Ⓨ 𝐀𝐩𝐮𝐧𝐭𝐞 Ⓜ

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Una persona que jugara en el campo del amor debía explotar sus buenas cualidades, físicas, personales y demás: había gente carismática, muy amable o incluso algunos con aquella actitud fría por fuera pero sensible por dentro, refiriéndonos a la personalidad.

Park Jimin era un jugador con buenos puntos a su favor: cuando se trataba de su personalidad, era divertido, amistoso, sensible, así como también directo y audaz cuando debía serlo. Claro que esas armas iban luego de lanzar la primera bomba: su atractivo visual.

Cada persona tenía su propio punto fuerte respecto al atractivo visual y, en este caso, el castaño contaba con una combinación muy poco usual: Era tan encantadoramente adorable como mortalmente seductor. Podían pasar sólo segundos desde que alguien deseara pasar de apretar sus mejillas a sólo recibir esa sonrisa rompecorazones.

No lo hacía intencional, suponía que había nacido con algún cromosoma especial que lo hacía ser portador de aquella fusión de atractivo, y por supuesto que jamás se aprovechaba de ello.

A Jimin le gustaba sentirse bien consigo mismo, como a cualquiera, pero, en ocasiones, realmente deseaba poder tener una cita normal y no sólo con alguien que deseara tenerlo de pareja para presumirlo como si fuera un trofeo, o que esperara avanzar demasiado rápido con él porque, por algún motivo, lo consideraban alguien... extremadamente accesible a ciertas cosas, cuando realmente no lo era.

Aquellas situacones habían sucedido, más de una vez. Primero esa chica nueva, el año anterior que parecía ser tan dulce y amable, y resultó sólo prestarle atención cuando se colgaba de su brazo en el pasillo para que todos la vieran (porque aparentemente, salir con Jimin era como un logro, o algo así) y, segundo, aquel chico que lo había llenado de charlas entretenidas y palabras bonitas, cuando resultaba ser un maldito...

Un cretino, como afirmaba Jin hyung.

En ocasiones, Jimin deseaba ser más como Jin hyung. Es decir, el mayor era muy atractivo también, tenía experiencias agradables respecto a sus citas, pero era muy difícil que realmente llegara a gustarle alguien al punto de querer formalizar una relación, y jamás se permitía estar en una situación que no le fuera cómoda.

Si llegabas a cruzar una línea con él, Seokjin te lo diría directamente en la cara con una personalidad imbatible, mientras que Jimin asentiría incómodo y simplemente resistía hasta el fin de la cita, porque él no era tan valiente, y porque estaba acostumbrado a aquella sencilla expectativa que tenían de él, así que mientras no fueran irrespetuosos con él, simplemente resistiría, asumiendo que el gran romance era sólo de las películas.

Quizás era realmente tonto de su parte buscar tanto por historias de amor.

Para colmo, todo se había vuelto más extraño desde que Jungkook se había mudado a Seúl. Seokjin y Jimin tenían que adaptarse a ser un dúo, pero en ocasiones seguían poniendo un plato de más cuando iban a comer a casa de alguno, u observaban el cojín morado junto a la ventana de la habitación de Jimin, con aquella clara sensación de vacío, porque ese era el lugar de Jungkook, y él ya no estaba ahí.

— Ya que eres un doctor, deberías recetarme algo. — dijo cuando Seokjin miraba el disfraz colgado en el armario. Irían a una fiesta con temática de "profesiones" esa noche, y aprovecharían para distraerse de los exámenes. — Sufro de mal de ausencia. Necesitamos a Jungkookie.

— Lo sé. Podría acusarlo de un crimen y solicitar su traslado a Busan para un juicio justo. Tú te encargas del arresto ya que eres un policía. — mencionó entonces, y el menor se rio. — Anímate. Él debe estar muy bien, haciendo amigos y escribiendo mucho. ¿Crees que el maquillaje esté bien? Es muy sutil, pero...

𝙏𝘩𝘦 𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨𝘴 𝘵𝘩𝘢𝘵 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ» • 𝐂𝐎𝐑𝐑𝐈𝐆𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎 •Where stories live. Discover now