Capítulo 42 "El Reino de los Angeles II"

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Lugar Atemporal.
Reino de Ángeles. Portal de Entrada.

Apenas atravesado el portal, los tres hombres se toparon con una visión, para nada esperada, ante ellos se veía el famoso y misterioso Reino de los Ángeles consu extenso mar de estrellas por todos lados, pero a simple vista se podía notar que el lugar era todo lo contrario a lo descrito en esos fantásticos libros. El portal les había dejado en el borde de una de las islas flotantes del reino. Decorada con un verde pasto en algunas zonas y bordes de piedra decorada con altos relieves.

Detrás de ellos, el portal se cerró, dejándolos allí dentro sin posibilidad fácil de volver. Nunca nada era fácil.

—Adios a nuestro método de salida.

Comentó Aldrich viendo el borde con unas extensiones circulares que formaban un círculo de piedra en dónde antes estaba el portal. Victor y Volkner observaban el lugar.

—Bienvenidos al Reino de los Ángeles... Muchachos.

Victor negó al oír aquello de Volkner, por su tono de voz se oía tan asombrado como él.

—Esto... No es como lo describían.

Frente a ellos, se alzaba imponente una catedral victoriana, de piedra gris adornada con altos relieves y figuras del abismo. Con muchos vidriales adornando la estructura confirme ascendia, incluso pudo verse una que otra gárgola. La catedral y ellos estaban en una isla flotante. A lo largo del mar de estrellas se podían ver muchas otras estructuras similares con variaciones de tamaños. Victor hizo una mueca inconforme.

—Deberian de elegir sus palabras mejor en el futuro...

Susurró el cazador. Aldrich y Volkner se detuvieron junto al joven, observando.

—Bueno, no era tan alejado a lo esperado. No somos Angeles celestiales.

—Cierto.

Los tres dieron un par pasos, aún intimidados de cierto modo por la grandeza del lugar. La mirada ágil de los tres, notó como cuatro figuras aladas descendían hacia ellos. Muy rápidas, aterrizando con elegancia. Eran cuatro figuras, altas, acorazadas y armadas. Victor frunció el ceño al reconocer el patrón de armadura. Eran Guardianes del Abismo. La que parecía ser la líder, fijo la mirada en verdad Volkner, con su alabarda apuntando al cielo. Los otros tres Guardianes les apuntaban con sus armás.

—Tres indignos, os habéis atrevido a enmancillar este lugar sagrado con vuestra indigna presencia. ¡Retiraos inmediatamente!

Volkner solo le miró fijamente. Una mujer, por su tono de voz. Pudo ver por la ranura del casco un par de orbes dorados. Estaba lista para combatir aunque no hubiese apuntado con su arma.

—Venimos en busca del Abismo, a aplicado un castigo injusto y venimos a exigir que lo remueva.

Los ojos de Aldrich, se tornaron azules, listo para hacer su jugada. Victor estaba callado, pero sus ojos rojos mostraban sus ganas de pasarles por encima a los Guardianes.

—¡Ningún indigno tiene derecho de pisar este reino, mucho menos de exigir algo en él! ¡Retirense por las buenas!

Volkner se puso serio.

—¿¡Acaso sabes con quién hablas pedazo de guardian incompetente!?

La guardian se mostró tensa bajo su armadura. No sé tomaba bien las faltas de respeto, pero el grito demandante sin casi esfuerzo de Volkner la hizo titubear.

—¡Aquí no tienes autoridad! Señor del Abismo. Ahora retirense antes de verme obligada a terminarlos.

Volkner miró sereno a la obstinada guardián. Casi esbozando una sonrisa, se dirigió a su cazador.

El Cazador (Saga Angel De La Muerte, Libro #I)  Where stories live. Discover now