XXV [parte III]

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—No es algo que guste de contar, sinceramente... nadie, más que mis hermanos y amigos saben bien lo que pasó...

—Entonces debo suponer que no me contarás nada

—No, lo haré, recuerda que fue una de tus preguntas... la primera, según recuerdo... además, recuerda que ya eres mi amiga— se burló

—Muy gracioso— le pellizco la piel— pero así es

—Y prometí contártela cuando hubiera más tiempo

—Lo hay...

—No... estoy cansado— Brooke sabía perfectamente que se refería a cansancio emocional, por lo que no insistió

—Quizá luego...

—Me gusta tu tatuaje de la cadera, por cierto

—¿Qué?

—No creas que no lo noté— Joe se río, mirándola y dándole la vuelta, para dejarla bajo de él, se alzó con ambos brazos y bajó los ojos al torso, que tenía la camiseta alzada y dejaba ver el ombligo de la muchacha, quien no tenía ya el short.

Le pasó el dedo por el pequeño tatuaje y delineando las letras de la palabra con la uña, ella se removió y sintió como si una corriente eléctrica le pasara encima, sonrió tímidamente.

—Si no vas a decirme que ocurre con esa cosa criminal que tienes en los hombros— se río suavemente— venga, pregunta cinco ¿por qué este tatuaje? ¿Independent? — le sonrió, mostrando los colmillos

—Es... es un recordatorio...— suspiró ella, estirando los brazos— digamos que... tengo un pasado algo turbulento— hizo un mohín

—Me encanta la idea de que utilices tu piel como memo— ronroneó él, bajando la cara hasta su cadera y depositando un beso ligero sobre la tinta negra, Brooke respiró pesadamente

—¿Te burlas de mí?

—Por supuesto— subió, deslizando la nariz por la línea de alba y besando el ombligo

—¿Vas a preguntar qué tipo de recordatorio? — preguntó ella con la esperanza de poder zafarse del lío en el que se estaba metiendo

—Solo si tú quieres contármelo— murmuró a mitad del camino, besando el final del esternón

—No realmente— era la verdad, apretó las sábanas en un puño

—Entonces no...— murmuró contra la línea que separaba el musculo pectoral, sobre la camiseta

—Hey...— jadeó cuando Joe besó su clavícula y parte de su cuello

—¿Sí?

—¿Intentas seducirme?

—No, a menos de que tú quieras...

—No— pero la desmintió el pequeño gemido que soltó cuando los incisivos del muchacho prensaron su garganta

—Eso pensé... Qué mala mentirosa... jamás me cansaré de decirlo

—No...

—Sí... ¿y sabes por qué lo sé? — se alzó y la miró

—¿Por qué?

—¿Recuerdas nuestro beso en la jardinera?

—No hubo ningún beso— frunció la frente

—Genial, te acuerdas de la situación—sonrió triunfante— ¿qué te pregunte ese día?

—No lo recuerdo— desvió la mirada, claro que lo recordaba

20 preguntas [J.Jonas]Место, где живут истории. Откройте их для себя