Capítulo 66

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-Uhm, vale- contestó Pablo como si no fuera con él la cosa. ¡Cómo si le diera puto igual! -¿Y?

-No, nada, nada. Que-que-que es un chico que acabo de conocer...

-¿Te gusta o qué? –espetó, dejando a un lado el cuaderno en el que estaba escribiendo.

-¡No, no! No me gusta. Si ni siquiera le conozco...

-¿Y de dónde ha salido? –preguntó Pablo, interesado.

-Pues yo creo que consiguió mi número con lo del-del montaje, y me escribió para apoyarme y tal. Muy majo –dije, como tratando de... no sé, la verdad es que no entiendo qué pretendía con esta conversación. Óscar, piensa la próxima vez antes de hablar.

-Oye, pues muy bien por él –remató Pablo, como tratando de zanjar el tema.

-¿Te parece bien? –pregunté, aún confuso.

-Vamos a ver, Óscar, que parece que quieres sacar drama de donde no lo hay. Es un chico que te escribe porque te ha querido mostrar su apoyo después de lo gilipollas que fueron contigo. ¿Qué quiere tontear contigo? Ok. Me fío lo suficiente de ti para saber que no harás nada, ¿entiendes? –concluyó.

-No, no, nunca haría nada –me apresuré a decir.

-Puedes hacer lo que quieras, siempre y cuando me lo cuentes antes, para no estar haciendo el gilipollas –sentenció y volvió a sus apuntes. Uy, menuda situación más rara había creado de la nada.

Para intentar calmar las cosas, deslicé mi mano por la mesa y la coloqué sobre la suya con suavidad. Ni se inmutó. También porque estaba concentrado en sus apuntes, y también porque estábamos en medio de la clase, así que es bastante lógico. Jo, solo espero no haber creado un problema sin necesidad, que en eso soy bastante experto.

Como ya me conocéis de sobra, sabréis que estuve agobiado toda la mañana pensando en qué le podría haber molestado a Pablo, pero él me había dejado claro que no pasaba nada. No sé, quizá se lo quise decir porque él cada vez queda más con Damián. Y sí, sé que somos novios pero cada uno puede tener sus amigos, pero como yo no conozco a ese Damián casi, pues mi siento como fuera, ¿sabes? Que sí, que soy un exagerado, pero tengo quince (para dieciséis) y pues es normal que me agobien estas mierdas. Por favor, decidme que eso se pasa con los años. ¡POR FAVOR!

Después de un día exactamente igual que el anterior (os juro que no entiendo por qué nos hacen venir a clase estos días, la verdad), salimos de clase, y claro, todos corriendo a estudiar a casa, que mañana hay exámenes, y uno de ellos es Historia, que lo llevo, diciéndolo finamente, como el puto culo.

-Oye, hoy no te acompaño, que voy con Damián a entrenar un poco –me dijo Pablo mientras cogía la mochila y salíamos de clase.

-Uy, ¿vas a entrenar hoy? Que mañana hay exámenes... -dije, sonriendo.

-Lo sé. ¿Eres mi padre ahora? –espetó con chulería. –Nos vemos mañana, ¿vale?

-Vale, vale –y le dejé ir. Aceleró tanto el paso que, a los pocos segundos, ya había desaparecido. ¿La había cagado contándole lo del chico? ¿O haciendo demasiado drama de ello? No, no. Para nada. Es tu novio. Está bien que le cuentes las cosas, joder.

Cuando salí del cole, estaban Celia, Cris y Albert esperándome para acompañarme un poco de camino al metro. Bueno, al menos tendría un poco de compañía con la que desahogarme, que algo es algo. Sé que soy muy pesado, pero joder, ojalá volver al verano pasado, en el que Pablo y yo vivíamos puerta con puerta. Pero ya lo dijo Aurora, tarde o temprano tendré que volver a casa. Solo espero que mi madre ya sea una persona normal... y mi padre, pues poco espero de él, si soy plenamente sincero.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora