II

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Sintió como la nuca le picaba. Todos lo observaban, un par de chicas sonreían desde el otro lado de la habitación y unos cuantos lo miraban recelosos.

—También me alegro de estar de vuelta, señor Perkins...

El hombre no respondió y simplemente se dio vuelta, comenzando a escribir.
La hora se pasó lentamente por su mente y cuerpo, se distrajo con el polvo que se movía como danzando contra la luz del sol que se filtraba por la ventana, un movimiento captó su atención. La chica morena que estaba sentada frente suyo estaba amarrando su cabello en una coleta muy alta, dejando su cuello al descubierto.

Una especie de flashback lo shockeo en ese momento, la coleta de una chica se movía al compás de sus pasos, corriendo delante de él y respirando pesadamente, avanzando por un corredor húmedo y algo mohoso, con los pies chocando contra el asfalto y el agua regada por el piso, tirando de su mano con insistencia.

Del cuello le resbalaron gotas de sudor frías y apretó la madera del pupitre con fuerza, conteniendo la respiración. Tragó saliva con fuerza y forzó una inspiración.

—Hey, amigo... ¿estás bien?

—S-si...— murmuró cuando Sam tocó su hombro, sacándolo de su trance

La gente comenzó a movilizarse de pronto y dio un respingo. Todas las bancas comenzaron a moverse y él se obligó a relajar el cuello, tomó la mochila del piso y se levantó con cuidado.

Las horas libres entre clase eran de sus partes favoritas del día. Salió con Jason y Sam flanqueándole los hombros. Nick se dirigió a su próxima clase y él se despidió del hecho de que su hermano compartiera clases avanzadas con él.

Se dejó caer de espaldas al gran roble que había detrás del campus, donde un grupo de rubias reían tontamente ataviadas de cortas faltas y pompones.

—¿Cómo está Kevin? — preguntó el rubio

—¿Kevin? Bien... ya ha entrado a trabajar en lo de Daniel, está bien— se repitió más a sí mismo

Jason suspiró y se dejó caer en la hierba, junto a él, encendiendo un cigarro en el camino, el olor del humo lo comenzó a poner ansioso y los brazos le ardieron.

Pudo ver de reojo como Sam le susurraba a Jason y este último apagaba el tabaco contra la hierba con discreción. Suspiró y me removió un poco incómodo.

—¿Han visto a la chica que se sentó delante en clase de Perkins? — preguntó cómo quién no quiere la cosa

—Sí, ¿la conoces?

—No, esperaba que ustedes lo hicieran, no se me hace conocida

—Se llama Brooke Brandt, entró hace dos semanas más o menos, mientras tú...—Jason se aclaró la garganta— mientras estabas fuera...

—Mientras estaba en el loquero, puedes decirlo Green— remilgó el moreno con una risa forzada que no salió del todo bien

—Cállate, Jonas— respondió él un poco de malas golpeándole la espalda

—Déjalo, esta insoportable desde que volvió del loquero— intervino una voz junto a ellos, Elliot se acercaba a paso lento y sus negros cabellos relucían bajo el sol dorado

Se sentó y le dio unas suaves palmaditas en la espalda para después de saludar a Sam y Jason.

Conoció a Elliot cuando tenían tres años, eran vecinos y desde entonces era de sus mejores amigos; Jason y Sam se habían unido a la manada cuando la entrada a la universidad años atrás y todos conocían a su hermano por no ser precisamente un estudiante promedio y tomar varias clases avanzadas en la escuela.

—Stephanie te está buscando— le informó su amigo

—Que le den, no me ha dejado de joder en toda la semana desde que se enteró de que regresaba a la escuela...— gruñó cerrando los ojos y recargándose bien contra el tronco

—Te encontrará igual— añadió Sam

—Lo sé— suspiró

—¿Qué pasa con Brandt? — preguntó su amigo

—Nada, me pareció conocida de algún lugar... — respondió Joe con el cuello tenso

—Se transfirió de Dartmouth hace unas dos semanas, no creo que la conozcas ¿o sí?

—No, no tengo conocidos en New Hampshire...

—Es bonita...— repuso Jason que no había hablado

—Me da igual— rezongó

Todos rieron y poco a poco la conversación comenzó a fluir lentamente, pero no le interesaba realmente. Mientras Sam y Elliot discutían el último juego de los Red Sox él comenzó a sentirse extremadamente cansado; últimamente dormía mucho y solía sentirse débil tanto física como mentalmente, dejó que los ojos se cerraran lentamente y se recargó con cuidado.

Cayó profundamente dormido y su cerebro dejó que su imaginación vagara por pasillos claros y sombras que lo acechaban; de pronto, el sueño se volvió difuso y algo le decía que tenía que correr, el olor a cigarro le invadió las fosas nasales y sintió una serie de arcadas sobre él. Abrió los ojos con cuidado y se encontró a Jason fumando a unos dos metros. Carajo.
Joseph tenía un extraño dilema, fumaba desde la adolescencia, sin embargo, desde que había vuelto no soportaba ver a la gente fumar y oler el tabaco quemado si no era él quién lo hacía, las quemaduras ya cicatrizadas le ardían cada que algo así ocurría.

Podía distinguir claramente el olor. A medida que su mente se clarificaba las náuseas eran más grandes.

—¿He dormido mucho? — preguntó con voz pastosa, Nicholas ya estaba allí

—Hora y media— respondió una voz femenina y melosa no muy lejos, volteó rápidamente

Su cabello rubio teñido y el escote de su blusa le hicieron rodar los ojos al interior del cráneo.

—Tienes que estar de joda, Stephanie

—Hola, Joe— lo saludó besándole la mejilla dejando un asqueroso rastro de labial

20 preguntas [J.Jonas]Where stories live. Discover now