CAPÍTULO 55

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Primero, me lavé los dientes y me duché mientras sonaban las mejores canciones de reggaeton de la historia. Decidí no maquillarme mucho ya que con el calor de la fiesta lo iba a estropear todo. Lo que hice fue echarme corrector en todas las imperfecciones de mi cara, utilicé unas cuantas sombras oscuras para los ojos, un eyeliner, rímel, marqué el contorno de mis mejillas y me eché un poco de colorete. Luego intenté peinarme. Digo intenté porque no fue nada fácil. Mi pelo no era rubio del todo pero tenía alguna que otra mecha natural. Lo que hice fue cargarlo y definirlo con la plancha. No es que me quedara igual que Sandy, pero era un apaño. Después, me vestí con los pantalones de efecto brillante, el top negro y unos tacones rojos no muy altos que saqué del armario de mi madre. Tuve mucho cuidado para no estropear el maquillaje ni el peinado. Por último, me pinté los labios de un rojo fuerte y me puse pendientes y demás accesorios. Tenía claro que la pulsera de Alba se iba a quedar en su sitio, es decir, en mi muñeca.

Me miré al espejo y me asusté. Casi no me reconocía. Era consciente de que llevaba un disfraz puesto, pero estaba despampanante. Me puse la chaqueta de cuero por los hombros y me hice una foto para enviársela a mis amigas y a mis padres.

De repente, me sentí más segura de mí misma.

Sonreí a mi reflejo. Cogí un bolso negro y metí lo que iba a necesitar de maquillaje, mi movil y las llaves. Me eché tres litros de colonia y salí de mi habitación. Ya era la hora. Justo cuando iba a salir de casa recibí un mensaje de Álvaro diciendo que ya estaba esperándome. Sentí mariposas en el estómago. Salí de casa cerrando con llave y bajé. Álvaro estaba fuera apoyado en la pared con una pierna doblada. Miraba el móvil despreocupadamente. Cuando le vi, mi corazón empezó a ir más rápido de lo normal. Estaba guapísimo. Llevaba un pitillo, una camiseta y una chaqueta de cuero negra parecida a la mía.

- Madre mía - solté mientras me acercaba a él. Él me miró de arriba abajo con una sonrisa de oreja a oreja - Estás...

- Tú si que estás preciosa - se acercó a mi y me besó dulcemente en los labios.

Estaba viviendo un sueño hecho realidad. Iba disfrazada de la mejor pareja de todos los tiempos con el chico más guapo de todo Madrid, con quien llevaba soñando demasiado tiempo. No iba a dejar que nadie ni nada me arruinara aquello. Ahora era el momento de vivir mi sueño.

- ¿Vamos? Los demás ya están yendo para allá - dijo a apenas unos centímetros de mi sosteniéndo mi cara entre sus manos.

- Vamos.

Él se separó un poco y entrelazó sus dedos con los míos. Comenzamos a caminar. Por suerte, la casa de Verónica no quedaba muy lejos, a unos 15 minutos caminando.

- ¿Te has dado cuenta de que las chaquetas de cuero te quedan de muerte? - dije sin poder quitarle el ojo de encima.

- Nah. No son mi fuerte. Ese es el Cristian. Yo soy más de sudaderas de Nike.

Por alguna razón, oír a el nombre de Cristian en la boca de Álvaro me incomodó. Reí para disimular.

- Estoy deseando llegar.

- Sí, todos se nos van a quedar mirando.

- Debería preocuparme. Cualquier cabrón que te vea va a querer acercarse a ti.

- No digas tonterías.

- ¿Tonterías? ¿Acaso te has mirado en el espejo? - no pude evitar sonrojarme - Voy a tener que estar alerta toda la noche.

- No va a hacer falta. Sé cuidarme yo solita.

- Y eso es una de las cosas que más me gustan de ti - se acercó y me besó otra vez.

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now