Jeon JungKook es parte de un negocio, él y sus amigos formaron ese negocio donde deben complacer cualquier cosa que su cliente requiera (especialmente chicas dispuestas a pagar cualquier cosa)
Kim Ella lo conoce y sus problemas comienzan cuando part...
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1 año después
Respiré profundo mirándome frente al espejo, tenía mis manos en mi cintura, respiraba con dificultad, mis manos estaban heladas y sudaban en frío además de que mi corazón parecía querer salirse del pecho.
— ¡Estás hermosa! —Kumi sonreía ante la imagen.
— No puedo respirar.
— Oh, ven, toma asiento—me ayudó a sentarme a orillas de la cama—Respira profundo.
— Si no tuviera este maquillaje sabrías lo pálida que estoy.
— Recuerda que tu maquillaje es sencillo así que puedo verlo—sonrió de lado. Ladeé mi cabeza de ambos lados, Kumi fue hacia la pequeña mesa de noche sirviéndome un vaso de agua. Justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió dejando ver a Sook, Eliza y mi madre, JeonSang debe estar con su padre, Dios, de sólo pensar en JungKook tengo más náuseas.
Hoy es el día de mi boda, hoy comienzo a ser la señora Jeon.
— ¿Qué está pasando ahora? —quiso saber mi madre con un tono de voz preocupado.
— Está teniendo una crisis nerviosa.
— No estarás pensando en dejarlo en el altar, ¿Cierto? —preguntó Eliza. Todas lucían hermosas con esos vestidos de colores pasteles, yo ni siquiera puedo verme al espejo sin querer vomitar.
—Todo saldrá bien, amiga—Sook me abrazó con fuerza.
— Chicas, ¿Pueden dejarme a solas con ella? —pidió mamá. Las tres asintieron retirándose.
— Mamá estoy tan asustada, siento que voy a vomitar y es ilógico porque no tengo nada en el estómago, no he podido comer en todo el día debido a los nervios...
— Shh—tomó mis manos levantándome. Volvió a situarme frente al espejo—Mira a la chica en ese reflejo.
Respiré profundo encontrándome con una Ella muy distinta, mi cabello castaño estaba recogido en una trenza perfectamente recogida, dos débiles mechones caían a ambos lados de mi rostro dando un aspecto dulce, sobre mi cabeza había una pequeña diadema muy simple, el vestido se acomodaba a mi cuerpo pero sin volverlo vulgar o sin complicarme el hecho de caminar, no tenía mangas, el escote en mi pecho era en V, en el borde él tenía unas perlas pequeñas, me daba una forma delicada a mi cintura y mientras bajaba formaba una cascada blanca por la cola, en mi muñeca derecha se encontraba un brazalete plateado regalo de Eliza, los aretes eran de parte de Sook, el maquillaje simple de labios rosados, rubor y pestañas algo alzadas eran hechos por Kumi. Yo realmente lucía bonita.
—Estoy bien.
— Estás hermosa, cielo—susurró acariciando mis brazos, pude notar el ramo de flores que debería llevar mientras caminaba en el altar—Estoy orgullosa de ti...y...sé que tu padre también lo está.
