CAPÍTULO 68

2.5K 237 65
                                    

Seguimos hablando un rato grande. Intentaba centrarme en la conversación, pero la mayor parte del tiempo me perdía en su mirada y me preguntaba cómo era que aquel chico había aparecido en mi vida en un momento tan oportuno.

Nos centramos más en lo que debía hacer. Me aconsejó que estuviera lo menos sola posible por la calle, que siempre llevase el móvil encima y con batería (lo que iba a ser complicado estando empapado) y que si recibía cualquier otra nota o señal extraña que le llamara.

Me sorprendió la facilidad que tenía para pensar en soluciones para ese problema tan peculiar, como si hubiera visto millones de películas y series policiacas y las estuviera aplicando a la vida real.

Mientras tanto, me tocaba la pulsera de Alba. El presagio de aquella mujer se había hecho realidad y me daba tanto miedo casi como que mi pasado me hubiera atrapado de nuevo. Algo horrible me iba a pasad y no podía hacer nada para evitarlo.

Pasaron unas horas y llegó el momento de irme. Por alguna razón, me dieron ganas de quedarme allí hablando con aquel chico todo el día. Ya no miraba a Cristian con los ojos de antes. Los monstruos que veía a su alrededor habían desaparecido y ahora tan solo le veía como un chico normal dispuesto a hacer todo lo posible por ayudarme. Y no lo entendía. Primero casi me mata a palabras, luego me vacila, me dice cosas sin sentido, me vuelve a tomar el pelo y ahora quiere ayudarme con esto que es más complicado que estudiar ingeniería aeronáutica.

Me dirigí a su habitación y él me acompañó.

– Avísame cuando termines – dijo cogiendo el pomo de la puerta y cerrándola después.

Me quité su ropa y me puse la mía la cual estaba completamente seca. La doblé lo mejor que pude y antes de posarla, la olí. Aspiré una mezcla de su aroma con el mío y por alguna razón, me llevó directa al cielo.

La posé en una silla y cogí mi bolso. No obstante, cuando iba a salir, oí la puerta de la entrada cerrarse. Me detuve y agudicé el oído para escuchar.

Pude distinguir la voz de una mujer y la de Cristian, pero no fui capaz de entender lo que decían. La conversación no duró mucho. Oí unos pasos cerca de mí y luego otra puerta que se abría y se cerraba en apenas dos segundos. Aquella tendría que ser su madre. Entreabrí un poco la puerta para ver si el pasillo estaba vacío y así era. Sigilosa, salí y volví con Cristian. Estaba en el perchero al lado de la puerta de entrada cogiendo dos cascos y su chaqueta de cuero, la misma que me había dejado en la madrugada cuando me estaba muriendo de frío.

– Vamos. Te llevo – dijo abriendo la puerta y dejándome pasar, no sin antes darme el pequeño recipiente de arroz con mi móvil dentro. Se lo agradecí con una sonrisa y lo guardé en el bolso.

Iba a salir cuando mi mirada se desvió hacia una pequeña estantería al otro lado de la puerta. Entre otras cosas como algún que otro libro y adorno, distinguí un marco con una foto. No me dio tiempo a observarla demasiado, pero fue suficiente como para saber que los que aparecían en ella eran Cristian con su madre. Cristian parecía pequeño, quizás tendría unos siete años y no sonreía. Su madre estaba agachada junto a él y sonreía levemente. Estaban delante de una fuente y no pude ver más. Sin embargo, algo en la foto me llamó la atención. Era su madre y su pelo negro azabache. La había visto en algún lado, pero no lograba acordarme.

Fruncí el ceño mientras cruzaba la puerta y pensaba en por qué me sonaba tanto aquella mujer. Entonces, Cristian cerró la puerta y como si de un golpe se tratara, recordé dónde la había visto antes. Su foto aparecía en un informe en la carpeta amarilla que había encontrado en casa de Álvaro, en el despacho de su padre. Me paré y mirando al suelo empecé a divagar. ¿Por qué el padre de Álvaro tenía información confidencial sobre la madre de Cristian? ¿Era una clienta de su banco que habría hecho algo ilegal y por eso la tenia en el punto de mira? ¿Acaso Cristian lo sabía? ¿Y Álvaro?

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now