Jeon JungKook es parte de un negocio, él y sus amigos formaron ese negocio donde deben complacer cualquier cosa que su cliente requiera (especialmente chicas dispuestas a pagar cualquier cosa)
Kim Ella lo conoce y sus problemas comienzan cuando part...
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Había llegado la hora de salir, éramos libres hasta mañana. Las chicas se despidieron de mí cuando se dirigieron hacia las residencias, caminé comenzando a escribirle a JungKook, pero justo cuando envié el mensaje noté su auto esperando, sonreí por la idea de ver a mi bebé al fin, las ventanas lucían un poco más oscuras de lo normal pero cuando abrí la puerta ya era muy tarde para retroceder.
— Sube sin hacer escándalos—advirtió el hombre que estaba sentado en el asiento junto al copiloto.
"Ventanas polarizadas, por eso no vi nada, joder, el auto es exactamente igual al de Jung..."
— Sube ahora—repitió dejándome ver el arma. Podía correr ahora mismo y arriesgarme a terminar con un balazo en el cuerpo o...podía ir, miré alrededor sin ver señales de JungKook.
"Vamos, Ella, acabemos con esto"
Había dos hombres adelante y dos atrás, yo estaba en medio de los de atrás, ni siquiera me movía, mi celular que estaba en el bolso no dejaba de vibrar, apreté mis manos a él con el corazón en la garganta, quería ver por la ventana, pero no tenía idea de adonde íbamos, creo que pasó como una o dos horas, los edificios quedaban atrás, los autos igual y el pavimento de la carretera también dándole paso a un camino solitario, árboles, arbustos y...una especie de fábrica abandonada. ¿Dónde demonios me habían traído? ¿La madre de JungKook se quedaba aquí? Creí que estaría en un lugar más seguro. En cuanto los hombres bajaron hice lo mismo, pero uno de ellos me quitó el bolso.
— ¡Oye! —antes de poder quitárselo tenía a otro deteniéndome.
— Aquí está—sacó mi celular y lo dejó caer al suelo pisándolo hasta hacerlo añicos, tragué con dificultad, estaba jodida—Ahora sí, llévenla adentro.
Su compañero lo obedeció arrastrándome del brazo, en efecto, aquella era una fábrica, pude ver máquinas llenas de polvo, oxidadas y viejas. Las paredes estaban repletas de humedad, ese lugar podría caerse en poco tiempo, el hombre me llevó escaleras abajo hacia el sótano, había una puerta de garaje la cual estaba cerrada con candado, pero junto a él había una puerta de acero, en cuanto el tipo la abrió me empujó adentro, tropecé cayendo al suelo escuchando la puerta cerrarse de nuevo.
— Animal—murmuré. Sacudí mis manos y mi pantalón incorporándome.
— ¿Ella? —giré sobre mis talones al escuchar mi nombre. La alegría y el alivio me invadieron en segundos, aunque él estaba lejos de sentir lo mismo.
— ¡Jimin! —corrí en su dirección sin dudarlo. Solté sus manos sin pensarlo deshaciendo el nudo que las mantenía atadas, lo abracé rodeando su cuello con mis brazos y él me rodeó con los suyos—Estás bien, estás bien—susurré aferrándome—Jimin, mi Jimin.
— ¿Tanto me extrañaste?
— Estuve preocupada por ti, todos lo han estado, yo...—y el llanto vino—No quería perderte, no me lo perdonaría, lo siento Jiminie.
