CAPÍTULO 27

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Aquel momento fue uno de los mejores de mi vida. Sentí tantas cosas al mismo tiempo que era incapaz de describirlas. El ruido de la ciudad bajo la luna desapareció y durante unos segundos tan solo éramos él y yo.

¿De verdad significaba tanto para aquel chico? ¿De verdad le hacía olvidar la presión a la que le sometían?

Nos separamos en cuanto nos quedamos sin aire. Apoyó su frente sobre la mía aún con los ojos cerrados.

– Llevaba tiempo queriendo hacer esto – susurró y yo me solté una risita nerviosa.

– Puedes volver a hacerlo, si te apetece – le respondí.

Él abrió los ojos y yo me derretí aún más de lo que ya estaba. Sonrió y volvió a besarme. Disfruté cada segundo de aquel beso como si fuera el último. Fue tan dulce conmigo. No acababa de creerme lo que estaba pasando.

El viernes pasado vi a Álvaro dos veces, en el entrenamiento y en el parque, y en ambos momentos se percató de mi presencia. El sábado fui al partido y comí juntó a él y el resto del equipo mientras hacíamos una guerra de comida. Después fuimos de fiesta, me invitó a bebida y me agarró de la mano durante más de cinco segundos. El domingo me envió un mensaje de buenas noches con un corazón. El lunes, martes y miércoles nos veíamos a lo lejos en los pasillos de clase y nos sonreíamos de vez en cuando. El jueves me lo encontré por la calle y como llovía me invitó a su casa donde casi llegamos a besarnos. Y hoy paseamos y hablamos durante más de una hora y me trajo a este enorme edificio donde me confesó que yo era su medio para olvidarse del resto del mundo. Y ahora le estaba besando.

Me daba la sensación de que estaba soñando porque aquello era para flipar. De hecho, lo estaba flipando. Todo era perfecto, no como lo había imaginado durante esos cuatro años en los que me llevaba gustando, pero no podía pedir más.

Si aquello era un sueño, no quería despertarme.

Me senté en la mesa y él se quedó de pie en frente de mi apoyando sus manos sobre mis muslos. Yo las posé sobre su pecho.

De verdad no quería que aquello acabara. Me sentía como en una película.

Entonces mi móvil comenzó a recibir mensajes intermitentemente. Un minuto después, quien estuviera enviándome mensajes comenzó a llamarme. Intenté seguir a lo mío, pero el ruido me hacía salir de mi burbuja de felicidad. Me separé de él.

– No lo cojas – dijo y me volvió a besar.

El móvil dejó de sonar y yo me relajé. No pasó ni un minuto cuando me volvieron a llamar. Me volví a separar.

– Me van a explotar los nervios como no lo coja – alargué mi mano hasta abrir mi mochila y coger el móvil. Tenía cuatro mensajes y dos llamadas de mi madre.

¡Siempre era ella! ¡Es la segunda vez que me corta el rollo! Tenía que haber puesto el móvil en silencio.

Mama💝22:23: ¿Dónde estás?
Mamá💝 22:23: Ya es tarde.
Mamá💝 22:23: Y no tengo noticias tuyas desde que saliste de casa.
Mamá💝 22:24: ¿Estás bien?

Cabía destacar que mi madre era una puñetera paranoica y si no le enviaba un mensaje cada dos horas no se quedaba tranquila. Y llevaba como cinco horas sin mirar el móvil.

Val🌻 22:25: Estoy bien. Llegaré un poco más tarde. No te preocupes.

Solté el móvil y volví a lo nuestro cuando medio minuto después volvió a sonar varias veces seguidas.

Mi Mejor Enemigo #MME3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora