Capítulo 43 "La Muerte Fantasma"

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27 de Diciembre del 2018.
Abismo. Posada "Der Kaiser".

Usando una compleja red de sobornos, pagos y corrupción, la mujer, miembro de los Renacidos, logró introducir a los mercenarios y a los protectores en el Abismo.

Eso había sido fácil.

Todo comenzó, con convencer a La Muerte Fantasma y a los Protectores. Les había dicho que su objetivo, sería un joven adolescente de 17 años de edad, residente en Alemania. Hijo de una familia de millonarios. Los Renacidos les proporcionarían transporte y armas a ambos grupos, aunque con una risa, descartó que tuvieran muchos problemas, pues era un joven Común y Corriente.

Tras eso, el siguiente paso fue llevarlos al país germano. Dando uso de los fondos de los Renacidos, consiguió un vuelo privado, tras sobornar a funcionarios tanto de la GNB como de la Bundespolizei en Alemania.

Una vez en el país Alemán, tras tomar un descanso en Berlín. Un guia de los Renacidos los llevó hasta sus métodos de transporte. El cual, disparó las alarmas en varios de ellos. Unas carretas salidas de la edad media.

—Laury, esto no me gusta.

Le susurró Bruno al oído. La mirada de Cesar y varios de ellos le hizo saberlo. Ya era tarde, estaban muy metidos en el ajo ya.

Abordaron las carretas con el guía.

—¿Se puede saber a dónde Vamos?

El guía, un hombre alto e incluso con más músculo que Cesar. Elevó la mirada hacia ellos. Sonrió de lado con burla.

—A un lugar muy oscuro.

—Eso no responde mi pregunta.

—A ustedes solo les importa es cumplir su trabajo, mientras más rápido, mejor.

Todos compartieron miradas tensas entre ellos. Tardaron ya dos horas en llegar al Abismo, cuando ocurrió el evento con los miembros de la guardia. Cesar se quejó ante su larga parada.

—Esto no me gusta, me voy a asomar.

Antes de poder salir, el tipo lo atrapó por el brazo. Ambos se miraron con hostilidad.

—Si sales, estamos muertos.

Al mismo tiempo, Bruno dió un vistazo al exterior a través de una cortada que tenía la lona de la carreta. Su ojo pudo ver la gran multitud de personas, múltiples carretas. Se extrañó al ver las vestimentas tan anticuadas y viejas en un país de primer mundo. Aunque su atención fue desviada a la presencia militar, junto con los tanques.

Mano, hazle caso, hay tanques.

—¿De pana?

Ana frunció el ceño, entrando en la conversación.

—¿Tanques? Nunca dijeron nada de tanques.

—¡Cálmense malditasea!

Espeto en voz baja el guía. Cesar tomó asiento. Al momento, Azul por los nervios tomó la mano de Laury. Carlys la de Azul y Hilary la de Carlys. Gamaliel se asomó por otra rotura de lona. Apenas vio a un militar cerca regreso la mirada dentro con una sonrisa nerviosa.

El Cazador (Saga Angel De La Muerte, Libro #I)  Where stories live. Discover now