Capítulo 47

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JUNIO 2018

Hola. Mi nombre es Teo y tengo 17 años. Hoy es el primer día de mi última semana en el colegio en el que he estado toda la vida. Aquí aprendí a jugar al baloncesto, a leer, a escribir y... bueno, aprendí lo que es la vida. Tengo un grupo de amigos que mantengo desde que estaba en primaria. Pero mi padre tiene que mudarse, y nosotros con él, por su trabajo. Y pasamos de vivir en Guadalajara a vivir en Madrid, así que no solo es mi última semana en este colegio, sino también mi última semana en esta ciudad. Pero bueno, me he hecho a la idea. Muchos de mis amigos han decidido cambiarse conmigo, pese a que el colegio les quede a casi una hora de su casa. Nuestra amistad es fuerte. Eso desde luego.

            Esta última semana nos dedicamos a vaguear, a hablar sobre nuestros planes de verano y a que los profesores pasen lista y poco más. Ni idea de para qué sirve venir estos días, pero hay que estar, y oye, no podemos hacer otra cosa.

- ¿Qué vas a hacer en verano al final? – me preguntó Sara, una de mis mejores amigas... y ex-novia.

- Pues nos quedaremos en Madrid. Mi padre tiene que hacerse a las nuevas oficinas y tenemos la mudanza y todo.

- Bueno, yo voy encantada a ayudarte, ¿eh?

- ¿No será porque sabes que tengo piscina? – pregunté, sabiendo la respuesta.

- ¡No, no! Qué va. Bueno, un poco sí – admitió mientras nos reíamos los dos.

- ¿Y tú?

- Pues no lo sé. Quizá me vaya con Carlos a su casa del pueblo un par de semanas... No tengo ni idea aún – Carlos es su nuevo novio.

- Oye, pues podíamos hacer algo esta semana, cuando acabe el curso, ¿no? Rollo despedida.

- ¿Estais hablando de alguna fiesta? Porque me apunto – intervinó Rodri, que había estado inmerso en su móvil durante toda la conversación.

- ¿Eso significa que tendremos que invitar a chicas guapas? – añadí, socarrón.

- Eso significa que claro – añadió, entre risas.

            La verdad, eso se lo había dicho a modo de trampa. La otra noche, cuando volvía a casa, vi a dos besándose en el parque que hay junto a mi casa. Dos tíos. A ver, que yo no tengo nada en contra, que hagan lo que quieran, pero tío, en su casa, ¿sabes? No tienen por qué salir a la calle a besarse... como lo del orgullo ese. Yo no tengo un orgullo hetero. ¿Por qué ellos tienen que tener uno? Siempre saliendo a la calle hechos unos cuadros, y medio en bolas. Uno de los dos chicos que vi era Rodri. Y Rodri era mi mejor amigo, desde que éramos peques. Así que fue una puta sorpresa verle comerse la boca con otro tío. No iba a dejar de ser mi amigo, obviamente, pero quería hablar con él, porque no acabo de verlo muy normal la verdad. Pero bueno.

- ¿Y si la hacemos mañana por la noche? Yo propongo mi casa – dijo Rodri.

- ¡Venga, sí! – añadió Sara y me miró con ganas de que yo también aceptara. Obviamente, lo hice.

            Así que llegó el día de la fiesta y, cuando llegamos a casa de Rodri, se había arreglado como en su vida. Sus padres no estaban así que íbamos a poder hacer lo que quisiéramos. Planazo. Hasta que sonó la puerta. Y, cuando abrió, resultó ser el chico al que había visto el otro día, la otra noche, cuando descubrí que Rodri era gay.

- Oye, tengo algo que contaros – susurró y, al segundo, le cogió la mano al otro chaval.- Soy gay.

            Sara pegó un chillido y se lanzó a abrarlos, como si se fueran a morir o algo.Yo me quedé en mi sitio. No quería ser borde, no quería soltar nada fuera de tono, pero al final lo hice, acabamos discutiendo, y Rodri acabó llorando. Y fue ahí cuando el otro chaval se acercó con su móvil y me enseñó una serie de stories en el insta de una amiga suya de Madrid. Se veía un poco como el culo, pero se escuchaba bien.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora