- admitió advergonzada.

Christopher sonrió y le dio un beso.

-Yo tampoco-.

Subieron al ascensor tomados de la mano y cuando cerraron las puertas Christopher la aprisionó entre su cuerpo y la pared.

-Me haces sentir como si todavía fuéramos jóvenes- susurró contra sus labios.

Dulce rió -Somos jóvenes aún Christopher. Que ya ni te han salido canas y te estás aumentando en años-.

-Me refiero a las responsabilidades, yo con la empresa, tu con la peluquería... todo es más cerrado, con limitaciones-.

-Este es el mundo real Christopher-.

-Lo sé, pero no puedo evitar pensar que se me hace mucho más ameno contigo-.

Dulce lanzó una carcajada -Tus halagos me dejan pegajosa de tanta miel. Eres un cursi- dijo mordiéndose el labio y tocando los de el.

-Solo tú me pones así- y a continuación presionó sus labios sobre los de ella.

Ella inmediatamente lo tomó por su cuello y lo atrajó hacia si.

-Mmmm -murmuró en sus labios.

Ese sonido despertó lo más feroz de Christopher y la tomó por sus piernas para presionarla aún más en la pared.

-Si fuera por mi te follaria aquí mismo-.

Dulce trató de evitarlo, pero no pudo evitar la carcajada rompiendo todo el ambiente sexual que se había creado entre los dos.

El se separo un poco.

-¿Qué pasó?- preguntó confuso.

-Se que cuando dices eso deberías ponerme a mil, pero en realidad solo me da risa toda la situación, me siento como en una película porno- admitió poniendo su cara en su cuello.

Christopher la soltó y abrió la puerta para poder entrar al departamento.

Tiró las llaves en la mesa y se sentó en el sillón, prendió su televisión y cambió canales sin un propósito alguno.

Ella lo miró graciosa desde la entrada al departamento.

-¿Te enojaste?-.

El no le respondió.

-Christopher-.

Nada.

Ella avanzó hacia el y se sentó a su lado.

-Bebé-.

Ley del hielo.

Puso su mano en su estómago y comenzó a bajar lentamente, hasta posicionarse en su paquete.

-Christopher-.

Seguía sin responder.

Lo apretó por fuera.

Ella lo miró fijamente, las alas de su nariz se dilataron ¡Ja!

-¿Quieres?- preguntó coqueta.

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