Capítulo 58

11.4K 846 443
                                    


A ver, todos sabíamos que me iban a pillar, ¿verdad? Todos sabíamos que algo así iba a pasar. Joder. Si es que tengo una suerte...

- ¡Óscar! – chilló mi tía Aurora, y cerró la puerta de golpe.

- ¡Joder! – grité.

- ¡Qué pasa ahí! – dijo mi madre desde el salón.

Oh, mierda. ¡Nos van a pillar!

- Eh, nada, que he pillado a Óscar vistiéndose, que se ha dado una ducha. Nada que no haya visto ya – rió mi tía, nerviosa.

- ¡Aurora! ¡Llama la próxima vez! – protesté desde el interior de mi dormitorio.

- ¡Lo siento, me olvidé mi cartera en tu cuarto! ¡Vístete y me la das!

Pablo me miraba con una sonrisa diabólica y le estaba costando horrores reprimir una carcajada.

- ¿Y tú de qué te ríes? – protesté.

- Pues... es bastante graciosa la situación.

- ¿Graciosa? ¡Es de todo menos graciosa! ¡Cómo nos pillen!

- Bueno, creo que nos han pillado ya, ¿no crees?

- Joder, a ver cómo conseguimos que salgas sin que te vean – y comencé a pensar posibles vías de salida.

- ¿Puedo ya? – dijo mi tía.

- Sí, sí – respondí, poniéndome los pantalones.

Aurora entró en el cuarto y Pablo saludó tímidamente.

- Óscar, estás loco. ¿Qué hace él aquí?

- Culpa mía, vine a darle una sorpresa.

- ¿Vosotros pensáis? Está claro que no. ¡Esto es jugársela mucho, Óscar! Estoy dando la cara por ti con tus padres, y ahora en cuanto nos vamos, aprovechas para... 

- Lo siento, pero yo qué sé...

- Tienes que tener más cuidado.

- ¿Y por qué tengo que tenerlo? ¿Por qué? – repliqué. ¿Encima se iba a cabrear conmigo?

- ¡Pues porque sí, Óscar! Hazme caso, ¿vale? Hazme caso.

Aurora cogió su cartera del interior de mi escritorio y se acercó a la puerta.

- Nos volvemos a ir, pero por favor, que Pablo salga en cuanto nos hayamos ido, por favor.

- Ok – cedí.

- Y Pablo, por favor, tápate un poco que te veo todo.

Pablo se miró y se puso las manos al momento sobre el paquete. Al minuto escuchamos cómo se cerraba la puerta de la entrada. Pablo y yo nos vestimos a la velocidad del rayo, abrí la puerta, me asomé como si fuera un espía y fuimos andando hacia el salón.

- Gracias por la sorpresa, pero menuda movida.

- Me alegro que te haya gustado – dijo mientras me volvía a besar.

- ¿Óscar?

- ¡Joder! – dije y Pablo se escondió tras el sillón. De la cocina apareció mi madre.

- ¿Con quién hablabas?

- ¿Eh, eh? Con nadie, nadie. ¿Qué-qué haces aquí?

- Al final solo ha ido a tu padre, yo voy a preparar la cena mientras.

- Ah-ah-ah, genial.

- ¿No te habías duchado? ¿Y por qué te pones la misma ropa? – preguntó extrañada.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora