Capítulo 77

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Y, de repente, ya no estaba bajo la lluvia, sino sobre una camilla en medio de la calle. A un lado estaba mi madre. Había estado llorando. En cuanto vio que abría los ojos, sonrió y me abrazó. Yo claro, estaba flipando. Me dolía la cabeza horrores. Me dolía también mucho el brazo derecho, pero estaba como medio sedado, lo veía todo como con una niebla muy extraña. ¿Qué coño había pasado? La verdad es que estaba desubicadísimo (más que de costumbre).

-¿Mamá? –conseguí preguntar, porque me costaba como hablar, como que me costaba horrores.

-¿Cariño? ¿Qué tal estás? ¿Estás bien?

-Pues no-no-no sé. ¿Qué ha pasado?

Entonces llega un señor que parece un enfermero y que, perdonad, pero está megabuenorro, porque aunque esté medio muerto, pues oye, yo sigo fijándome en eso. Perdón. Bueno, se acerca el enfermero y me empieza a tomar la tensión, y a preguntarme si le veo bien, y que qué me duele.

-Yo eh... me duele un poco el brazo... este brazo –y levanté el derecho. –Y... y la cabeza. ¿Qué-qué ha pasado? ¿Estoy muerto?

-No –sonríe. –Por lo que nos han contado varios testigos, casi te atropellan, pero al parecer tropezaste y al caerte al suelo te diste un golpe contra uno de los coches aparcados.

-¿Qué me tropece? –venga, vale, reíros. Os dejo. Os lo permito. Bueno, no. No. Porque GRACIAS A MI TORPEZA, me he librado de morir atropellado. ¿A qué ese giro no lo vistéis venir?

-Eso parece.

-Es decir, ¿estyoy bien gracias a que soy torpe? –insistí.

-Yo no diría eso. Quizá fuiste muy rápido de reflejos y por eso te libraste. Tipo superhéroe –bromeó y me quitó lo de la tensión. –Parece que estás bien, pero te vamos a llevar al hospital para ver si hay algún problema interno que no vemos.

-¿Al hospital? Pero si estoy bien.

-No lo sabemos seguro, así que mejor confirmar, ¿no te parece? –menudo enfermero más majo. -¿Le parece bien? –ya empezó a hablar con mi madre, porque vería que yo pues soy un poco corto y mejor hablar con un adulto.

-Claro.

-Vamos a subirte a la ambulancia, ¿vale? –y entre él y otra chica me metieron dentro de la ambulancia, y nada tenía que ver con las que vemos en las series o en las pelis. ¡Eso era puto enano por dentro! En serio, ¿así tenía que empezar mi verano? ¿¿En una puta ambulancia?? Creo que era lo que me faltaba por pasarme.

Una vez allí, en el hospital, con mi madre vigilante (hay que reconocer que no se apartó ni un segundo de mí), pensé que lo mejor sería avisar a Pablo de lo que me acababa de pasar. Mi madre tenía mi móvil en el bolso. La pantalla estaba hecha una mierda, pero al menos funcionaba. Mi madre salió de la habitación donde estábamos esperando los resultados del examen que me habían hecho a la cabeza (suena fatal, lo sé) y aprovechó para llamar a Aurora, mientras que yo hacía lo propio con Pablo.

-Hola –dije, en un hilo de voz.

-¿Qué tal? ¿Qué pasa?

-No te asustes, porfa, ¿vale? Porque está todo bien –joder, decirle eso a alguien siempre hace que se asuste por mil.

-¿Qué pasa, Óscar? –su voz sonaba más seria que nunca.

-Estoy en el hospital.

-¿QUÉ? –gritó. Creo que es de las pocas veces que escuché a Pablo gritar. La verdad es que escuchar su voz pensé que me reconfortaría, pero tenía demasiado reciente el extraño 'sueño' que había tenido, y era todo muy raro.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora