Prólogo: "Lo Que Llevas En La Sangre"

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Batalla de Saint. Lo
Fecha : 1944
Ubicación: Francia, ciudad de Saint. Lo

Durante la ardua campaña Americana a través del territorio francés, luchando contra la maquina de guerra alemana, buscando expulsar a los Nazis de Francia, los Aliados se encuentran con la Ciudad conocida como Saint. Lo, ocupada por una división panzer acompañada de infantería alemana fuertemente atrincherada en la ciudad tras haber quedado atrapados por el cerco de los aliados. Ahora, resisten contra sus enemigos como si fuera su ultimo aliento.

El cielo era de un azul celeste, hermoso, acompañado de unas pocas nubes. Para entonces, ser perturbado por los aviones P51 de la USAAF, los cuales rápidos como un rayo atravesaron el cielo dejando una fina estela blanca, clara señal de su velocidad. El sonido de sus motores quedaron en los oídos del Cabo Harrison William Perez. El cual tenia la vista perdida en aquel cielo tan hermoso. Sintió como el suelo a su alrededor temblaba, apartó la vista del cielo de forma brusca mientras miraba a su alrededor, frente a el un tanque Sherman avanzaba lento pero preciso por el camino de barro. Esa mañana había llovido, por ende, el suelo era lodoso. Suspiró y se acomodó su casco marrón, su uniforme y botas eran iguales. En sus manos llevaba un rifle M1 GARAND semiautomático. Se encontraba en su campamento, a las afueras del pueblo de Saint. Lo.

Habia sido trasladado allí, junto a su unidad, formaban parte de un regimiento de infantería de apoyo a una división de acorazados Sherman. El objetivo de ellos era expulsar a la división panzer del pueblo. Sería una ardua tarea, los Alemanes no eran ningún juego. El mismo lo presenció en la playa de Omaha. Todavía recordaba a los muertos, la sangre y partes de cuerpos por todos lados, manchando la arena mientras el inclemente fuego de las MG42 alemanas barrían a la infantería. Los gritos...

-Cabo Harrison!!.- La potente voz del sargento al mando de su pelotón de fuego le hizo dar un salto del susto, se giró y vio como los orbes Avellana de aquél experimentado hombre, le miraban con reproche.-Deje de pensar en el infinito y venga acá!. - Le ordenó.

A paso torpe, Harrison avanzó hacia donde se encontraba su sargento. Sintió como sus botas se llenaban de barro, pero no le prestó atención y se reunió con su sargento y el resto de su pequeño pelotón de fuego. Varios eran jóvenes, no mayores de 25 años, y que, al igual que él, se alistaron para luchar contra un enemigo que, probablemente, estaría en las mismas condiciones de ellos. Con miedo, con el deseo de volver con sus familias.

-Muy bien, Escuchadme bien, en especial tu, cabo.- La mirada del sargento se posó en el, haciendo que el pobre Harrison se removiera incómodo. -Dentro de unos minutos, nosotros, la infantería, avanzaremos sobre el pueblo de Saint. Lo en un movimiento de asedio, nuestro objetivo es despejar el pueblo de cualquier cañón antitanque para que estos avancen y se encarguen de los tanques alemanes, nosotros debemos de encargarnos de eliminar a la infantería. Nuestro pelotón junto con otros cinco más avanzará por el lado este del pueblo, a través de un cementerio, una vez en la ciudad iremos casa por casa y calle por calle hasta haber despejado Saint. Lo, ¿Dudas?.-Su mirada recorrió a todos los presentes. Nadie habló, no habían dudas.-Tened en cuenta lo siguiente, recibiremos apoyo de la 4to Regimiento de infantería del abismo de la Legión 501 del ejercito abismal. Son vanguardias, lo mejor de lo mejor.

El sargento entonces permitió al grupo retirarse, se reunirían al cabo de una hora en la salida este del campamento, la cual al atravesar una serie de arbustos enormes, arboles y maleza, llegarían al cementerio. La idea era que no los descubriesen sino hasta que ya estuvieran en el pueblo.

Esa, era la idea.

***************

Su respiración era lenta, calmada, inhalaba por la nariz y exhalaba por la boca, sus manos se aferraron a su fusil, Harrison tenia miedo. Una carretera de lodo los separaba del primer muro del cementerio. Desde aquel muro, atravesarían el cementerio de frente, seria una larga carrera hacia el otro muro del cementerio, de allí hacia la linea de casas del pueblo con vista al cementerio. Vio los muros que limitaban el cementerio, eran blancos, bajos, les calculo un metro y medio de alto. En caso de que les descubriesen, no serían buena cobertura. Tenia miedo, si, la ultima vez que se le ordenó hacer algo así fue una masacre, en esa playa.

El Cazador (Saga Angel De La Muerte, Libro #I)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora