Capítulo 36

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Dulce estaba tomando té, tostadas y fruta de desayuno mientras pensaba en la conversación de ayer con Anahí. Se había enojado con ella, sabía que pasaría, pero pensó que sería una pelea con dolores de cabeza para las dos, pero simplemente le había cortado. En esos dos días había escrito los argumentos (no verdaderamente escenciales) del por qué debía de quedarse en Tuxtla y se los había aprendido de memoria.

1. Había una oportunidad más amplia para el trabajo como peluquera, pues la capital estaba llena de peluquerías y aquí seguramente le iría mejor.

2. El estar con una parte de su familia le hacía bien pues cuando era pequeña siempre había sido muy cercana a su primo y cuando el se fue de la capital por trabajo se separaron (y no cabe porque decir que luego de eso Dulce había desaparecido unos años, por lo que habían perdido total conexión hasta hace cinco años atrás. Cuando no supo a quien más recurrir).

3. Isabel necesita ayuda con la cafetería.

4. Christopher

Y eso era. Cuatro excusas totalmente refutables. En la peluquería les estaba yendo mejor que nunca. Podía ser cercana a su primo sin tener que vivir literalmente al lado suyo. Isabel se puede conseguir ayuda donde sea. Christopher... ya no suponía un peligro que la viera pasar por las calles. Any no lo había visto hacía tres meses. Su amiga le contaba que le iba a preguntar constantemente si tenía noticias de Dulce y ella siempre le daba negativas, hasta que un día paró.

Quizás se había casado con Ana...

Pero en realidad la razón por la cual quería quedarse estaba lejos de las que decía, bastante.

-Buenos días alegría -sonrió Isabel entrando a la cocina- ¿Cómo amanecieron?-.

-Bien- le sonrió Dulce de vuelta.

-¡Que bueno! ¿Viste a Hernán?-.

-Cuando vine a servirme a tomar desayuno el se estaba yendo- explicó.

-Ah- contestó sorprendida.

-¿Pasó algo?-.

-Es que no me despertó como siempre lo hace ¿Sabes a dónde se fue?-.

Dulce negó con la cabeza -¿Trabajo quizás?-.

-No tenía ninguna casa que mostrar hoy-.

-Quizás se le presentó algo de urgencia -sugirió. Dulce se acordó que cuando la había visto aparecer en la cocina se había puesto nervioso y antes de que pudiera decir algo el se había despedido de ella. Pero prefirió no contarle ese detalle a Isabel y preocuparla innecesariamente por algo que seguramente tenía una explicación.

-Puede ser- se encogió de hombros.

-¿Están bien?-.

-¿Ah?- preguntó sin entender.

-Su matrimonio- respondió con las mejillas acaloradas por el atrevimiento de su pregunta.

-Ah... yo... creo-.

-Lo siento si te incomodo la pregunta-.

-No te preocupes -la tranquilizó- todo matrimonio tiene sus etapas, pero saldremos adelante. Siempre lo hemos hecho-.

-¿Es díficil?-.

-¿El matrimonio?-.

-Si- aclaró.

Isabel puso una sonrisa burlona -Demasiado, pero es algo que se sobrelleva si hay parte de los dos-.

Dulce asinitó -¿Y no han pensado en tener hijos?-.

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