CAPÍTULO 67

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El dolor de cabeza que sentía casi había desparecido y había sido sustituido por unas ganas de vomitar terribles.

El chico se giró un poco hacia a mí, apoyó los codos en sus piernas, entrelazó las manos y dejó caer todo su peso hacia delante. Su gesto se había relajado pero estaba serio. Dirigí mi mirada al frente y luego a él. Solté todo el aire de mis pulmones dispuesta a contarlo todo.

En ningún momento pensaba que lo mío era peor que lo que le había pasado a él. Mi propósito no era restregarle la parte oscura de mi vida como diciéndole: "no eres el único que tiene problemas". Simplemente, me había dado cuenta de quién había empezado a hacer de mi vida un desastre, ya años atrás, y quería compartirlo porque Cristian era la persona indicada. Así lo sentía.

– Tranquila – dijo el chico al ver que no me salían las palabras. Dejó caer una mano sobre las mías transmitiéndoles un calor impresionante haciendo que este se extendiera por todo mi cuerpo a través de mis venas – No te va a pasar nada. Estoy aquí.

Deseé que me abrazara y que pudiera llorar en su pecho hasta que no me quedaran lágrimas que soltar. No sabía por qué me sentía tan débil a su lado, pero mantuve la compostura como pude e hice un resumen mental de lo que iba a contar a continuación.

– De pequeña me intentaron secuestrar – comencé diciendo. No estaba muy segura de si relatándole la historia que marcó parte de mi vida iba a ser bueno, pero necesitaba hacerlo para que comprendiera todo y supiera por qué sabía la respuesta a la pregunta que llevaba rondando mi cabeza por demasiado tiempo.

Elevé un momento la cabeza para observar su reacción. No pareció inmutarse. Tan solo me miraba sin mover ni un músculo de la cara.

– Fue la misma persona que había acosado a mi madre cuando tenía mi edad junto a su hermana que había fingido ser su mejor amiga por demasiado tiempo. Y todo porque mi abuelo que era policía y trabajaba en la secreta había matado a su padre en una redada antidrogas y por eso, su madre se había suicidado. Ellos le devolvieron el favor asesinándole y, como si no tuvieran poco, intentaron matar a mi madre – cogí aire y soltándolo lentamente volví a mirar mis manos como si estas me distrajeran un poco y no notara tanto el peso de las palabras que salían de mi boca – Mi madre y sus amigos, que ahora son mi familia, lograron que lo encerraran, pero cuando yo tenía cuatro años salió de la cárcel y volvió a las andadas. Me fui en un crucero con los mismos que tiempo atrás se habían enfrentado a él y con Thomas y allí se intentó vengar – mi corazón latía más rápido a medida que contaba la historia – Mientras estábamos en una especie de sala de juegos nos cogió a Thomas y a mí y nos llevó a los bajos del barco donde nos ató y esperó a que mi madre fuera a por nosotros – hice una breve pausa – Al final nos encontraron, le plantaron cara y consiguieron salvarnos. Le encerraron y no supe nada de él, hasta ahora.

Me temblaba todo el cuerpo y el nudo que se había formado en mi garganta amenazaba con ahogarme.

Cristian había fruncido el ceño y noté como apretaba la mandíbula en símbolo de rabia. Desvié mi mirada hacia sus manos que habían vuelto a entrelazarse y pude ver como sus nudillos se habían vuelto más blancos que la propia nieve. Por un momento me dio miedo, pero enseguida sentí que no se había puesto así por mí, sino por lo que le estaba contando. Y ni si quiera entendía por qué le afectaba tanto. Parecía que le importaba y a niveles inimaginables, lo que contrastaba con la forma en la que solía tratarme. Cada vez me sorprendía más, pero no era suficiente para olvidar la enorme bola de plomo que había empezado a cargar y de la que me era imposible deshacerme.

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now