Óscar tiene 15 años y un secreto: está enamorado de Pablo, el chico guay de la clase, el deportista, el buenorro, el guapísimo, el ligón y callado Pablo Bernabé. Pero nadie lo sabe, ni siquiera sus mejores amigas. El viaje de fin de curso se acerca...
Pablo era el chico más guapo de la clase, pero de lejos. Su piel era oscura, como si hubiera estado tomando el sol demasiado tiempo. Sus labios, gruesos y rosados. Sus ojos verdes. Como los míos. Y su voz tenía ese toque grave y rasposo que la hacía tan diferente. Pero, ¿cómo iba a fijarse en mí? Le gustaba el fútbol. Yo era negado. Nivel parar balones con la cara. No había nada que nos uniera.
Íbamos a la misma clase, sí, pero ni siquiera sabría cómo me llamaba. Y eso que llevábamos dos años juntos. Ni siquiera unas palabras habíamos intercambiado. Intenté un par de veces que nos pusieran juntos en un trabajo, pero no hubo forma. Juraría que alguna vez le había pillado mirándome en clase, o en el comedor, pero siempre llegaba el gilipollas de Ramón para darme una colleja cuando me quedaba empanado... dejándome en ridículo y rompiendo nuestro contacto visual.
Es difícil que te guste otro chico cuando tienes quince años. Ya no solo porque tienes quince putos años, sino porque te gusta otro chico. Y eso es raro. Eso es de maricones, de degenerados, de desviados, de bichos raros. La primera vez que escuché la palabra fue precisamente al gilipollas de Ramón. Me la dijo en los vestuarios de gimnasia porque me pilló mirándole. ¡No lo estaba mirando! Es decir, sí, Ramón es subnormal, pero está buenísimo, ¿vale? Pero no le estaba mirando mirando. Solo así de forma disimulada.
- ¿Ves algo que te guste? ¿Quieres comerme la polla un rato? – para tener quince años, era un chungo de cuidado.
Fuera de algún incidente aislado, nadie sabía que me gustaba Pablo. Ni siquiera mis mejores amigas. ¿Qué por qué? Yo qué sé. Tampoco quería hacer un drama de ello. Me gustaba que fuera mi secreto. Todos tenemos algo que no queremos que sepa nadie más. Solo nosotros. Bueno, pues lo mío era lo de Pablo. Total, era algo imposible. Aunque muchas veces imaginaba que no, y necesitaba creerlo.
Entonces llegó la excursión de fin de curso. El colegio nos llevaba a Valencia. Pero a mí no me iban mucho esas excursiones. No sé. Me daban como vergüenza. Si no ibas, eso sí, te tocaba ir esa semana a clase. Los pocos que quedaban. No hacías nada, pero tenías que ir. Recuerdo cruzarme con él por los pasillos el día que nos dijeron lo de la excursión. Me miró y me saludó con un movimiento de la cabeza. ¿Me saludó? ¿Seguro? ¡Sí, me había saludado, me había...!
- ¡Joder, qué hostia! – dijo, preocupado, al ver como me tragaba la puerta de una de las taquillas que estaba abierta. Todos los que estaban en el pasillo empezaron a reírse como borregos. Pablo vino y cerró la puerta.
- ¿Estás bien?
- Eh, sí, sí, sí, claro – dije, con un dolor indescriptible, y me fui de ahí a todo correr, mientras mis compañeros seguían riéndose de mi torpeza legendaria.
Me negaba a ir a la mierda de excursión, del viaje de fin de curso, lo que mierdas fuera. ¿Para qué? ¿Para que me hicieran la vida imposible? Ni de coña. Después de decírselo a mis amigas que, por supuesto, no lo entendieron, terminaron las clases y lo único que me alegraba era comprarme un polo a la salida. Esos cuyo palito eran coleccionables de 'Star Wars'. Una absurdez, pero me encantaba tenerlos. Y los quería todos. Mientras estaba devorando a bocados el que acababa de comprarme, vi a Pablo salir del colegio, con la mochila al hombro, y rodeado del equipo de fútbol. Ramón y compañía, y varías chicas, sobre todo Almudena, que no dejaba de tocarle. Pasaron a mi lado y ni siquiera me miraron, pero yo no pude evitar mirarle a él hasta que desapareció en la calle. El helado se había derretido y me había manchado toda la camiseta. Genial. Eso sí, pude oír algo que me alegró el día: Pablo tampoco iría al viaje de fin de curso.
******** Bienvenides a la historia de Pablo y Óscar. Espero que la disfrutéis casi tanto como yo escribiéndola. Recordad dejar comentarios en los capítulos, que siempre es maravilloso leerlos
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