Capítulo 28

20.3K 1.4K 987
                                    



El calor de la mañana seguía presente. La verdad es que pensé que haría un poco más de fresco, pero nada. Es que podría ir desnudo por la calle. Las aceras estaban vacías. No había un alma por la calle. Normal. Era la 1 de la madrugada. Me detuve en un semáforo en rojo y tardé unos segundos en darme cuenta que no venía nadie y que no tenía sentido. El cielo estaba completamente despejado y...

- Dios, qué estoy haciendo – me dije a mí mismo, y empecé a caminar más y más lento hasta que me paré, de nuevo. ¿Realmente iba a hacerlo? ¿Realmente me estaba escapando de casa para ver a Pablo? ¿Realmente iba a desafiar de esta forma a mis padres? Vale que pensaba volver antes de que se dieran cuenta pero, ¿y si de repente se despertaban, pasaban por mi cuarto... y no me veían? Se me encogió un poco el corazón solo de pensarlo. No porque fueran a pillarme sino por el susto que se llevarían. Por mucho que recordara la decepción en sus ojos cuando se enteraron que soy gay, no podía odiarlos. ¿Por qué no podía? ¿No sería más fácil? Joder, maldita sea, mira que soy estúpido. Puñeteramente estúpido.

Una vez más, estaba frente a su portal, pero no tenía ni idea de lo que hacer. ¿Qué esperaba? ¿Llamar al telefonillo sin más? ¿O que él hubiera estado esperándome en la calle para invitarme a entrar, como si fuera un vampiro? Dios, menuda tontería he hecho al venir. Menuda cagada épica. Saqué mi móvil y le escribí.

ESTOY ABAJO

Pero no respondió. Mierda. Había tardado demasiado. Se habría ido ya a dormir. Coño, puto Pablo. Es que era incapaz de poner las cosas fáciles. Y ahí estaba yo, en la calle, a la 1 de la madrugada, sentado en su portal, esperando que leyera mi mensaje y me dijera un 'sube' que no llegaba. Fíjate tú, que ahora era yo el espontáneo, ¿sabes? Hace dos semanas, esto no lo habría hecho ni de coña. Pero ahora sí. Porque ahora soy otro. Soy otro. Pablo me ha hecho otra persona. ¿O es mi yo de siempre, pero que ha decidido evolucionar? Me estoy rayando de más creo yo. Ay, mira, yo qué sé. Entonces sonó el móvil. Porque mira, últimamente siempre lo llevo con sonido, por si me escribe Pablo, ya sabéis.

TE LLAMO

Espera, ¿qué? ¿Me va a llamar para qué? Ays, sé que hablar por teléfono es una absurdez después de haber hablado mil veces en persona, pero a la vez me daba una vergüenza terrible. Y me llamó. Y estuve a punto de no cogerlo. Pero, ¿cómo no iba a cogerlo?

- Hola – dije, en un susurro.

- ¿Por qué hablas tan bajo?

- No sé, porque es de noche.

- ¿Estás abajo? ¿No es coña? – me preguntó.

- Me dijiste que querías verme – me defendí.

- Ya, pero... pero no pensé que fueras a venir. Tus padres...

- No se han enterado – me apresuré a decir.- ¿Subo?

- No.

Así, tal cual. N-O. ¿Cómo que no? Es decir, ¿me haces venir hasta tu casa, jugarme el castigo de mi vida, para decirme que no suba? ¿Qué coño pasa contigo, Pablo?

- ¿Cómo que no? – dije.

- Porque no quiero que se entere mi madre.

- ¿Está despierta?

- No.

- ¿Entonces?

- Espera, bajo yo, ¿vale? Bajo.

Y me colgó. O sea, no entiendo nada. ¿No decía que quería dormir conmigo? ¿No decía todas esas cosas hace unas horas? ¿Y ahora qué? ¿Se echaba atrás? ¿No quería que subiera? Es decir, ¿ya no le gustaba? ¿Veis? Había sido una estupidez venir hasta aquí. Lo sabía. Lo sé. Y, lo peor de todo, es que me iban a pillar. ¡Y a ver qué excusa me inventaba esta vez! Eso sí, cuando salió del portal, se me pasó todo. Así de fácil. Como si hubiera chasqueado los dedos y zas, borrado de memoria. Salió y nos dimos un beso corto y suave en los labios. Así se saludarán los novios, supongo.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora