Capítulo 17

22.4K 1.7K 529
                                    


Sí. Podía salir de dudas solo mirando el teléfono. Lo tenía así de fácil pero en serio, no podía enfrentarme al hecho de que me hubiera escrito diciendo que no venía. O peor aún, que lo hubiera leído y ni siquiera se hubiera molestado en contestar. Pero, lo que más me jodía, porque me jodía, y me rompía por dentro, y me había desgarrado como nada en mi vida, era lo que acababa de pasar con mis padres. Que no, joder, que no podía estar pasando esto, que seguro que mañana sería otro día, que había sido un puto mal sueño.

Los truenos seguían sonando. Cada vez más y más cerca. Me iba a mojar. Era un hecho. Y lo que también era un hecho... era que Pablo no iba a venir. Joder. No iba a venir, ¿verdad? ¿Por qué no me lo habíais dicho? ¿Por qué no me habéis dicho que soy un puto iluso de mierda? Tampoco habría cambiado nada, ¿no? Yo habría hecho todo exactamente igual. Las primeras gotas comenzaron a caer sobre mi cara y se confundieron con las lágrimas que caían de mis ojos. Bueno, Óscar, cariño, tendrás que volver a casa en algún momento. Mis padres estarán preocupados... ¡SEGURO! ¡Les habrá hecho incluso ilusión que me haya ido! ¿Os acordáis lo que os dije? ¿Qué esta historia no sería una típica de maricones, que siempre son dramas y sexo? Pues mira, os mentí. Sexo no habrá, pero drama, oye, por un tubo. Cuando empezó a llover de verdad quise darme la vuelta y volver pero estaba como pegado a ese puente. Cada gota que caía me unía más, como cemento. Hormigón armado. Y yo era la viga.

- ¡Óscar! ¡Óscar!

Fue escuchar su voz y derrumbarme. ¿Y yo ahora qué le decía? Joder, tenía tantas ganas de hablar con él, pero ya no me salía decirle nada. No me salía decirle nada, porque no estaba ahí. Genial, encima ahora me imaginaba cosas. Conseguí despegarme de la barra y corrí a uno de los pequeños bancos metálicos con un techo que les cubría. Al menos esperaría ahí a que dejara de llover. Venga, Óscar, mira el puto móvil ya. Metí la mano en mi bolsillo, suspiré y lo miré. Vale. Nada. Ni un mensaje. Cero. Genial. No iba a venir. De putísima madre oye. Qué bien. Para algo que le pedía, y no era capaz ni de contestarme.

Estaba agobiado. Lo pude notar, pese a que me defendió. Es que lo vi en sus ojos. Claro como el agua. No como el caía ahora sobre Madrid, que sería una mezcla de barro y contaminación. Dios, mi padre iba a estar tan cabreado mañana al ver su coche lleno de... Oh, mi padre. Claro. Creo que eso sería lo que menos le preocuparía. Ni siquiera me habían llamado. OK. No se habían dado ni cuenta que me había escapado de casa porque, afrontémoslo, me había escapado de casa.

Entonces se me pasó por la cabeza una idea de locos. Una idea de auténtica desesperación. De pirado, de acosador, de HORROR. Pero la llevé a cabo, porque soy así de chungo, ¿vale? No, tranquilos que no me tiré por el puente ni nada. No. Fui a un sitio. Sí, vale. Lo habéis adivinado. Al puto portal de Pablo. Si no me contestaba, pues iría a verle, joder. Su madre era maja. A su padre no lo conocía. ¿Estarían divorciados? ¿Me lo había dicho? Yo qué sé, si mi memoria muchas veces se reduce a lo que comí al mediodía. Vale, ¿y ahora qué? ¿Llamaba al telefonillo? ¿Y qué les iba a contar? Es que era de estúpidos esa idea, de auténtico gilipollas. Dios, qué ridículo. Me di la vuelta y me alejé, con la lluvia empapándome de nuevo. Quería gritar, quería correr, quería... ¿bailar? Sí, bueno, qué sé yo. Quería hacer todo a la vez y no hacer nada. Y al final ¿sabéis lo que hice? Abrí Spotify y me puse a toda hostia nuestra canción. Cómo si eso fuera a arreglar algo. Parecía uno de esos tíos que van en el metro con la música a todo volumen y la gente les mira mal. Era igual. Pero con la que estaba cayendo, solo podía oírla yo.

Dios, qué deprimente de mierda estaba hecho. Y qué peliculero. Y qué pringado. Y qué todo. Pero mi vida había acabado. No. No había acabado, lo sé. Pero yo sentía que, de una forma, sí. Creo que nunca me había sentido tan solo en mi vida.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora