A las pocas horas me escribió Pablo preguntándome si había hablado con mis padres al final sobre el viaje. Me gustaba este Pablo atento y... bueno, y que me escribía, que eso ya era un adelanto. Fui sincero. Y le dije lo hasta la polla que estaba de mi padre. Y que básicamente, no me dejaban compartir habitación con él. Vamos, que iba al viaje, pero vigilado como si fuera un reality. De puta madre, vaya.Ya pensaremos algo
Esa fue su respuesta. Pablo siempre esperando a que pasen las cosas para pensar una solución. Nunca tenía la solución antes. Bueno, no me iba a quejar ahora. Ya pensaríamos algo. Tenía toda la razón. Total, ¿quién iba a estar vigilándonos allí? Nadie. Los profesores, sí. Pero una vez que es de noche... pues mira, a aprovechar. Y lo digo yo, ¿sabes? Que nunca he ido a ningún viaje sin mis padres. Es verdad, iba a ser mi primer viaje solo. Pues a disfrutar, joder.
Al día siguiente en clase, nuestra tutora empezó a decirnos las normas de comportamiento en el viaje y que ella viajaría junto a nosotros, y junto a otros dos profesores más y dos padres. Genial. Vigilancia por un tubo. ¿Algo más? Entonces, cuando parecía que había terminado de darnos la chapa con sus normas absurdas, entró el director en clase para dejarnos claro que saltarse alguna de esas... sugerencias... podía acabar con nuestra expulsión. Justo lo que necesitan niños de 15 años antes de ir de viaje: prohibiciones.
- Sé que vuestra tutora os lo ha explicado bien, pero me toca a mí insistir: el alcohol está completamente prohibido. En el viaje del año pasado tuvimos que expulsar a tres chicos. No hagáis el tonto solo por pasar una noche divertida.
- ¿Ni siquiera está permitida la cerveza con limón? – chilló Solo y todos rieron.
- ¿Quiere ir al viaje, Gómez? Entonces mejor no vuelva a interrumpirme.
Joder, ahí se vio de dónde le viene a la tutora su chulería. Madre mía, odio a los adultos, siempre dándoselas de chulos, de más entendidos, de mandones, de ser los jodidos amos. ¿No se dan cuenta que, cuanto más nos prohíban algo... más vamos a querer hacerlo?
- Espero que haya quedado claro, y que no hagáis cosas inapropiadas, fuera de lugar o raras, ¿entendido? – y os juro que cuando dijo "raras", me estaba mirando. No dejaba de ser irónico que el director del insti considerara que ser gay fuera ser algo "raro". Es decir, no sé si la palabra es irónico, vale. Pero vamos, que estoy jodido como Ramón y los suyos vuelvan a tomarla conmigo. ¿Quién me va a defender? ¡Si por besarme con Pablo casi me expulsan! Menuda mierda de vida. Eso sí, le aguanté la mirada. ¡Vaya que si se la aguanté! Como si quien cerrará los ojos fuera a salir derrotado. Obviamente yo no podía ser ese. Aguanté y aguanté. ¡Que vea que tengo más huevos que él! Bueno, y que también lo vea Pablo, que sepa que no me achanto así de fácil.
En cuanto se hubo ido el director, la clase volvió a la normalidad, y yo volví a respirar, obvio. Sin darme cuenta había contenido tanto la respiración que me había puesto hasta rojo. Pero la tranquilidad duró poco. La tutora sacó los exámenes de ayer. ¡Los que hago bien tarda años en corregirlos pero oye, el peor examen de mi vida, lo tiene en menos de 24 horas! Obviamente, cero sorpresas. Un suspenso como mi cabeza de grande. Pablo me miró con cara de preocupación y lo único que pude hacer fue encogerme de hombros.
- Nunca había hecho un examen tan malo, Rubio. ¿Algún problema en casa?
- Si yo le contara... - susurré.
- ¿Cómo?
- Ah, que para nada, para nada. Me despisté... supongo.
- Pues es un despiste muy gordo.
- Ya, ya – me lamenté.
- El lunes lo quiero firmado encima de mi mesa – y siguió repartiendo los exámenes al resto de la clase.
ESTÁS LEYENDO
Alguien para ti
Teen FictionÓscar tiene 15 años y un secreto: está enamorado de Pablo, el chico guay de la clase, el deportista, el buenorro, el guapísimo, el ligón y callado Pablo Bernabé. Pero nadie lo sabe, ni siquiera sus mejores amigas. El viaje de fin de curso se acerca...