Marcas en la piel

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Lucas y Dulce estaban haciendo uno de sus famosos paseos. Siempre llegaban al mismo lugar. Donde el río era más ancho, se ponía más hondo y la corriente no era fuerte. Era perfecto para bañarse.

Como ya era bien pasada la primavera todo el pasto estaba verde todavía y si se quedaban muy quietos podían ver a los pájaros como sus polluelos.

-Mira- le susurró Lucas a Dulce apuntándole a una rama de un árbol.

Se podía ver a la perfección como un pajarito le daba de comer a su hijo.

-¿Sabes que pájaro es?- preguntó fascinada.

-No tengo ni la menor idea-.

Dulce rió -Tengo ganas de meterme al agua-.

-Metete-.

Ella le pegó en el brazo -Siempre tú tan romántico-.

El se acostó en el suelo y se hizo el dormido, con ronquido y todo.

Dulce rodó los ojos. Pero decidió provocarlo. Se sacó toda la ropa y se metió de un chapuzón al agua.

¡Que fría! Pero ya se había acostumbrado a esas temperaturas hace bastante. Su vida con Lucas estaba completa. Ya llevaban más de un año juntos y nunca se cansaban del otro.

-¡Hey rey de los gitanos!- le gritó.

Lucas levantó la cabeza.

-¡Tengo frío!-.

-Entonces por qué te metes-.

-Porque quería que tu me acompañaras- e hizo un puchero.

-Sabes que no podemos. Estás en tus días fértiles-.

-¿Y por eso estás tan frustrado? Necesitas que te de amor- empezó a nadar a la orilla. Cerca de el.

-No me provoques Dulce-.

-¿Te provocó?- preguntó saliendo del agua mostrándole todo su cuerpo desnudo.

El se dio vuelta y se puso de cara al piso mientras decía lamentos en voz baja.

Ella traviesa se puso encima de él y le empezó a besar el cuello.

-Me mojas- alegó.

-Pensé que eso solo le pasaba a las mujeres- bromeó ella sin parar de besarlo.

Lucas rió y rindiéndose se dio vuelta. Ahí está, probablemente el amor de su vida. Con la luz del sol alumbrándole el pelo rojo húmedo que hacia que se le viera brillante. Su diosa.

-Eres preciosa- le susurró acariciando su brazo.

-Gracias -le besó la nariz- Tu también eres muy guapo. Y nuestros hijos serán doblemente guapos-.

-Y felices con el tren que encontraste el otro día- le acarició el pelo.

Dulce se acostó en su pecho -Te amo-.

-Yo más-.

-¿Ahora te metes al agua conmigo?- preguntó mordiéndose el labio.

Lucas suspiró -Está bien-.

Ella tan alegre como siempre lo ayudó a sacarse la ropa y entre besos se metieron juntos al río.

Nadaron un rato y se tiraron agua entre ellos.

-¿Sabes? Podemos hacer otras cosas que no impliquen un bebé de por medio- lo provocó abrazándolo por el cuello.

-¿A si?- le tocó el trasero de manera posesiva.

-Mjm ¿Estamos pensando lo mismo?- preguntó dándole un beso en el cuello.

-Mi pelirroja, ya deberías saber que siempre estamos en la misma sintonía-.

Ya está atardeciendo e iban de vuelta hacia La Comunidad. Iban bromeando y jugando como dos adolescentes.

-¡Espera!- gritó Lucas haciendo que Dulce se detuviera.

-¡Qué!- gritó también por el susto.

-¡Mira esas flores!- y apuntó a unas margaritas con unos tréboles.

-¡Bobo! ¿Me asustas por eso?-.

-¡Pero míralas!- y se tiro al suelo a observarlas con maravilla en los ojos.

Dulce rió por lo bajo y se tiró junto a él.

-¿Qué es lo que encuentras tan asombroso?- preguntó.

-Nunca había visto un trébol de cuatro hojas tan grande. Además mira, hay una margarita pequeña al lado-.

-Es muy bonito- concordó Dulce.

-Y la de allá. Una margarita más grande con un trébol de cuatro hojas más pequeños- apuntó a pocos centímetros.

-Nunca había visto un trébol de cuatro hojas-.

-Y hoy ves dos-.

-Doble suerte. Una para mí y otra para ti. Aunque tú eres mi suerte- le besó la mejilla.

-Y tú mi luz- le besó los labios.

-Como la margarita-.

-Pidámosle a Jack que nos los tatué- dijo Lucas.

-¿Cómo?- preguntó confusa.

-Que sea una promesa entre nosotros. Tu te haces el de allá -apuntó a la margarita más grande- y yo me hago el de acá. Siempre acompañándonos-.

-¿Estas seguro?-.

-Algo en nuestras pieles hasta la eternidad-.

-¿Cómo nosotros?- sonrío contenta.

-Algo como nosotros-.

Sacaron las flores sin antes darle un agradecimiento a la tierra por darles ese regalo.

Llegaron a La Comunidad quince minutos después. Ansiosos y felices.

-¡Jack! ¡Jack!- gritó Dulce buscándolo.

El apareció sin polera desde una carpa.

-¿Estabas ocupado?-.

Justo en ese momento Emilia sacó la cabeza de la carpa -Ya no-.

-¡Ups! Lo siento- se disculpó graciosa.

-No te preocupes ¿Qué es lo que quieren?-.

-Un tatuaje, igual a estos- mostraron las flores y tréboles- La otra vez decías que eras experto en realismo ¿Tú crees que puedas hacerlos?-.

-¿Es broma? Va a ser como quitarle un dulce a un niño- sonrío.

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Hola!!! Fin del maratón... espero les haya gustado

Se que todo es muy confuso por el momento y hay pocas probabilidades de que estén juntos y todo esta muy complicado. Peo mañana ¡Mañana! O hoy en la noche dependiendo de mi estado para poder escribir puede que haya posibilidades.... jajaja como sea.

AMO sus comentarios, gracias por votar blablabla... Les quiero mil

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