Capítulo 74

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Entre la oscuridad de la habitación, el hecho de que Pablo y yo estábamos en bolas, y que básicamente eran como las cuatro y media de la madrugada, pues claro, me dio un puto infarto al corazón. Tanto que le pegué un mordisco a Pablo en el labio.

-¡AH! –chilló. Albert encendió la luz al momento al oír el grito.

-¡APAGA LA LUZ, APÁGALA! –grité. Hombre, a ver, no quería que nos viera desnudos, y menos aún, empalmados. Era como violento, ¿no?

-¡Perdón, perdón! –dijo, avergonzado. Pablo se levantó de la cama de un bote llevándose la mano a la boca.

-¿Me has mordido?

-¡Ay, yo qué sé! ¡EL SUSTO!

-¡Me has hecho sangre! –dijo Pablo de nuevo.

-¡No! ¡LO SIENTO! ¡Déjame ver! –dije, super asustado. Coño, sí que le había dado un buen mordisco. Menos mal que solo estábamos besándonos...

Pablo se puso a toda velocidad sus calzoncillos y yo me tapé con la sábana.

-Enciende la luz –dijo Pablo y Albert, tímidamente, le obedeció. Estaba de pie en la puerta, con sus bóxers de Batman, os lo juro, y mirándonos entre asustado y sin saber qué hacer. Pablo estaba junto a la cama, con mis calzoncillos puestos (otra vez) y con sangre saliendo de su labio.

-¡Oh, mierda! Lo-lo siento mucho.

-Joder, menos mal que no estábamos haciéndo otra cosa, Óscar, de verdad –y salió de la habitación con la mano en el labio, tratando de no manchar nada, pasando al lado de Albert, que pronunció un silencioso 'lo siento'.

Cuando Pablo salió de la habitación, Albert y yo nos quedamos un rato sin saber qué hacer, pensando quién debía hablar. Él fue el primero en hacerlo.

-Oye, lo-lo siento. No pensaba que...

-No pasa nada. Si solo estábamos... bueno, ya sabes –dije, rojo de la vergüenza.- Bonitos calzoncillos por cierto.

-¡CALLA! –gritó, con una sonrisa en los labios. –Pero es que estaba durmiendo en el salón... bueno, tratando de dormir, y no dejaba de escuchar ruidos y tal, y es que me estaba cagando vivo. Porque tú eres un cagón, pero yo también, y no sé, se me ocurrió venir a ver si podía dormir aquí, que tenéis la cama más grande.

-¿Dormir con nosotros?

-A ver, que no os estoy proponiendo un trío. A no ser que queráis, claro.

-¿Qué? –dije, alucinado.

-¡Es broma! ¡ES BROMA!

-¿Un trío? Sería mazo raro. ¿No crees? –y empecé a pensar en ello y es que... creo que no sería capaz. Aunque, por alguna extraña razón, pues noté cómo me empalmaba un poco solo con pensarlo.

-Sí, sí. Descartes total.

-¿Descartes?

-Rollo descartado. Descartes. Lo decíamos en clase de Filosofía...

-Ah, vale. Vale.

-Entonces... ¿puedo dormir con vosotros?

-A ver qué dice Pablo. Aunque después del mordisco, a lo mejor no quiere volver a dormir conmigo...

-¡Fiesta de pijamas! -y corrió hacia la cama, lanzándose sobre ella, pero lo hizo tan a lo bestia, que las patas de la cama cedieron, rompiéndose, y la cama acabó en el suelo. Literalmente. Los dos nos quedamos mirándonos, asombrados, y empezamos a reír sin parar. Cuando Pablo entró, pues claro, flipó.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora