XLV

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Resopló con fuerza y exhaló el aire que le quedaba en los pulmones, inhaló de nuevo y mantuvo su respiración.

—Mierda... tengo que dejar de fumar... — ahogó mientras se agachaba en cuclillas y hacia fuerza en el abdomen para no derrumbarse.

Suspiró con pesadez y desperezó su cabeza. Nick llegaría en cualquier momento y él aún estaba lejos de casa, evadiendo la situación.

Se levantó con lentitud y se echó a trotar, los músculos de sus piernas ya no iban a aguantar otro maratón. Comenzaba a pasar entre los árboles cuando una imagen extrañamente conocida lo encaró.

Era inconfundible ese collar rojo de cuero. El labrador color dorado estaba tendido en el pasto y alzó la cabeza apenas escuchó sus pasos, se levantó de un salto y sacando la lengua se acercó a él con paso presuroso. Joseph se quedó quieto, una sonrisa tiró de sus labios, esperando un golpe que nunca llegó.

El perro estaba tranquilo, no lo derribó ni lo lamió, solo lo observó mientras se sentaba.

—Hey... Boika— se agachó con cuidado y le pasó una mano por la cabeza, acariciándole el suave pelo— ¿estás solo? ¿viene Brooke contigo? — Lo miró a los ojos y el perro alzó una pata, pasándola por el hocico

Joseph miró alrededor, esperando ver llegar a la chica de algún lado, pero no ocurrió

—¿Te has salido de casa, perro rebelde? — preguntó el con voz suave y burlona, Boika se volvió a recostar en el piso— ya... venga, vamos a buscar a ricitos... no debes estar lejos — se levantó y el perro lo imitó

Comenzó a caminar parque adentro con el obediente animal al lado y así se mantuvo casi media hora, había salido a correr antes de que Nick llegara de la universidad después de pasar por las compras que él había indicado en una lista específicamente ya que Ava no había pasado ese día y necesitaba darse prisa si quería llegar a tiempo.

—Ven... no te alejes mucho... — indicó en un susurró como si el perro pudiera entenderle

La luz ya estaba muy baja y el aire frío alrededor de ellos, no había señales de la chica.

—¿En serio estás perdido? — lo miró ceñudo agachándose de nuevo, pasándole la mano por el collar hasta que encontró la placa.

La jaló un poco y la puso contra la luz de las farolas ya encendidas. Grabado en el pedacito de metal en forma de hueso estaba su nombre, el teléfono de la chica y la dirección.

—Vaya... quién diría que sería tan fácil conseguir el número de esta mujer... — musitó para sí mismo, a pesar de ya tener su número registrado en el teléfono desde hacía días— ...vamos

Se levantó de nuevo, acomodó los cascos de los audífonos alrededor del cuello, cerró su sudadera a la mitad del pecho y se amarró bien el teni izquierdo.

Comenzó a caminar, si su sentido de la orientación no fallaba, la casa de la chica no estaba muy lejos del parque, quizá unos 10 minutos andando a paso lento.

Boika se situó junto a él, lamiéndole la mano y chocando su hocico contra la pierna.

—¿Cómo es qué estás solo, pequeño? — le preguntó, Boika gimió en respuesta

Salieron a la acera y Joe caminó con las manos en los bolsillos, jugaba con el iPhone dentro del bolsillo, realmente tentado en llamarle a la chica.

Volvió a checar el número de la casa y paró en seco cuando se dio cuenta de que estaban cerca, suspiró y avanzó de nuevo.

—Venga... camina...

20 preguntas [J.Jonas]Where stories live. Discover now