Capítulo 71

7.3K 615 501
                                    




Después de un inicio de cumpleaños inmejorable, Pablo y yo volvimos a su casa sin dejar de darnos la mano un solo segundo. Sí, en algún momento tuvimos que aguantar miraditas de gentuza en el metro, y lo peor es que era gente de nuestra edad. Pero ¿sabéis qué? Nos dio igual. Y Pablo tenía razón. Sentaba de la hostia desafiar así. ¡Que también os diré que tiene cojones que ir de la mano de mi novio en público sea desafiar al sistema, pero yo no lo he construido! 

Era raro volver al barrio y pasar por delante de mi portal y no entrar en él, pero era más raro aún ir a casa de Pablo sabiendo que íbamos a dormir juntos. Bueno, dormir y lo que no es dormir. Porque sí, la cita había sido perfecta, pero qué mejor manera de cerrarla que (y voy a ser muy basto, os aviso, no me juzguéis) comiéndole la boca nos tocamos. Iba a decir 'follando' pero uno tiene estilo, y quería decirlo más finamente. Ya sabéis, that's me.

Cuando entramos, Pablo pensaba que su madre seguiría durmiendo, pero nada más lejos de la realidad: estaba sentada en el salón viendo 'Mamma Mía'. Al ver que llegábamos, se levanto de un salto y vino hacia la entrada para darnos la bienvenida. Era raro que su madre estuviera tan de acuerdo en que su hijo trajera a su novio a dormir, porque era obvio lo que íbamos a hacer, ¿sabes? Pero yo qué sé, soy un chico responsable y que cae bien, así que supongo que por eso me dejaba.

-Hola, Óscar, cariño, cuánto tiempo –dijo, dándome dos besos y un abrazo super cálido. De esos que te reconfortan hasta el alma. Sí, no exagero.

-Hola. ¿Qué tal? –pregunté, siendo lo más educado posible. La verdad es que no la vi muy bien. Estaba muchísimo más delgada y llevaba un pañuelo en la cabeza. Su expresión era triste y estaba muy pálida.

-¿Se ha ido ya la tía Alicia?

-En cuanto llamasteis diciendo que volvíais –aclaró su madre. -¿Queréis comer algo? Hice albóndigas para cenar.

-No, ya nos íbamos a dormir –dijo Pablo. Pero ojalá hubiera dicho que queríamos albóndigas, porque solo recordar lo ricas que estaban, se me hacía la boca agua.

-Un placer verte, Óscar –me sonrió.

-Igualmente –le devolví la sonrisa, y los dos, aún dándonos la mano, fuimos directos a la habitación de Pablo.           

            Oye, y nada más entrar, es que casi ni había cerrado la puerta, me cogió de los hombros y me chocó contra la pared, abriendo la boca y paseando su lengua por mis dientes. Me mordió el labio con fuerza y sus manos comenzaron a manosear toda mi espalda. Casi no me dio tiempo ni a reaccionar, que ya sabéis que uno es lento, pero claro, fue notar su lengua recorriendo la mía que me empalmé al momento, y en eso él me llevaba bastante ventaja, por lo que pude notar cuando se frotó contra mis vaqueros.

-Qué quieres hacer –me preguntó, hablando en el interior de mi boca.

-¿Eh?

-Es tu cumple. ¿Qué quieres hacer? –repitió.

-Justo lo que estamos haciendo –añadí, aunque me quedé un poco pillado. ¿Qué qué quería hacer? ¡Pues estar con él, tocarle, besarle! No sé, todo eso. ¿Se refería a que quería volver a intentar lo de la otra vez? -¿Quieres volver a intentarlo?

-Si tú quieres, podemos volver a probar... -me insinuó. La única vez que lo probamos no salió muy bien, pero oye, quizá esta vez sí. ¿Quién sabe? Había tanta confianza con Pablo que no me daba ni siquiera vergüenza. Bueno, sí, eso siempre, pero me daba seguridad.

-Venga –admití. -¿Sigues teniendo...?

            Pablo se acercó a la mesa y abrió un cajón. Sacó un condón y me sonrió.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora