CAPÍTULO 56

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El vaso se vacío más rápido de lo que esperaba y necesitaba más. Avisé de que me iba y entre algún que otro empujón logré salir de todo el montón de gente que se había juntado en el salón que, por cierto, era igual de grande que todo mi piso. Solté un gran suspiro y entré en la cocina.

Se trataba de un cuadrado gigante de encimeras blancas y una isla de tres metros cuadrados. Por todos lados había vasos y botellas, algunas llenas y otras vacías. Al fondo había un marco que daba a un enorme comedor con una mesa de cristal preciosa. Puede que ya estuviera un poco contentilla por el alcohol, pero eso no impedía que me fijara en cada detalle. Esquivé a los que estaban jugando al juego de la pelota de ping pong en la isla y fui directa a mi amada botella de vozka. Eran las once y media de la noche y Cristian no había llegado aún. No sabía muy bien por qué estaba tan impaciente por verle. Creo que haber pasado el día anterior entero con él me había afectado.

Me apoyé en la encimera y bebiendo un poco me tomé el tiempo suficiente para mirar a mi alrededor. La mayor parte de personas las conocía. Muchos eran de nuestro instituto pero también había alguno que no lograba identificar. Había payasos, superheroes, hippies, flores y todos los disfraces que se puedan imaginar. Obviamente no había nadie con nuestro disfraz y siento si sonaba egocéntrico por mi parte, pero era el mejor y el más original.

La casa se fue llenando poco a poco y cada vez hacía más calor. La música sonaba a todo volumen y no paraban de aparecer más barriles de cerveza y botellas de cristal. Me quedé mirando la puerta de entrada esperando que se abriera y mostrara a el chico de la chaqueta de cuero. ¿Por qué tenía tantas ganas de que apareciera? ¿Para pasármelo mejor porque discutir con él me entretenía un montón? ¿Para sentirme más segura? Claro que no. No iba a depender de alguien y mucho menos de Cristian para sentirme bien. Pero de alguna forma, necesitaba que estuviera allí.

–¿Estás bien?– dijo de repente alguien a mi derecha.

Me sobresalté y pegué un leve salto que casi me hace tirar el vaso. Miré y algo en mí se movió cuando me di cuenta de que se trataba de Cristian.

–¿Y tú? ¿Te parece bonito asustarme? – le fulminé con la mirada.

Me alegraba verle. Llevaba los mimos pantalones cargo y la misma camiseta militar que los demás. Debía admitir que le sentaba muy bien.

– No es mi culpa que te quedes como una boba mirando a la nada – dijo mientras señalaba en dirección a la puerta con una mano.

– ¿Boba? ¿Es lo mejor que se te ocurre?

Eso me hizo pensar. ¿Cómo había entrado sin haberme dado cuenta?

Valeria. Cariño. Hay más puertas. O quizás haya llegado cuando tu te estabas llenando el vaso.

Puede ser.

Él apartó un momento la vista mientras sonreía. Después, me miró de arriba abajo y me sentí como si estuviera desnuda.

– Estás guapa.

Si hubiera estado bebiendo, me hubiera atragantado. Me esperaba de todo menos ese comentario. Algo recorrió mi cuerpo desde los pies hasta la cabeza, pero no fue desagradable. Todo lo contrario.

– Ojalá pudiera decir lo mismo de ti – fue lo único que se me ocurrió decir y para disimular mi nerviosismo, di un sorbo a mi bebida. Tanto él como yo sabíamos que eso no era cierto.

Cristian sonrió de lado, cogió un vaso y se echó la misma combinación que yo.

– ¿Sabes, Valeria? Soy él único que sabe cómo eres realmente – fruncí el ceño.

– ¿Te refieres a porque me has visto en pleno ataque de pánico o porque me obligaras a contarte mi mayor problema en estos momentos? – soy consciente de que había ido a esa fiesta para olvidarme de ello, pero al estar bajo los efectos del alcohol no me afectó tanto. Lo notaba como si se tratase de una película y yo tan solo fuera un personaje secundario.

– No – se volvió y se apoyó en la encimera a mi lado. Bebió para después explicarse – Cara al mundo demuestras ser una chica simple e imparcial. Pisas donde pisan tus amigos y finges que todo te da igual – hizo una pequeña pausa – Pero en el fondo eres mucho más difícil de lo que todos piensan – no tenía ni idea de qué quería decir con todo aquello y mucho menos si era cierto o no.

– No te sigo – contesté manifestando mi confusión.

– Vales mucho y la gente no te valora – añadió y me lo quedé mirando.

Si estaba intentando decirme algo, no le estaba pillando. ¿Se refería a algo en concreto o lo decía porque le apetecía revolverme el cerebro más de lo que ya lo tenía?

– ¿Es un cumplido? Si es así, gracias.

– No me entiendes – negó.

– ¡Pues claro que no! – exclamé – Añade a tu lista que soy un poquito corta.

– ¿Un poquito?

– ¿Te quieres callar?

– Tú lo has dicho.

– Eres insufrible – afirmé por millonésima vez.

– Y tú un misterio.

– ¿Perdona? ¿Me lo dice el chico del que no sé nada y parece que guarda mil secretos bajo su chaqueta de cuero?

– ¿Eso crees? – asentí firmemente. Por un momento pensé que me había ganado su confianza y me iba a contar un cachito de lo que era su vida. Volvió a sonreír, pero esta vez se trataba de una sonrisa vacía como si se hubiera convertido en un maniquí. Eso me dijo que algo iba mal – Algún día te contaré algo.

– ¿Y por qué no ahora?

– No es ni el lugar ni el momento.

– Vale. Te lo apunto.

En ese momento, Verónica apareció por la puerta bailando y meciendo el vaso en el aire.

– ¡Estáis aquí! – alargó mientras llegaba a nuestra altura – ¡Vaya! – exclamó mirando a Cristian – ¿Por qué todos los que vais hoy de militares os queda tan bien el traje? Enserio, Cris, vete para militar. Te pega. O simplemente, vístete así a diario. A muchas le alegrarías el día.

– Vaya, gracias. Aprende, Valeria. Eso sí es un cumplido – dijo y ambos rieron salvo yo. Verónica había bebido lo suficiente como para toda la noche pero todos sabíamos que iba a seguir bebiendo.

– Ven conmigo. Tengo que contarte algo – dijo agarrándome de la muñeca y tirando de mi – ¡Nos vemos luego! – canturreó y me llevó con ella hasta las escaleras para después subirlas.

Lo último que vi fueron los ojos de Cristian sobre los míos. Me había confundido con lo de "vales mucho y la gente no te valora" pero, ¿no era esa su naturaleza, la de desconcertar a todo Dios, sobretodo a mí?

🧡

Siento el retraso pero, ¡más vale tarde que nunca!

Espero que todos estéis sanos y salvos 🖤 Me gustaría saber si os está gustando la novela y si tenéis algo que objetar. Adoro leer vuestros comentarios😍

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now