CAPÍTULO 6

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Sábado lluvioso. Ambiente húmedo y frío. El día perfecto para quedarse en casa viendo Netflix con una taza de café con nata. Pero había tres problemas: no tenía Netflix, ni me gustaba el café, ni tenía nata.

Así que opté por la opción más sencilla. Ir al partido de fútbol y luego a la discoteca "subaire", la más conocida del barrio y a la que todo el mundo iba. Lo mejor era que iba a estar con Álvaro en un sitio pequeño y oscuro. ¿No era genial?

Eran las 6 de la tarde cuando decidí prepararme. Me puse un vaquero negro ajustado, una camisa corta de tirantes granate y unas botas sin mucha plataforma. Me maquillé un poco con rímel y pinta labios. No era fan de maquillarme porque me daba mucha pereza hacerlo, pero me gustaba.

Cogí una chaqueta donde metí dinero, llaves y el móvil. Cuando me di cuenta ya eran las 7. El partido ya había empezado. Me miré una última vez en el espejo a toda prisa y me dirigí a la entrada.

– ¿Vas a salir? – me preguntó mi padre antes de que tocara el pomo de la puerta.

Mi padre era alto y muy elegante. Era joven, como mi madre, y Nora y Male le perseguían cuando venían a mi casa. Tenía que admitirlo. Mi padre estaba muy bueno para ser mi padre. El uniforme de policía le quedaba como un guante y cualquier cosa que se ponía le quedaba bien. Y no lo digo porque era mi padre. Lo digo porque era la verdad.

Llevaba unos pantalones de chandal y una camiseta blanca. En la mano tenía un paquete de galletas de oreo. Físicamente me parecía mucho a mi madre, pero en los gustos y en el carácter era igual que mi padre.

Alargo la mano en la que tenía el paquete de oreos y me ofreció una. Sonreí y cogí dos. El me miró mal y yo solo sonreí.

– Sí – afirmé metiéndome una galleta entera en la boca.

– ¿Quieres que te vaya a buscar a la salida? – preguntó.

No era de las personas que les ocultaba todo a mis padres. Teníamos una relación muy abierta. Sabían todos mis movimientos y no eran nada controladores. Me daban mi espacio pero con un límite y eso a mí me encantaba. Me hacían sentir independiente pero al mismo tiempo me cuidaban muchísimo.

– No hace falta. Seguramente que me acompañe alguien – contesté con la boca llena.

Él me miró serio reprochando mi mala educación. Tragué la galleta y sonreí.

– Lo siento – me disculpé sonriendo y comí la otra.

– Como quieras. Si necesitas algo llámame – se iba a ir de vuelta al salón con mi hermano cuando se detuvo – Y antes de que se me olvide... – se giró de nuevo hacia mí – Como te vea con ese tal Álvaro olvídate de salir de casa en lo que te queda de vida.

Abrí la boca ofendida y a la vez algo avergonzada.

– ¿Qué problema hay? No es de los que va quemando contenedores por la vida – me defendí.

– Yo sé lo que me digo – volvió a emprender su camino – Y tú también lo sabes.

Gruñí rodando los ojos y salí de casa. Abajo me estaba esperando Male. Iba vestida como yo pero en otros colores. Ella era guapa de por sí y cualquier cosa que se ponía le quedaba como un guante. Era la Kylie Jenner de Madrid.

En poco más de 10 min llegamos al campo. Como ya había dicho, el partido había comenzado. Las gradas estaban casi llenas, como de costumbre. El marcador estaba a ceros y la noche había comenzado a caer.

No nos fue difícil encontrar a Alex el cual nos había guardado dos sitios. Lo que nos sorprendió fue ver a su lado a Nora.

– Tía. ¿Qué haces aquí? Pensé que no podías venir – le dije sentándome al lado de Alex. Male se sentó al otro lado, junto a Nora.

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now