Epílogo: Albert

17.9K 1.4K 627
                                    


Mira, lo voy a hacer de puta madre. Lo sé. Si algo se me da bien en la vida es bailar. Llevo haciéndolo desde los 6 años. Todos los estilos. ¿Cuántos de mi edad pueden decir eso? Pues ninguno, seguro. Encima con The Vamps y BTS. Es que me encanta. ¿Cómo no voy a hacerlo bien? Con Cris, con Celia, con Raúl... Qué suerte tengo con mi clase. Nunca lo pensaba, porque creía que todas las clases eran más o menos igual. Hasta que he dado con Óscar. Su clase es lo peor que hay en el instituto. Pobrecillo. Pero es que tampoco sé muy bien qué hacer. ¡Si yo en una pelea no duraría nada! Estoy pensando en hablar con el director, o con su tutor, o con la nuestra, la señorita Ortiz. Ella es maja y moderna. Sabrá qué hacer, ¿no? Lo raro es que de lo mío nadie se haya dado cuenta. ¿Y si lo notan cuando me vean bailar hoy? ¿Y si se dan cuenta? Pero no puede ser, lo llevo en secreto desde hace muchísimo. Solo lo saben Cris, Celia y Óscar. Ni siquiera mis padres lo saben. ¿Reaccionarían igual que los de Óscar? Jo, ahora no estoy seguro. Pero yo siempre he estado seguro de todo. ¿Por qué cada vez menos? ¿Por qué me siento tan... raro? Llevo encerrado en el baño 10 minutos y salimos en 15. Pero no sé. Sé que lo voy a hacer bien pero, ¿y si no?

Estoy con todo el pelo peinado hacia atrás, mojado, pegado. Lamido por una vaca. Idea de la profe Álvarez. Al igual que pintarme los ojos. Aunque eso me gusta porque me quedan bien.

-¿Estás bien? - dice Cris desde el otro lado de la puerta.

- ¡Tía, estoy meando! - grité.

- ¡Pues mea después, que salimos en nada!

- ¡Qué sí, que ahora salgo!

Pero no sé por qué, no tengo ganas de salir. No quiero bailar. No quiero hacer nada. ¿Qué me pasa? Este no eres tú, Albert. Al rato vuelven a llamar a la puerta.

- Albert, ha venido alguien a verte.

- ¿Albert? – ¿era Óscar?- ¿Qué haces ahí encerrado? - ¡Sí, era él!

Abrí el pestillo y, nada más verle, le cogí del brazo y le arrastré dentro. Eso sí, me dio tiempo a ver la mirada asesina de Cris por no salir ni por dejarla entrar.

- Qué guapo – me dijo.

- ¿Tú crees? Si voy hecho un cuadro...

- ¡Qué dices! Vas genial.

-  Eso es porque aquí no se ve nada...

- No. Lo digo porque es verdad. Qué pasa.

            Ni yo mismo sé qué me pasa... Pero estar con Óscar me había calmado. De alguna extraña forma, lo había hecho.

- Que no quiero salir – confesé.

- ¿Por?

- Porque... yo qué sé. ¿Y si se ríen de mí?

- ¿Y?

- ¿Cómo que 'y'?

- Que bueno, si se ríen de ti, pues ¿qué más da? Yo no me voy a reír.

- Ya pero...

- Si hay alguien que sé que va a hacerlo bien, ese eres tú – me dijo. Sus ojos brillaban.

- ¿Estás seguro?

- ¡OBVIO, TÍO!

            Óscar era maravilloso. Lástima haberle conocido tan tarde. Había conseguido calmarme con un par de palabras. "¡Obvio, tío!". Y ya me sentía con fuerzas para hacer cualquier cosa.

- ¿Te quedarás aquí? – le pedí.

- Pero tengo que volver a mi sitio...

- ¡NO! No. Quédate aquí, detrás del escenario – por favor, di que sí, anda.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora