Espera un minuto. WAIT A FUCKING SECOND. ¿Cómo que sabe lo nuestro? ¿Lo nuestro? ¿Qué nuestro? ¿Lo puto nuestro? Es decir, ahora mismo estoy flipando. Estoy ALUCINANDO. Vamos a ver, ¿se referirá a que sabe que Pablo y yo seguimos viéndonos? ¿Que estamos timando a mi padre? ¿Ha sido una amenaza? ¿O me estoy flipando y era algo más rollo: tranqui que sé que eres gay y me parece bien? Joder, da igual, el caso es que ha sido creepy de la hostia. Es que vamos a ver, mundo, ¿no me puedes dejar tranquilito unos días? NO PIDO PUTO MÁS. Bueno, a lo mejor me estoy pasando con las mayúsculas, pero mira, yo qué sé. Que estoy muy nervioso, joder.
Nada más decírmelo, la miré, flipando obvio, y ella sonrió. Uf, esa sonrisa. ¿Era buena o era mala? Daba igual lo que mirara, era como un muro, imposible saber lo que estaba pensando. Iba a decir algo cuando ella se adelantó, pero no para hablar conmigo sino con Solero, que justo entraba también en el cole.
- ¿Marcos?
- ¿Aurora?
Los dos se dieron un abrazo como si fueran amigos de toda la vida. ¿Podía ser todo más raro y violento?
- Tío, ¿quién es esta loca, en serio? - preguntó Celia.
- Os lo he dicho, mi tía Aurora.
- ¿Y de dónde ha salido? - dijo Pablo.- ¿Es...?
- No lo sé, así que mejor andarnos con cuidado.
- Te veo dentro - se despidió con un movimiento de cabeza y se alejó, dejándonos atrás a los demás. Bueno, se estaba tomando muy a pecho eso de fingir que ya no estábamos juntos. Recuerda, Óscar, lo hace por ti. No te vayas a picar ahora.
Albert, Cris, Celia y yo adelantamos a Aurora y a Solero y enfilamos al interior del insti... un día más. Aurora aún me tenía confuso, extrañado. ¡Y ahora resulta que era íntima amiga del Solero! ¡Si hasta le había llamado por su nombre! ¿De qué va esta tía? Pero los problemas no habían hecho más que empezar. A ver, digo mucho esa frase y ya ha perdido el sentido, vale, pero es que lo que viene ahora es una movida de las gordas: EXÁMENES DE EDUCACIÓN FÍSICA. El profesor decidió que lo mejor era juntar un par de clases para hacer las pruebas y mezclar a los alumnos para... para... vete tú a saber para qué, nunca nos explican nada. Así que ese día los vestuarios estaban a tope. No cabía un alfiler. Pero lo bueno de todo es que estaba con Albert, que de torpeza va bien servido, así que al menos podría hacer las pruebas con él, ¿no?
Después de cambiarnos y recibir alguna sonrisita (por no decir muchas) por parte de casi todos los tíos al vernos sentados juntos y en calzoncillos (por cierto, no pude evitar mirar el paquete a Albert... y madre del amor hermoso), salimos de los vestuarios y formamos una fila con el resto. Godzilla, nuestro profe, era una mole enorme con la que mejor no enfrentarse. No le estoy llamando gordo, ¿eh? Es que era enorme. Y cuando digo enorme, digo de proporciones mastodónticas. De ahí que lo llamáramos Godzilla.
- Hoy vamos a empezar corriendo alrededor del gimnasio. Os iré dando instrucciones según vayan pasando las vueltas. Venga, empezamos trotando - dijo entre dientes.
Y mira, os juro que yo empecé motivadísimo. Iba trotando, al lado de Albert, sonriéndonos de vez en cuando. Pero al cabo de los minutos, nos dimos cuenta que íbamos los últimos, pero de lejos. Pablo iba de los primeros. Y dios mío, cómo corría. Zancadas grandes, cabeza alta, super erguido, con el culo super marcado y...
- ¿Puedes dejar de mirar la banana a Pablito? - me recriminó Albert.
- ¿Cómo lo sabes? - puso los ojos en blanco y se echó a reír. Joder, y yo pensaba que era disimulado. Godzilla nos mandó mover los brazos hacia delante, correr levantando las rodillas al pecho, los talones al culo... y así durante casi media hora de clase. ¡ME DIRAS TÚ PARA QUÉ! Pues para reírse de nosotros, porque si no, no entiendo nada. Los típicos machitos, véase Ramón, Diego y compañía, se iban dando codazos mientras corrían, y hacían sprints continuamente. Eso sí, nadie podía rivalizar con la velocidad y la resistencia de Pablo. Mi Pablo. Ays. Es que le quiero. Es que por favor... es que... ¿cómo puedo ser tan blando y tan cursi?
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Alguien para ti
Teen FictionÓscar tiene 15 años y un secreto: está enamorado de Pablo, el chico guay de la clase, el deportista, el buenorro, el guapísimo, el ligón y callado Pablo Bernabé. Pero nadie lo sabe, ni siquiera sus mejores amigas. El viaje de fin de curso se acerca...